Cisne escondido

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Estaban en un centro comercial que quedaba de camino al trabajo.

Ella entró en una tienda de Armani y las vendedoras corrieron a atenderla. Todos la conocían y no querían una mala crítica. Una crítica de Cecilia Leone podía hacer que cerraran la tienda sin que siquiera tuvieran tiempo de pestañear.

—Bienvenida, señorita Leone. ¿En qué podemos ayudarla? — dijeron dos muchachas a manera de coro.  Shawn trataba de ocultarse detrás de la morena. Las muchachas con su actitud de superioridad y aspecto de modelos de pasarela lo intimidaban.

—Quiero tres camisas color blanco de manga larga en un talle cuatro, una azul, una bordó, dos azules marino y cuatro negras. Dos pantalones  informales color negro en un talle 38, un pantalón de punto elástico en azul marino, dos pantalones de lana con pinza y elástico en la cintura,uno café y otro negro. Y dos chándales negros, una sudadera blanca con el logotipo de esta temporada, una negra lisa, una roja y una salmón todas talla XL.  Ni se te ocurra traerme con capuchas porque eso es temporada del año pasado.  Después, dos vaqueros de la línea Slim en negro y dos de la línea J45 en tonos clásicos y, por último, un surtido de camisetas mangas cortas de esta última temporada. Para mí, un vestido de verano negro, una chaqueta roja la MC que sale a la venta la próxima semana, unos tacones a juego y un bolso que está en aquél maniquí.

Las muchachas trataron de anotar a toda velocidad lo que decía la mujer en el tono más verborrágico que había usado en su vida y luego salieron corriendo en busca de las prendas. Corrían a toda velocidad, de un lado al otro de la tienda.

—¿Era necesario tanta ropa? — preguntó Shawn  un poco preocupado porque sabía que por su cuenta bancaria no podía permitirse eso.

—Tranquilo, novato. Esto va por la empresa. En años jamás pagué la ropa que uso. A mí me pagan por usarla — dijo con total naturalidad.

En minutos las mujeres trajeron todo lo mencionado y se lo mostraron al ojo crítico de Cecilia.

Ella tomó un juego de prendas y se lo dio al castaño.

—Vístete —le ordenó apuntando al probador. — Lo demás factúrenlo y prepárenlo para llevar.

Shawn obedeció y se metió en el probador. Unos segundos después,por debajo de la cortina, apareció un cinturón,  un par de zapatos de su talla y unos bóxers.

—Te harán falta — la voz de su jefa repercutió al otro lado.

Se quitó toda su ropa vieja y holgada y comenzó a vestirse. Todas aquellas prendas eran extremadamente ajustadas. Se preguntaba cómo hizo su jefa para saber qué talle era, aunque el pasatiempo favorito de aquella mujer era desnudarlo así que eso le sirvió.

Terminó y se observó en el espejo. No se reconocía. La imagen que le regalaba aquél objeto no podía ser real. Tenía miedo de salir del probador, de  cómo reaccionaría Cecilia al verlo. Ése ya no era el Shawn de los  suéteres  de abuelito.

Salió del probador donde lo esperaba Cecilia, enfundada en su ropa nueva,con la cual se veía atractiva y formal.  Los ojos de la morena se abrieron enormes y también los de las dos chicas de la tienda. Había entrado un nerd y salio un dignísimo modelo de Armani. El conjunto que había elegido la morena consistía en una camiseta blanca, cazadora azul marino, pantalón ajustado negro y zapatos a juego. Era sencillo pero el cambio era rotundo.

—Me encanta. Te ves caliente, amor — dijo Cecilia en voz alta en un pequeño ataque territorial al ver la mirada libidinosa de las vendedoras.

—Gracias — contestó ruborizado y con otra sensación  que no sabía describir. Podía tal vez sentirse atractivo.

Sweaters Boy ||S.M||Where stories live. Discover now