27. Algo de ti

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La puerta de la cabaña se abrió, dejando la tenue luz de unas lámparas de emergencias sobre nuestras cabezas. Pasamos al interior, las paredes de piedras negras parecía cernirse sobre nosotros como montañas. Heffer cerró la puerta, el fuerte viento dejo de oírse alrededor. La casa tenía un sistema mágico que sostenía sus estructuras en buen estado, sin peligro de derrumbe u otro accidente. La abuela de Greta había usado muchísimo dinero para terminar este plano arquitectónico tan lejos del pueblo, las voces no llegaban ni siquiera los secretos podían revelarse.

-¿No habría sido mejor usar un hechizo?-inquirió Heffer, rodee los ojos.

-Cualquier otro podría haberlo deshecho.-le objeté, veníamos hablando de usar un encantamiento para enmudecer el exterior y el interior era quien recibiera toda la información.- Así está mejor, nadie vendrá a interrumpirnos, Heffer. Además, el fin de semana es descanso para los trabajadores.

-¿Acaso propones que pasemos todo este tiempo juntos?-dijo confundido, asentí quitándome mi bufanda y arrojando el bolso sobre el sillón.

-¿Sabes, encender esto?-pregunté refiriéndome a la hoguera.

Después de la fiesta de Greta, mientras el sol iba cayendo estuvimos hablando para que me prestara su morada por este tiempo. Tenía un nuevo plan para Heffer y Charlie, diferentes pero llegando al objetivo de quién podía confiar más, y en quién menos. Asique, Greta aceptó involucrarse en este rebelde plan para definirme. Antes de llegar, fui comentarle a Heffer sobre sus días libres, coincidiendo que sábado y domingo estaban libres en su agenda. Ahora, estábamos pensando como encender la pequeña hoguera de la casa, apenas sabía cocinar fideos y él quería que le ayudara con la salamandra. Pasé a sentarme en el sillón viendo como Heffer murmuraban en rumano, algo como "Siempre nosotros, ellas siempre cómodas". Rodee los ojos, estaba segura que decía tal frase o similar a esto. Me quité mis botas bucaneras, dejándolas a un lado.

-Pensaba en cocinar pollo frito con puré de papa, ¿Qué opinas?-le pregunté, arrellanándome en el asiento.- O, sino, pizza de avena con mucho queso...

-Creo que...¿Sabes, cocinar?-dijo Heffer girando su cabeza lentamente, sonreí encogiéndome de hombros.- Ernestine...

-Sí, sé algo de comida.

-¿Y, todo eso lo conoces o tienes que pedir un chef particular?- Se burló, rodee los ojos e hice un gesto para que se sentará a mi lado. Obedeció, el fuego estaba ardiendo en las nuevas leñas y papel para dar calor a la casa.- ¿Crees que esto está bien, Ernestine?

Me quedé callada, viendo el fuego tan vivo y rojo que me recordaron al cabello de Charlie Weasley. También, me preguntaba si estaba bien escondernos de esta forma de todo el pueblo. Sería un gran problema, si alguien llegaba a descubrirnos juntos causando una mala imagen de Heffer, ya que todos lo conocían desde niño y Charlie perdería reputación en ser el mejor de todos los magizoologos de Amarghu. Yo, era la manzana prohibida del paraíso. Asentí, le prometí a Heffer que seríamos muy cautos en este encuentro.

-¿Confías en mí?-le pregunté, desviando mis ojos de la salamandra a él.- Dragos...

-Ernestine, toma mi mano y nunca te soltaré.

Me ruboricé ante ese cumplido. Heffer rodeo mis hombros con su brazo, apoyé mi cabeza sobre su pecho quedándonos viendo el fuego delante de nosotros, formando figuras que siempre estuvieron entre nosotros. La imagen de un dragón me recordó, que Taranee estaba sola en casa y no podría estar sin alimentos. Intente ocultar esta inquietud, pensando que Greta podría pasarse para alimentarla. Después de unos días, Greta conoció mi casa y también a la pequeña dragona, que se llevaron muy bien. Esperaba que no fuera un lío lidiar con esta criatura. Cerré los ojos, esperando que el corazón de Heffer fuera la única música que acompañará este comienzo de fin de semana.

En la noche, Heffer estaba escribiéndole a su hermana, Caroline Heffer, que estaría el lunes temprano en la casa para cuidar de sus sobrinos. Tuve la curiosidad de saber más de Heffer, dejé que la tetera hirviera en la estufa, había cocinado pan de centeno y cortado unas fetas de jamón, queso y tomate dado que mi idea principal de sorprender a Heffer en lo culinario no salió bien. Quemé el pollo en el aceite, dejando el fuego demasiado alto y al intentar pelar las patatas acabe quebrándome una uña. La situación de novata le pareció muy divertida a Heffer, al menos, le ponía humor a los accidentes y claro que se preocupo por eso. Me senté delante de él, apoyando los codos sobre la mesa viendo como sus cejas se fruncían mientras escribía a su hermana mayor. Él tenía un lindo perfil parecía un pequeño ángel naciendo del destierro.

-¿Cómo se llaman tus sobrinos?-le pregunté al chico, que detuvo su escritura para levantar su mirada azul marina y verme con una sonrisa de burla.- En serio, algún día tendré que verlos...En el pueblo, en un almacén, en la feria...

-Entiendo.-dijo Heffer, deteniéndome en los detalles.- La mayor es Glenda Bones, tiene diez años y sabe tocar el piano con destreza desde los seis. Es muy inteligente, sabe defenderse. Y, la pequeña de cinco años, se llama Pía. No habla mucho desde que mi cuñado murió, cuando ella tenía tres años.

-Lo siento...No quiero incomodarte.-dije, notando que su voz sonaba melancólica.

-Mi cuñado. Era mi mejor amigo, mi compañero de guardias. Jay Bones.

No dije nada, porque no sabría que decirle a una persona que recuerda con tanto y la huella de este joven había dejado en Heffer fue el honor de ser parte de su familia, de no estar solos. Solo, pude decirle que su cuñado y su mejor amigo estaba protegiéndolos del mal. Heffer continuo su carta sin decirme nada más. Me reincorporé encargándome de preparar el té, y los sándwiches (a pesar de todo, lo que comimos en la casa de Greta) eran propios de mis conocimientos previos a la cocina. 

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCWhere stories live. Discover now