9. Una razón para dar

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En el regreso, me cruce a la pareja apasionada, descarada intimidando en público, era lo peor en una persona actuar de este modo sin detenciones ni siquiera tener algo de razón y lógica. Existen lugares privados para experimentar sus cuerpos, y deseos. ¿Qué ganaban con esto? Me daba asco tan solo pensarlo. Agite mis pensamientos, disolviendo los gemidos y suspiros de ellos. ¡Por todos los magos! ¡Ya, para, Ernestine! pensé en mi interior.

-¡Qué lindos gorriones!-me burle llegando a ellos. El chico tenía el cabello rubio cobrizo, pajoso y desprolijo.- Se divierten mucho delante de todos, ¿no?

- Alguien necesita atención, pronto.- observó el muchacho cruzando sus brazos como si fuera que podía intimidarme con esa nariz de puerco y esos ojos saltones. Nada atractivo, era ver a un duende pisando pasarelas. Así de superficial parecía ser él.- ¿Me equivoco? Eso se puede arreglar.

-Todo el castillo escuchó sus asquerosidades- le espeté despectivamente, no toleraba su insolencia.

El chico se carcajeo, su novia le agradaba la situación de estos preciso momento. Gruñí con fastidio, sentía que mi pecho explotaría de algún modo, en cualquier lugar o coyuntura que estuviera viviendo. En verdad, no estaba frustrada por estos dos extraños exploradores carnales, sino que, recordaba lo que ocurrió hace rato con Heffer y su declaración. Y, ese comentario sobre Charlie, sobre sus preferencias. Eso quedó en suspenso como si fuera que interviniera y arruinara la confianza. No pasaría, ni estaba segura de hablar con Charlie sobre esto, podría ser un rumor o una mentira inventada de Heffer.

La pareja terminó de despedirse con un largo y húmedo beso, trabando sus lenguas. Tuve que tragar fuerte para no vomitar sobre ellos. La joven ingreso dándose aires de ser la mujer más afortunada del mundo. Puse los ojos en blanco, no quería pensar más. Me dirigí a mi cama, arropándome y sentí mis mejillas húmedas tras unos segundos, estaba soltando toda la tensión, la carga de sostener todo este nuevo comienzo. Solloce en silencio hasta quedarme dormida.

Al día siguiente, me desperté de golpe con el gran revoloteo de mis compañeras vistiéndose con prisa. Me senté en la cama un poco afectada por la tenue luz de los candelabros de kerosene. Me fijé la hora, eran las siete menos cinco justamente cuando empezaba el bufet del instituto superior ofreciendo sus comidas tradicionales de Alemania. Debía apresurarme o estaría toda la mañana con el estómago vacío. Me incorporé, moviéndome como una snitch en campo de juego y tomé un conjunto de ropa de media estación; una remera de cuello bote, de mangas cortas y por arriba del ombligo, unos pantalones rasgado en algunas partes, de un verde ocre y una campera de jean, zapatillas.

Salí con la chica de anoche, casualmente. La vida no es muy satisfactoria ni consideraba cuando se trata de fastidiarte el comienzo de un nuevo día. Me fije en ella mientras iba por detrás, así poder evitarla en otras ocasiones casuales. Tenía el cabello recogido en una cola de caballo, castaño claro con reflejos rubios platino y su complexión delgada, esbelta y de aspecto de atleta. Diría que era la mujer perfecta para cualquier hombre obstinado y machista, como su novio alemán. ¡Vaya percance! pensé divertida.

-¡Buenos días, querida Ernestine Cassandra!-escuché la voz soñolienta, animada de Charlie acercándose por mi izquierda. Íbamos llegando a la puerta principal, ascendiendo por unas escaleras de piedras.- ¿Cómo dormiste? Yo no recuerdo mi sueño sobre mi tío Billius, eso que nunca llegué a conocerlo...

-No he dormido muy bien, ¿sabes?-le contesté, sonreí.- Tampoco, me enteró de mis sueños. Son pasajeros, toman el tren y nunca regresan.

-¿Por qué? ¿Estás bien?

Fui sincera, explicándole el acontecimiento de la madrugada. Ya sentía mi estómago rugir disgustado, más que hambriento. El rostro pálido, lleno de pecas en los pómulos angulosos de Charlie eran un poema del romanticismo, me reí con ganas y él también, estaba indignado sin preguntar de quienes eran los protagonistas de tal hecho desagradable para los ojos de otros. Atravesamos el portal con el resto de la tripulación rumana, miré entre cabezas pelirrojas y peinados perfectos en las chicas, vi a Heffer a unos metros acompañado de sus amigos que reían entre bromas y anécdotas.

-¿Ernestine?

-Dime.

-Te ves hermosa.-me halago Charlie, ruborizándose inevitablemente. Le agradecí besando su mejilla.- Qui...Quisiera encontrarte todas las mañanas con tu sonrisa irónica aunque no haya nada para argumentar, sino, los sueños inconclusos. También, me gustaría ver tus ojos mirándome como lo estás haciendo, ahora.

-Tendremos muchas oportunidades para compartir esas mañanas, Charlie.-le correspondí, él sonrió con satisfacción.- También, debemos estar dispuestos a darnos, ambos.- le asegure la realidad de esta nueva relación, demostrando que no era un juego de adolescente, era una decisión.- Porque, dar es respetar...

-...Y, respetar es amar.-termino mi frase.

Corazón de dragón 2# Enllamas/CharlieW.xOCWhere stories live. Discover now