Lo inefable del alma

Ultima vez

Te he vuelto a ver.
En ese lugar que nada ha cambiado, donde las paredes siguen haciendo eco de aquella noche, que siguen gritando por tu partida y deseando suerte.
Abrazas como recordaba, sonríes como siempre.
Pero no es igual.
Ahora no me derrito en tus brazos, ahora evitó tu mirada, rehuyo de ti.
Y no sé si es por coraje de que seas tan ciego.
No sé si es miedo de caer en tu enredo.
Incluso desconozco si es de tanto que amor que te tengo, que en cuanto entre en sintonía con tu piel vuelva a encenderse.

Pero ahora que me he liberado de tu presencia, que he marchado con la cabeza en alto y no he volteado a tu encuentro, no sé cómo sentirme.
Debería sentir que lo he logrado, que he logrado estar contigo en el mismo espacio sin tener contacto, y he salido victoriosa.
Y no es así.
Siento que debí abrazarte, incluso plantarte un beso en los labios.
Siento que debí haber bromeado contigo, como en los viejos tiempos.
Por al menos hablado, cruzado una mirada e intercambiado una risa.
Pero me he marchado, sin siquiera mirar atrás, tan decidida y destrozada que no pude pensar más.

Tengo miedo, que sea la última vez.
Aún peor, tengo miedo que sea la primera de muchas veces que pase igual.