Lo inefable del alma

Aún te quiero

Te extraño.
Aún cuando mi cabeza está dando vueltas, solo órbita en tu recuerdo.
Aún con la distorsión de mi visión, solo puedo imaginar tu rostro sonriendo.
Aún con los odios zumbando, tu voz replantea cada melodía que retumba en ellos.
Aún con el cuerpo adormecido, pienso en el contacto que electrizaba mi ser.

Te extraño.
Justo ahora que los ojos me pesan, mi garganta pelea, y que mi ser cabecea. Aún con la sustancia corriendo por mis venas y las ideas amontonadas que ya jamás volverán a impactarte con furia.

¿Qué más puedo decir?
Te quiero aquí, sosteniendo mi mano cuando mi mundo tambalea, sea bueno o sea malo.
Te quiero aquí, acariciando mi cabello para saber que nada de esto, más que tú, es necesario.
Te quiero, a pesar de tener millones de voces, sonidos y pensamientos revoloteando en una mente perdida.

¿Volverás?
Porque me haces falta en las mañanas aburridas, en las tardes de ocio, en las noches de descontrol.
Me haces falta cuando despierto, para desayunar juntos, y sonrisas como medicina, como café.
Me haces falta en mis tardes, ya sea para no hacer nada juntos, o solo para tenerte en mis ratos de alegría.
Me haces faltas en mis noches, ya sea para bailar hasta la madrugada y acurrucarnos en la noche estrellada.

No te necesito, simplemente te quiero. No para rellenar mis espacios, no para depender de tu existencia.
Te quiero, para celebrar las victorias y llorar las derrotas, para reír los buenos ratos y pelear contra los malos.
Te quiero
Joder, te quiero, tanto como abismo, como humo.
Apareces y desapareces de mi cotidianeidad.

Te extraño, y sé que no volverás.
Te extraño.
Y ninguna noche de alcohol, ningún texto revelatorio, ni indirectas, ni momentos desenfrenados.
Nada te haré volver.
Elegiste un camino, lejos de mi.
Elegiste una vida, dónde no figuro.
Elegiste, y yo no fui parte de ello.