34. Dos meses después

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Mi cuerpo estaba enredado en las cálidas sábanas sin ganas de salir de la cama para empezar la rutina del día, sin más había que realizarlo. Me acurruque a un lado, no estaba sola sino, que estaba acompañada de los fuertes brazos de Charlie rodeando mi cintura con presión de no escaparme de su lado. Él era un dormilón, y estaba confirmado. Lo mejor de la vida era ver a tu persona favorita durmiendo a tu lado, ver sus muecas entre sueños y sus ronquidos. Traté de no molestarlo, separándome de su abrazo soñador deslizándome fuera de la cama sin hacer ruido.

Salí de la habitación con los pies descalzos, el suelo era alfombrado manteniendo el calor interior de la casa a diferencia del temporal invernal de comienzos de febrero. Había pasado dos meses y media semana reconstruyendo mi relación con Charlie compartiendo los momentos que debieron ser afectivos, comprensivos y leales. Solamente, seríamos la pareja que rompe el molde entre familias enemigas. Sonreí, bajando las escaleras a la cocina sintiendo que mi estómago estaba rugiendo, era común levantarme en las mañanas con gran apetito. Coloque la tetera en el fuego, mientras pensaba que podría cocinar o si tenía algunas galletas en las alacenas. Tras unos breves minutos, estaba preparando el té para Charlie y el mío con unas galletas que logre encontrar en un recoveco del mueble, estaban sin abrir. Hechice la bandeja subiendo al dormitorio, encontrándome al muchacho semi desnudo, recostado en la cama viendo unas revistas de Corazón de bruja, la última edición semanal británica.

- ¿Cómo dormiste?- le pregunte a Charlie, colocando la charola sobre la cama, levitando sobre ella.

-Perfectamente, más si ejercitamos un poco.

-Charlie...

-¿Qué pasa?

Sonreí sonrojada. Le entregué su taza y luego agarre la mía, el delicioso té de amapolas que conseguí en una pequeña y casi abandonada tienda tenía una buena calidad. Ya sabía dónde ir en la próxima. Charlie bebía despacio, mirándome a ratos como si fuera que tenía una idea que desafiaría nuestra relación. Pude percibir esa propuesta que traería dificultades lo muy seguro. Quizás mi novio quería presentarme a su familia de origen, aunque los gemelos conocían nuestra relación aceptándola sin juzgar. Pero, ¿Cómo reaccionarían sus padres y demás hermanos? Mi apellido jodía toda mi existencia como bruja y también como persona.

-No, Charlie.-dije, negando con la cabeza.- No estoy preparada para ver la decepción y el desprecio de mi padre creciendo cada día. Ya fue difícil convencerlos, pero...¿Qué acepten nuestro noviazgo? ¿Crees que mi familia puede diferenciar las buenas intenciones de las personas?

-Mira, cariño. Todo lo que has atravesado en estos meses, estas inseguridades y esos miedos a confiar en la gente después de todo, terminaste siguiendo tu instinto de corazón de dragón.- animo Charlie, extendiendo su mano para acariciar mi cabello rubio.- Tu familia no va a cambiar, serán los mismos condenados a vivir en su fortuna, en vez de abrir los ojos y contemplar los detalles de la vida misma...Ahora, ¿Tú, quieres ser la condenada que lleve un secreto, o quieres ser la bruja que enfrenta todo tipo de guerras?

-Yo no quiero ninguna, Charlie.

-Tienes miedo, puedo verlo.-dijo, alejando su mano y dio unos sorbos a su bebida caliente.

Me quede callada viendo a mi novio tomar su desayuno mientras continuaba leyendo la revista importada que le compre a una compañera de clases. Cada vez, que el chico tomaba algo cercano ya sea una revista, un lapicero o un libro era una manera de demostrar su desacuerdo, evadir a la persona a su lado. Asique, no dije nada y bebí de mi taza saboreando ese dulce casi empalagoso gusto de amapolas con un poco de miel en mi paladar.

Miré con disimulo a Charlie sosteniendo su taza de té en una mano, estaba sentado en forma de indio observando una página de la revista sobre su falda. Estiré mi cuello hacia aquel reporte donde los rostros de los participantes del Torneo de los Tres Magos estaban pasando a la última fase del juego entre los tres colegios mágicos. Ya había dejado de interesarme, pero estaba jugando Cedric Diggory uno de mis amigos y compañero de curso en Hogwarts. Tenía la esperanza que él podría demostrar que era el verdadero campeón del Torneo de los Tres Magos. Charlie no se molesto en dejar que leyera con él, mientras terminamos de desayunar y pensábamos sobre algo para divertirnos, ya eran las vacaciones de invierno de ambos.

A la tarde, estábamos en el cobertizo haciendo la limpieza mientras Taranee dormía en su enorme roca, rodeada de huesos de animales de granja que se molestaba en cuanto querías tomarlos y desecharlos. Era sus únicos juguetes, así tuve que aceptar en no quitar su única distracción. Charlie estaba a unos metros reparando unos cables de la luz que Taranee rompía cuando dormía ya que sus cuernos eran altos con un poco de altura de la dragona terminaba golpeando el foco y estallaba. El sudor de la frente del chico brillaba con la tenue luz del día con el frío atravesando la entrada y el calor de Taranee enfrentándose como reconocidos enemigos naturales. Charlie termino de repararla con unos nuevos vidrios más gruesos, intentando que el invento funcionara y no estar recuperando la anterior tantas veces, casi desesperante. Cuando, Charlie me miró descubriéndome perderme en su perfil, en sus brazos y su piel bronceada, tatuajes y quemaduras que cualquier joven mujer pediría un abrazo de su parte.

Sonreí.

-¿Qué?-dijo él.

-Te ves muy bien trabajando como electricista.-bromee.

-¿Y, tú? La chica rica que aprendió a levantar la cebada y limpiar el nido de un dragón.-terció con un guiño.- Ahora, sos una campesina con éxitos en agricultura y ganado.

-Ya me siento como un elfo doméstico.-dije con sarcasmo, cruzándome de brazos. Mi novio tocó mi nariz con suavidad, y me beso en la mejilla.

-Sería la relación más rara que haya tenido en mi vida.

Charlie paso por mi lado, tenía el foco de luz en su mano enseñándome su improvisación para que el vidrio resistiera más a los cuernos y saltos de Taranee con mucha suerte. Me preocupo un poco que la joven dragona fuera lastimada por algún chispazo, pero ellos tenían una corteza de piel demasiado gruesa por algunas razones soportaban el calor, vientos y tormentas. Una pequeña lámpara de techo no dañaría su piel sin tener una cúpula. Solo, era el foco.

-¿Quieres volar?-preguntó Charlie limpiando sus manos en un trapo, quitándose la grasa y el aceite de estas.- El clima está despejando, y hay un sitio que debes conocer antes que la noche caiga.

-¿Cómo es?

-Es una sorpresa. Solo, sígueme.

Charlie Weasley y yo salimos del cobertizo, bloqueando la puerta y algunas pequeñas ventanas quedaron abiertas para el bienestar de la dragona. Sin duda el cielo estaba templado con nubes rodeando las cimas de los cerros, el sol cayendo en finos rayos contra nosotros. Habíamos pasado dos días con intensas lluvias que no daban fin para salir de la casa. Acepté su invitación, buscamos nuestros escobas voladoras mirándonos con cada vez que uno de nosotros tenía buena intención para sorprender. Sin embargo, Charlie era más experimentado en el pequeño pueblo de unos cien mil quinientos y tres habitantes alrededor de dieciséis kilómetros cuadros. Era muy pequeño, pero el paisaje y sus lugares emblemáticos no se comparaba con nada igual como Rumania.

-¿Estás lista?-preguntó el chico pelirrojo, observándome con esa profunda mirada que decía mil cosas sin modular palabras. 

-Siempre.-respondí con un guiño.

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora