22. ¿Qué harás, Ernestine?

211 23 3
                                    

Todo lo que veía en él era diferente a mis otras experiencias con chicos, especialmente que Charlie tuviera otra orientación sexual. Y, me daba muchas cosas para pensar. Ahora, dormía a mi lado, abrazado a la almohada murmurando entre sueños. Me acomodé de un lado, viendo en las sombras el perchero de mis bolsos y pañuelos. Suspiré suavemente, si todo esto giraba de este modo, terminaría volviéndome loca en nada. No muy convencida de ejecutar mi plan, porque tenía pensado que podría ser la respuesta que necesitaba, o simplemente, traería más problemas a mi vida.

-Mamá...-pensé en voz alta, tapé mi boca rápidamente. Charlie seguía durmiendo como morsa bajo el sol.

Mi madre era una mujer consciente de sus acciones, llena de vida y dispuesta a dar todo por su familia. A pesar, que tuviera sus defectos como todo ser humano, sabía que ella podría ayudarme cuanto pudiera. Juzgaría mis pensamientos, debía arriesgarme a recibir su reprimenda y luego, su honesta palabra de la situación. Sería cuando Charlie se marchara a su empleo, así podría conversar con ella sin problemas.

De a poco, dejé caerme en los brazos de Morfeo y la suavidad de las mantas de invierno.

Al día siguiente, desperté con los rayos de sol pegando en mi cara. Pestañee varias veces, viendo las persianas abiertas. Supuse que Charlie se había levantado primero, me acurruqué en la cama, mirando el reloj y eran las ocho de la mañana, dentro de dos horas tenía que entrar a la universidad. Charlie tenía algo de tiempo para quedarse conmigo. Me senté en la cama, mi cabello estaba enmarañado y desprolijo. Di un largo y fuerte bostezo, estirando mis brazos, gruñí sintiendo el ambiente algo frío.

-Hola, bonita, ¿cómo dormiste?-pregunto Charlie apareciendo en la entrada con una bandeja suspendida en el aire con el desayuno en ella, sonreí sonrojada.

-Muy bien.

-Espero que tengas hambre.

-Demasiada.

Charlie se sentó cerca dejando la charola en el aire, la tetera sirvió su contenido en dos tazas blancas y luego, algo de leche tibia. Tomé una de las galletas horneadas por él. Ahora, sentía culpa por pensar mal. Y, tampoco podía perdonar que Charlie intentara meterse con otro chico, mientras estábamos empezando algo lindo y posiblemente, duradero.

-Charlie...

-Dime.

-¿Qué paso esa noche con ese joven?

Él se quedó callado, tomó su taza de té bebiendo sin responderme. En cambio, su piel pálida se torno rosada en este momento. Arquee una ceja, deduciendo que él había pensado besarse con ese chico y olvidarse de mí. Eso me dolió. Agaché la cabeza, mirando la taza en mis manos, el líquido verde tembló mientras intentaba no romperme frente a él. Definitivamente, necesitaba aquella charla con mi madre.

-Lo siento, Ernestine...Debí pensarlo mejor, solo...

-Exacto. Piensa antes de actuar.-le gruñí, los nervios provocaron que la taza se quebrara sin llegar a romperse en mis manos.- Voy a bañarme, y cuando regrese quiero que no estés.

Charlie alzó sus cejas sin esperar que le echara de tal manera fría. Sin embargo, él debía entender que me lastimo y me falló tanto yo había traicionado su fe aquella vez con Heffer en el jardín de Alemania.

-Ernestine, realmente no quiero perderte.

Levanté mis ojos verdes, torcí boca en una sonrisa de burla. Charlie dejó la taza sobre la bandeja, desapareció luego de decirme eso. El silencio quedó rondando a mi alrededor, dejé mi bebida sobre el aire de la charola de madera de roble, apartándola de mi lado. Me reincorporé, buscando un conjunto en mi closet seguidamente, me metí en el baño para bañarme esperando aclarar mi cabeza.

Bajé al cobertizo, buscando a Taranee en las rocas. Estaba durmiendo serenamente, me senté observándola con cuidado de no asustarla y evitar quedarme sin cejas. Apoyé un codo en mi rodilla, mi mano debajo de mi mentón ¿Cómo podía ser tan imponente, peligrosa y a su vez, hermosa de naturaleza? Había sido un lindo regalo de Charlie, demostraba mucho en reparar el daño en mi corazón. Yo, solamente quería romper todo lo que estaba bien. Cerré los ojos, llorando sin evitarlo. Era una perra sin corazón. Sentí un silbido en el umbral de la puerta, limpie las lágrimas rápidamente. Y, miré a dueño de ese chiflido. Heffer estaba parado, viendo el entorno ambientado para el cuidado y adaptación de Taranee.

-Oh, demonios...-murmuré avergonzada, él tenía idea de lo que ocurría.

-Charlie, ¿no?-dedujo, fácilmente. Hice una seña para que se acercara a mí, paso cerrando la puerta.- Dime, ¿Qué harás con nosotros dos?

-No lo sé.-dije, simplemente. Heffer se cruzó de brazos, aquellos increíbles ojos estaba viéndome con interés, aprecio.

-Pensaba, invitarte a mi casa luego de la universidad.-comento, hundiéndose de hombros.- Pero, veo que las cosas con Weasley están mejorando...Y, no sé si competir con mi mejor amigo.

Tragué saliva, estaba sonrojada de pena. Miré a Heffer, estiré mi mano sin llegar a tomar su rostro. No podía seguir este juego, no soy esto.

-Será mejor que piensas una respuesta para decidir quién es mejor para ti...¿Yo, o Charlie Weasley?

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum