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De por si nunca he sido muy afectiva en público con nadie.

Pero es ella, por la que he ido apartando los prejuicios poco a poco, así que con una mano en su cintura, a la que empujo bien a mi cuerpo en un abrazo, me despido con la mano libre que tengo de Peter y de los otros que van siendo escoltados por Alexa hasta la salida.

— ¿Trajiste más ropa para cambiarte? — aparto el cabello que la brisa va colocando en su cara.

— ¿De verdad vamos a dormir con ropa? — pasa sus brazos por mi cuello, son esa sonrisa divertida, y ya casi puedo seguirla en su juego mental.

— ¡Ah! ¿Es que vamos a dormir? — le sigo el juego, que por supuesto he pillado bien que nada iba en serio, porque automáticamente nos hemos empezado a reír.

Pero la risa cesa. Lo que se dice en juego puede decirse en serio, que no quiero dormir con ella y menos con ropa, que quiero explorar más la suave piel que estoy tocando, la cual se le ha erizado, sus vellos dejándola en evidencia. Los ojos le brillan mirándome, está concentrada, mirando directo a mis ojos, que de pronto se manifiesta en mi millones de cosquillas y un calor en las mejillas. Se me acelera el corazón, el puto corazón se me va a salir, por qué me mira así y por qué no puedo dejar de mirarla yo. Justo cuando creo que va a decir algo se viene hacia mi cuello y ahí se esconde ¡No! ¿Por qué ha cortado nuestras miradas?

—Tengo frio— dice.

— ¿Quieres entrar? Tengo un abrigo en la habitación que voy a ocupar — paso las manos por sus brazos fríos tratando de calentarla— ¿Quieres comer algo? Puedo hacerte un té, chocolate caliente, un batido de banana.

—Quiero darme un baño, siento que mi cabello huele a huevo podrido— su aliento pega contra mi cuello cuando la siento sonreír.

—Mmm... a ver— empiezo a olerla, innecesariamente porque ella huele genial, pero necesariamente porque estoy colando mi nariz por su cuello y estoy haciéndola reír.

— Ya Laur, basta— trataba de alejarme de ella y había dos impedimentos, el primero que ella de verdad no estaba intentándolo y el segundo que yo no quería hacerlo.

La sostuve más fuerte contra mí y en un arrebato que surgió de lo más profundo de mí empecé a llenarla de besos, por todo el cuello, por toda la cara, tantos que ella empezaba a dejar de resistirse y ahora eran más ordenados. Le besé la frente, fui bajando por su tabique y luego a la punta de su nariz; el corazón otra vez me estaba latiendo con fuerza, y en mí estaba creciendo la ansiedad de probarla, porque la tenía ahí servida en bandeja de plata, con una sonrisa genuina que grita que le gustan mis besos. Me lamí los labios y pegué mi nariz a la suya, acto que hizo que ella comenzara a mover su nariz sobre la mía, y con una sonrisa juguetona diera un beso en la comisura de mis labios que me hizo aguantar la respiración.

—Voy a tomar ese baño que tanto quiero, para después obtener otras cosas, que también quiero.

Master Game | CamrenWhere stories live. Discover now