7. La tenue luz de la luna

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Comenzaba a molestarme la exageración del color dorado, me recordaba a los leones de Gryfflindor. Solo, que esto se trataba de un palacio restaurado y perdido en las guerras mundiales. Cuando, los magos y brujas eran perseguidos por los militares alemanes se escondieron aquí, formaron un domo mágico, con todos los hechizos de protección. Y, todos los grandes pinos rodeando los terrenos, los pequeños lagos artificiales con criaturas acuáticas fortaleciendo las posibles intervenciones de muggles. Pero, admito que extrañaba Hogwarts; cuando Sophia me invitaba a la biblioteca para espiar a Sid, o los entrenamientos de mi hermano; la rivalidad de Weasley y Malfoy en los pasillos donde terminaba siendo la victima de las bromas de los gemelos Weasley.

Sin embargo, el color dorado simbolizaba la pureza y la riqueza. Debería ser parte de mis raíces, identificaba bastante bien las características de los Malfoy.

-Es solo un color, Ernestine. ¡Madura!- pensé para mí misma. Sonreí de mis recuerdos, de mis creencias que debían crecer y mejorar.

-Tú, Malfoy...-escuché la voz ronca de Tess, a mis espaldas.

Me encontraba acomodando mi ropa en un armario individual en toda la sala con seis camas de una plaza, y tres de dos. Nosotras éramos ocho, no conocía a las demás chicas de cabellos recogidos en moños tirantes, y trenzas africanas para facilitar sus trabajos con los dragones. Miré el reflejo del espejo de cuerpo entero adherido a una puerta del armario. La chica llevaba su pijama, simplemente era una vieja remera de Chudley Cannons y unos pantalones de algodón. Sonreí, no había nada que pudiera molestarme de Tess.

-¿Qué pasa?-le pregunté con una sonrisa, me giré y las puertas del ropero se cerraron solas.- ¿Está todo bien?

Tess me estudio entrecerrando los ojos, estaba de brazos cruzados y las clavículas apenas se marcaban, tenía un tatuaje en latín en cada una, decían; Debajo de la balanza/ esta el caos.

No sabía muy bien a qué se refería. Tal vez, ella había estudiado historia de la magia o solamente, entendía que trabajar con lealtad entre dragones y magos, podría causar el caos con un simple error.

-¿Acaso piensas que perteneces a este lugar? Rumania es mucho para ti, niña.- dijo Tess ásperamente.

-Lo sé.-asentí dándole la razón, me hundí de hombros rodeándola. La chica aferró mi brazo con demasiada fuerza, hice una mueca de dolor.- ¡Suéltame!

-Volverás a tu mansión, con tus papis millonarios y olvídate de Rumania.-me amenazó con una indirecta, le fulminé con la mirada acercándome a ella. Estábamos cara a cara, sus ojos estaban impresionados.

-Entonces, tendré que correrte de mi camino.-le corté con una voz arrastrada, estaba molesta.

Me zafé de su mano con fuerza, ella se quedó callada mordiendo su labio de impotencia porque, algunas de sus compañeras estaban observando con confusión, y otras desaprobando su actitud tan infantil. Podría decirse que tenía competencia, de qué y porqué, no lo entendía. Tess era extranjera, no era rumana como las demás. Ella venía de una familia de españoles y americanos, terminando de tener su nacionalidad en Rumania (según ella me contó). Por lo tanto, no tenía la sangre pura de los rumanos, no tenía el derecho de amenazarme porque, yo era extranjera. No estaban mis padres a mi lado, no había profesores o amigos para pedir consejos, o que me defendieran. Solamente, era yo contra el mundo.

A la madrugada, me desperté con unos quejidos de una de las chicas. Me preocupaba que fuera una pesadilla, de esos sueños tan realistas que te quedas bloqueado de cuerpo completo. Busqué entre la oscuridad a mi compañera. Estaba ubicada enfrente de mí, ella estaba sentada en la cama. No solamente descubrí su figura esbelta, de cabello pelirrojo como el fuego sino a uno de los chicos alemanes besando su cuello, acariciando su piel y más.

Abrí mis ojos impactada por la escena a media luz de la noche, estaban ardiendo en llamas sin ser precavidos que las demás chicas podían descubrirlos. Esto seguía siendo un colegio encantado que estaba perdiendo su reputación, demasiado grande para pequeñas mentes. Baje de la cama despacio, sin hacer ruido recogiendo mis sandalias dirigiéndome a la salida de puntitas. Abrí la puerta saliendo a hurtadillas, tome aire para que las bisagras no sonaran con un chirrido al cerrarlas.

Decidí pasearme por el primer salón dorado, que vi durante el recorrido a las mazmorras. Pensé, en tomar prestado algún libro de la vitrinas del salón y pasar la noche en vela metida entre hojas, letras, autores especializados en herbologia. Me puse a caminar colocándome las pantuflas por el camino, el piso estaba húmedo y resbaladizo, extendí mi mano sintiendo el viento soplar por los calderas, era caliente y seco.

-¿Ernestine...?-escuché la voz susurrante de un muchacho detrás de mí.

Me frené de golpe, haciendo que chocara conmigo. Era Heffer con su varita mágica encendida, llevaba una remera rojo vino con bordados en los puños y el cuello italiano. Unos pantalones grises descoloridos, con doble ruedo en el final y estaba descalzo.

-¿Eres sonámbulo?-pregunté.

-¡Ja, ja!-sonrió, extendió su brazo como invitación.- ¿Si lo fuera, te hubiera reconocido?

-No...- murmuré sonrojada, rechacé su gesto gentil.-¿Y, por qué estás despierto?

-La tenue luz de la luna me llamó.

Arquee una ceja, retrocediendo de su lado. Heffer se rió, desmintiendo sobre mis pensamientos y me preocupe al creer que era un licántropo pendiente de sus fases. Pero, solamente era un joven que estudiaba las estrellas y cuidaba a los dragones en las madrugadas de sus rondas de guardia. Eso tenía sentido.

-¿En serio, pensabas que tenía poderes sobrenaturales?-dijo él, riéndose.

-Por favor, dijiste "Tenue luz de la luna", Heffer.

-Sí, lo sé.-asintió, sonriéndome.

- ¿Entonces, dónde vamos?

-Estamos en una escuela que se dedican a las plantas y eso, ¿no?

-Un jardín subterráneo...

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCWhere stories live. Discover now