Park Jeongin. •||K O O K M I N||•

30

Aquella mañana sin duda alguna, Jeongin se había despertado con el pie izquierdo y sintiendo una inmensa tristeza invadirle de la nada. No quería hacer nada, ni siquiera quería discutir con la bola de pelos que su padre tenía en casa, llamar a Jisung no era una buena opción, menos llamar a Tae. Él solo quería permanecer todo el día en su cuarto, si era posible.

—Jeongin, cielo. ¿Ocurre algo, amor? ¿Pasa algo en la escuela? ¿Con Jisung?

Esa era la cuarta o quinta vez que su padre trataba de saber que era lo que ocurría, pero es que ni Jeongin sabía lo que le pasaba.

—Estoy bien, papá, solo quiero descansar un rato más.

Se acurrucó nuevamente en su cama, cobijándose hasta la cabeza cerrando sus ojos intentando conciliar sueño, pero la puerta rechinando por ser abierta arruinó su concentración en dormir, molesto se retiró las colchas de la cabeza e iba a replicar si no fuera porque el señor Jeon se encontraba frente con los brazos cruzados y su padre tras él con una mano en su pecho.

—Existe algo llamado privacidad.— Jeongin comentó.

—Y existen las palabras para que digas que es lo que está mal, y así tu privacidad se respeta.— Jeon tenía su semblante serio.— ¿Hay una razón por la cual no quieras salir de tu cuchitril?

—¿Acaso le importa?

—Jeongin, amor...— Jimin quiso hablar, pero su hijo le interrumpió.

—Quiero mi privacidad, no pueden entrar a mi habitación así sin ser invitados.— El menor empuñaba sus manos con molestia.— Deberían respetar mi habitación.

—¿Hablamos de respeto?— Jeon le miró.— ¿A caso lo consideraste cuando fuiste a mi oficina sin permiso junto con tu amigo?— Jungkook comentó con seriedad provocando que Jimin se sometiera incómodo en el frío y turbio ambiente que se había formado.— Porque no recuerdo haberte otorgado el permiso de entrar, y buscar entre mis cosas, invadiste mi privacidad.

Y Jeongin no pudo argumentar nada ante eso, pero era un Park, y los Park nunca se quedan callados. Mirando a su padre pidió apoyo, sin embargo este estaba igual de sorprendido que él.

Sin muchas opciones solo dijo lo primero que se vino a su mente.

—Soy su hijo, y-y no necesitaba permiso.— Los ojos de Jimin se abrieron al tope, Jeongin tragó saliva mientras Jeon soltaba una risilla.

—¿Eres mi hijo?— El pelirrojo asintió inseguro.— De acuerdo, levántate y vístete, tienes solo cinco minutos.

—¿P-ara qué?

—Haremos actividades de padre e hijo, así que arriba.

Jeongin no sabía con exactitud en lo que se había metido, hasta que observó las máquinas frente a él, todo tipo de aparato para gimnasio se encontraba frente a él. Las pesas eran levantadas con facilidad por los hombres que acudían al lugar, y a él le dolían los brazos con solo verles.