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En medio del abrazo su nariz se quedó pegada a mi cuello, inhalando con calma cada parte de el. No pensé en nada sexual por primera vez, éste era un abrazo distinto, por lo que me dediqué a envolverla en mis brazos y jugar con su cabello. Por supuesto, ella se metió a más de lleno y se dejó caer con todo su peso en mí.

— ¿Estás bien?

— Si, yo sólo... Es que tú, me relajas mucho, todo de ti, no como un tipo de cosa aburrida sino como algo que me llena de paz — ésta vez su timidez me parece de lo más sincero e inocente— además hueles muy rico, eso suma puntos.

— ¿Cómo voy con ese puntaje? — tenía una sonrisa boba en el rostro.

— Superando récords y expectativas — dejó un beso largo y sonoro en mi pecho —. Te ves bien en traje de baño.

— ¿Sólo en traje de baño? — pretendo estar ofendida.

— Sin el traje de baño seguro que te ves mucho mejor — nos quedamos mirando antes de empezar a reírnos.

No podía, y creo que ella tampoco, hacer de algo de segundas intenciones este momento, es lo más íntimo que he compartido con ella y no siento el derecho de volverlo algo que no es. Es diferente, diferente bueno, me gusta su cercanía.

Claro, los pensamientos family friendly no me duran todo el día. No cuando la veo bailar, de esa manera tan sensual; ella baila sola por más que algunos compañeros la rodeen, es como si estuviera en su propio mundo disfrutando de la música y dejándose llevar. Tenía el traje de baño mojado junto con su cabello, al principio cuando salió del agua termal parecía esos perros que cuando los bañan se sacude, había salido invadida por el ritmo de la música, mojando a varios presentes, y luego me mojó a mí, de forma figurativa, empezó a crecer esa humedad mientras la veía bailar.

Moría porque moviera sus caderas sólo para mí, por tomarla de la cintura e igualar su ritmo, sentir su piel que se pondrá caliente en cualquier momento en el que el sudor se haga presente. Quiero lamer su abdomen, que se marca en cada movimiento que da. Nuestras miradas se encuentran, tiene una sonrisa de esas que expresan que está pasando el mejor momento de su vida, y me guiña el ojo, provocando que muerda mis labios al instante.

Eventualmente los pocos compañeros que habían asistido fueron marchándose, además de que Dinah les dio el incentivo de que lo hicieran, se la pasó diciendo muy seguido que solo habían tres cuartos amueblados en la casa, lo que no era cierto, pero ella decía que mientras menos mejor. También dijo, levantando las cejas de esa forma pervertida que sólo ella sabe hacerlo, algo como que el que come sin hacer ruido puede comer más de dos veces. Vi a Camila en una movida no tan extraña, que al final no era nada del otro mundo, todos estaban yéndose y aunque nos llevásemos de maravilla no éramos tan amigos, y no tenía nada de malo que ella estuviera buscando un aventón para irse.

— Oye— me apresuré a su lado— ¿te me vas a ir?

—No hay mucho espacio para quedarse— se encogió de hombros.

—Sabes que puedo hacer espacio para ti, nada más se van a quedar mis amigas— también me encogí de hombros, la idea de que se fuera me quitaba el buen humor y me ponía un poco triste.

—Así que me harías un espacio— sonríe coqueta— ¿tanto quieres que me quede contigo?

—Sí, quiero decir, no— bajo la mirada—. Sólo decía, que como yo te traje era conveniente que te vinieras conmigo. Pero si no te quieres quedar yo entiendo, espero que te haya gustado y que la hayas pasado genial— me cuesta, pero no la puedo obligar a nada, la idea de vivir esto que me produce ella y sólo ella es que sea algo consensuado.

—Me la he pasado más que genial— dice con emoción tomando mis manos, luego se me acerca, más de lo que estábamos ya—. La verdad es que estaba buscando aventón porque no me habías invitado a quedarme. Eso y que Dinah Jane ha repetido mucho que no hay sitio.

—Dinah dice puros disparates— ella lleva mis manos a su cintura y las pasa hasta quedar en su espalda, la cual está fría y solo cubierta por su traje de baño. Me he dado cuenta de que a veces ella quiere cosas que no dice, y las demuestra con acciones, lo que quiere en este momento es que la abrace.

—¿¡Eh, Camila, te vienes!? — le grita Peter, el que supongo le iba a dar el aventón.

—No Pete, gracias, Jauregui me va a llevar.

Peter nos mira un tanto asombrado, y por un momento el pánico se apodera de mí y quiero apartarla, no me acostumbro aún a esto, lo que sea que pueda o no pasar entre nosotras, a mostrarlo en público. 

Master Game | CamrenWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu