13

5.6K 395 28
                                    

Mis piernas y las sábanas estaban metidas en un gran enredo. Literal. Es la posición más extraña en la que me he despertado, desde el panorama me puedo ver como si estuviera protagonizando una de esas películas de exorcismos de bajo presupuesto.

Sólo que, al final de la película la protagonista no se queda con la chica guapa que tengo abrazándome.

Restrego mis ojos con mis nudillos y voy estirándome lo suficiente como para no hacer tanto movimiento y despertarla a ella. Me duele el cuerpo como si hubiera corrido una maratón. Nunca he corrido una maratón pero así debe sentirse. Busco la sabana tratando de arreglarla para taparnos, no tengo idea de que horas sean pero está todo muy silencioso.

Encuentro su mano sobre mi pecho y me permito tomarla para darle un beso, solo porque si, me ha provocado, sus manos talentosas merecen cariño. Repotencio con suavidad nuestro abrazo y dejo mi nariz reposar en su cabello desordenado, con la mano contorneo las curvaturas de su cuerpo hasta llegar a su cabello, donde hundo los dedos y previo a eso dejo un beso. Tocarla se ha convertido en una obsesión, no puedo quitar las manos de ella ni dejar de tocarla ni dejar de besarla.

—Eso se siente rico— murmura contra mi cuello.

—No era mi intención despertarte— no sé por cual razón hemos iniciado ésta conversación susurrando—. Supongo que es muy temprano aún, no hay que salir de la cama todavía, tenemos hasta la tarde.

—¿Me haces propuestas indecentes indirectamente?— el humor que carga al levantarse es increíble.

—Trato de convencerte de que te quedes conmigo todo el día, y quizás de que te guste la idea de hacer cucharita en algún momento, lo que vayamos a hacer en el día escapa de mis  manos— se incorpora saliendo de mi cuello.

—¿Te vas a hacer responsable de todo entonces?— apoya su mentón entre sus manos adueñándose de una postura muy tierna.

—¿De las cosas que se me escapen de las manos?— remuevo el cabello de su rostro. Se ve tan hermosa, no es como si dudara que cuando se levanta en las mañanas se ve de este hermoso, pero verlo en vivo, otro nivel.

—No, de quedarte conmigo todo el día.

—Me podría quedar contigo muchos días— la veo sonreír— ¿Quieres quedarte? Porque si tienes otro lugar a donde estar puedo llevarte.

—¿Y rechazar está oportunidad única e inigualable de hacer cucharita con Lauren Jauregui? ¡Qué va! De aquí me saca la policía, y si acaso tu amiga Alexa.

—¿Y si te saco yo?— acaricio su hombro— A cenar por ejemplo— los nervios me invaden momentáneamente, porque una cosa es que ella haya aceptado tener sexo casual y otra muy distinta es una cita.

—Para la cena falta mucho— no estaba segura de si era una respuesta positiva o negativa.

—¿Quieres desayunar? Podría prepararte algo, se me da bien la cocina.

—¿Qué preparas, cereal y leche?

—Está entre una de mis especialidades.

—Aunque me lo vaya a perder debo decir que me toca a mí hacer el desayuno, anoche trajiste la cena... y además el postre— se me encienden las mejillas por su doble sentido— te lo debo.

—Eres mi invitada.

—Eres mi invitada— remeda de la forma más tierna— Aunque más tardecita Laur, no todos los días puedo despertar en la cama contigo— se echa otra vez a abrazarme y la lleno de besos; quisiera decirle que podríamos despertar juntas más días, pero tampoco quiero asustarla, ha evadido mi invitación a cenar recientemente.

Las charlas después del sexo nunca habían sido tan agradables y cómodas como ésta que acabo de tener. Normalmente amanezco con la cabeza a punto de explotar o simplemente la otra persona o yo recojo mis cosas y a marchar. Supongo que, tampoco es que sean tantas personas con las que he compartido cama, nunca había estado con alguien con quien tuviera tanta conexión que simplemente no quisiera que hubiera un día después porque no quiero que se marche.

Ahora que entra la luz del día puedo ver mejor su cuerpo. Piel morena, tersa, cubierta de algunos lunares, piernas largas a pesar de su estatura; espalda dorada preciosa y su estómago plano, sus senos pequeños, su lunar en la frente. Todo parece que estuviera puesto estratégicamente para el que la vea quedé en tal asombro de que nunca va a conseguir nada ni nadie como a ella.

—¿Por qué me miras tanto? ¿Se está empezando a notar la piel muerta en mi espalda verdad?— su problema con la piel muerta se me hace de lo más gracioso.

— No, nada de eso— me aseguré de mirar bien antes de responder.

—¿Que tanto miras entonces?

—A ti. Anoche no puede apreciarte lo suficiente— le hablo con la verdad.

Parece que le digo algo que la activa, como una descarga de energía, que se incorpora y me agarra de las caderas para ponerme bocarriba sin mucho forcejeo. Luego se sienta encima de mi, recogiendo su cabello en un moño alto, con sus mejillas rosas y la emoción viva en los ojos.

—¿Me puedes ver ahora?

Desde luego que podía verla y del gusto me he quedado sin palabras por lo que le contesté asintiendo. Su silueta frente a mí mostraba en alta definición las curvaturas de su cuerpo, además de que ella se exponía, me daba acceso visual, que pronto fue convirtiéndose en acceso físico, algo tan simple como rozar los pulgares sobre su cadera.

—Eres perfecta.

Fue su turno de observarme. Jamás me había sentido tan expuesta ante la mirada de alguien, no sabía cómo describirlo pero me hacía sentir como que estar desnuda no es el límite de lo que ella ve en mí, que hay más, va más allá, que le gusta, que la hace fijar sus ojos marrones en puntos específicos. Nuestras manos se encuentran encima de su vientre y de inmediato se entrelazan como si estuvieran acostumbradas a acoplarse de tal forma. Se me aceleró el corazón, más que cuando la vi desnuda a la luz del día, se siente más significativo, poderoso, me gusta la sensación de su mano y la mía.

—Si tuvieras que elegir, ¿fueras la cuchara grande o la pequeña?— el tema de acurrucarnos le ha fascinado.

—La grande por supuesto— digo con seguridad, si fuera al revés quedaríamos muy disparejas e incómodas—¿por qué? ¿Lo quieres ahora?

—¿Lo quieres tu?— acaricia mis manos con su pulgares

—Seguro, nunca lo he hecho de todas maneras— mis palabras parecen haberle apagado un poco esa luz que transmite desde que se despertó— Ven a mí— atraigo su cuerpo mediante nuestras manos. Ella se acomoda una vez queda totalmente encima de mí, con su cabeza sobre mi pecho, mantenemos solo una de nuestras manos entrelazadas— Siempre te las ingenias para quedar encima de mí ¿No?

—El destino sabe que estar abajo es lo que te gusta.

No me quedó de otra que reírme y abtazarla. Está burbuja en la que estaba viviendo parecía irreal y susceptible, sin embargo no me importaba en este momento, es el mejor despertar que he tenido en mucho tiempo.

Master Game | CamrenWhere stories live. Discover now