36. Un llamado inesperado

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Las vacaciones de invierno habían acabado hace dos semanas, estaba estudiando en compañía de Greta en un bar de estudiantes, mayormente. Entre cervezas de mantequilla y ranas de chocolate (algunas perdidas por el camino), avanzamos en los ejercicios prácticos de Aritmancia que no me simpatizaba como Pociones que las nuevas y desconocidas fórmulas para ciertas enfermedades mágicas tenía muy buenas notas en esta asignatura. En tanto, Greta exprimía sus neuronas para acabar con el trabajo que debía entregar en la próxima clase como examen final, yo iba pidiendo la cuenta de nuestro almuerzo a un camarero.

-¡Por todos los magos!-exclamó mi amiga golpeando la mesa, pegué un saltito sin esperar que se enfadara.- Ya olvidaba lo complicada que es esta materia, y tendrás tres años más con niveles.

-¡Ah, qué tranquilizador...!-dije con sarcasmo, ella asintió con la cabeza.

-Solo, te quedan tres días para presentarlo.-comento Greta pensativa, tomo una pergamino de su bolso y una pluma escribiendo la rebelde formula.- Intentaré resolver en esos días, tú hazlo a tu cuenta. Luego, podremos compararlos y así encontraremos la respuesta.

-A veces, piensas, Greta.-bromee, ella me clavo sus ojos castaños sobre mí , hundiéndome de hombros.- Solo, estoy molestando, amiga.

El camarero vino con la cuenta, le di el pago agradeciéndole su buena atención. Sonrió, y se despidió. Miré a Greta guardando sus cosas con un hechizo, igualmente use mi magia para salir pronto. El día soleado se prestaba para pasear por la feria de artesanos entre joyería, tejidos y objetos de madera, arcilla y mosaicos elaborados con paciencia, dedicación y persistencia. Greta se disculpo, tenía una cita con su joven francés que lo trasladaron al hospital como medimago especializado en neurología y mi amiga le enseñaba rumano. Algo que yo seguía estudiando con Charlie, comenzando a convertirme en una gran conocedora de idiomas, ya me confundía con algunos.

Me dirigí a la feria no muy lejos de mi ubicación alrededor de tres cuadras se abría una diagonal iniciando las tiendas de la feria con varios colores en los toldos, letreros de categorías de producción y los dependientes se acercaban ofreciendo algunos dulces artesanales, en especial el chocolate y los caramelos de regaliz eran deliciosos. A unos minutos, llegué a la peatonal de artesanos recorriendo las primeras tiendas aceptando algunos productos orgánicos como jaleas de fresa y arándanos, caramelos de miel que tome varios para guardar en mi jarro de dulces. Disfrute los cálidos rayos de sol caer sobre mí, la calidez y la poca humedad del ambiente al aire libre me agradaba, por lo menos mi cabello no se volvía tupido y el agobio era menos estresante. Así era el clima en Amarghu, excepto los días lluviosos que eran torrenciales.

Ya caía el atardecer, volví a casa con unas bolsas de verduras y frutas, algunos chocolates rellenos de mantequilla de maní y otros eran muy amargos, mis favoritos. En la feria, conseguí un libro de Psicología Infantil resultando un nuevo autor, Evan Winster casi desconocido tan solo leer la contraportada llamo mi atención. Acomode los alimentos con magia en la nevera, tomé uno de los chocolates dirigiéndome al salón encendiendo las luces con un chasquido de dedos. Luego, prendí el fuego en la chimenea ya que la casa era grande que no conservaba el calor, era muy fría. Me senté con pesadez sobre el sillón, estirando mis piernas sobre la mesa ratona de madera de roble. Abrí el libro en la entrada del prólogo, que normalmente, hablaba sobre todo el contenido.

Escuché un extraño ruido a mi alrededor, distrayéndome de mi lectura. Me reincorpore sosteniendo mi varita ante cualquier intruso, sea quien sea estaría jodido. Miré a todos lados, paseándome por la sala. Nuevamente, el sonido sonó a mis espaldas proviniendo del fuego de la chimenea, giré sobre mis pies viendo las brasas moverse rápidamente, así fueron formando la imagen de la cara de un persona resultándome muy familiar.

-¿Padre?-dije dubitativa, me arrodille sin antes recoger mi cabello en un moño rápido.

-Hija, lamento no ponerme en contacto contigo en este mes.

-No pasa nada, entiendo que las cosas en Inglaterra no estén muy bien.-dije con una sonrisa.

Comprendía que las tensiones en la comunidad británica estaba siendo afectadas por los participantes del Torneo de los Tres Magos. Me informaba en los periódicos del país que mi compañera traía de sus negocios ilegales, pero, no compraba especias ni joyería fallada era arriesgado. Lucius Malfoy tenía un timbre de voz agobiado, preocupado de los sucesos ya conocidos. Pregunté por mi madre y mi hermano, respondiéndome que ellos me extrañaban esperando que les visitara en vacaciones, lo muy seguro porque echaba de menos a Draco aunque la relación no era la mejor, era mi familia después de todas las diferencias y recriminaciones. La familia es la familia.

-Padre, ¿por qué me llamas? ¿están todos bien?

-Ernestine...Necesito que tomes un viaje en traslador a la mansión, cuando termines con tus estudios. Es importante, no puedo explicar en esta comunicación.

-Estás asustándome, padre.

-Solo, obedece y empaca tus cosas al finalizar tus exámenes.

Quise replicar, la llamada se extinguió dejando las brasas en su naturalidad. Retrocedí unos pasos, mirando el entorno silencioso y las lechuzas ululaban en la noche. Solté un largo suspiro, mi padre nunca actuó de esta manera preocupante ni temerosa conmigo. Más bien, pidiéndome un apoyo ante una crítica situación sin explicaciones. Era confuso, imagine varias cosas en mi mente como si Draco estuviera enfermo, mi madre cayera en una crisis de nervios o solamente, querían verme. Ninguna me convencía del todo, porque mi instinto de bruja me aseguraba que el problema era más grave.

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora