Primer día

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—Becario, la jefa quiere verte en su oficina .— Lucía, la secretaria autoritaria,le habló al castaño que todavía no terminaba de sentarse en su posición.

—¿A –a mí?— Tartamudeó apuntándose con su dedo índice  y comenzó a temblar como cuando tenía que hablar en público. Caminó hasta la entrada de la oficina, donde la morena estaba con su nariz sumergida en una taza de café mientras observaba algo sobre su escritorio.

Shawn golpeó el vidrio suavemente. Las manos le sudaban. Ésa mujer le daba miedo y todavía no la había conocido.

—Necesitas una invitación formal para pasar, muchacho — La voz salió de dentro de la oficina,gélida y severa.  Un nudo se formó en el estómago del castaño y éste entró.

—D–disculpe, no...—

—Disculpe, disculpe, no sabía si entrar, no quería molestarla, soy nuevo, amo su trabajo, usted es mi mayor admiración, etc, etc, etc. — Lo interrumpió la mujer quitándose las gafas y apretándose el puente de la nariz en señal de fastidio. — Ahórrate eso,becario,ya que eres el quinto que pasa por la oficina este mes, así que si quieres mantener tu insignificante trabajo y hacer carrera en mi empresa trata de no ser un lamebotas.

—S–sí — Tomó asiento ya que la mujer le hizo un gesto para que lo hiciera.

Cecilia rodeó el escritorio hasta quedar frente a la silla del muchacho descansando su cuerpo sobre el mueble y lo miró detenidamente. Era un muchacho totalmente desarreglado y sin sentido de la moda o estética. ¿Realmente ése era el mejor en su trabajo?

—¿Sean? ¿John? Bueno como sea, dejémoslo en becario, dime ¿por qué la revista Icon? Tienes 5 minutos y,si no me gusta tu respuesta, ni te molestes en desempacar tus cosas. —La morena se cruzó de piernas haciendo que su falda ajustada se levantara dejando ver el borde de encaje de sus medias. Shawn no entendía porque su cuerpo reaccionó a eso en aquél momento, eso no era un buen momento.

— Y–yo ...— Aclaró su garganta.— Yo no elegí su revista. Su revista me eligió a mí porque soy el mejor en lo que hago.

Esa mujer buscaba alguien diferente,así que le dio una respuesta diferente al común. Si se equivocaba y,teniendo en cuenta su mala suerte siempre se equivocaba, ya había perdido el trabajo. Pero si tenía razón tal vez podía ganarse un poco a la bruja.

Cecilia lo miró con su mejor cara de póker. Ninguna expresión amenazaba con hacerse presente.  El castaño comenzó a mover su pierna izquierda de manera nerviosa. Una pequeña sonrisa apareció en la comisura de los labios de la muchacha.

—Por hoy te quedas, becario .— Le dio la espalda para tomar algo del escritorio. Los ojos de Shawn se clavaron en aquéllas redondas caderas y perfectamente formado trasero enfundados en aquella falda negra de piel que estaba a escasos centímetros de su rostro. Tragó grueso y pensó en su tía Julia cuando le pide que le ayude a ponerse ungüento en la espalda, eso serviría para calmarse. —Toma, éste es tu itinerario y las entregas del día las necesito en mi escritorio para las 8. No me gustan los retrasos.

Se acercó al rostro del muchacho, el cual se olvidó de como se respiraba por un segundo y asentía frenéticamente.

—Sí, jefa — Dijo cuando encontró su voz.

—Muy bien, ponte a trabajar porque no te pago para que me mires el culo.

En ese momento, Shawn casi se desmaya. ¿Cómo se había dado cuenta que la había mirado?

—Y–yo... yo no...— Las palabras no salían de su boca. La cercanía de aquélla hermosa mujer y la imagen de su trasero que había vuelto a su mente lo culminaron.

—No me molesta que mires —La voz gélida cambió por una caliente. Era como una brisa de verano en sus oídos. — Pero me gusta más cuando tocan. —
susurró en el oído del muchacho y luego se alejó como si nada hubiera pasado, sentándose en su silla y mirando sus papeles.

Shawn quedó petrificado en su sitio.  Podía jurar que tenía un problema en los pantalones y que estaba completamente confundido. ¿Qué demonios había sido eso?
—¿Todavía sigues aquí? —Cecilia lo miro por sobre sus gafas de lectura.

Y Shawn en un rápido y torpe movimiento se puso de pie con dirección a la puerta. — Becario.

Se paró en seco antes de salir.
—¿Sí?

—Te olvidas algo. —dijo apuntando los papeles que dejó sobre su asiento.

—Lo siento, ya me voy. Disculpe, tendré los trabajos terminados para las ocho en punto. — contestó haciendo pequeñas reverencias torpes mientras caminaba hacia la salida.

Sweaters Boy ||S.M||Onde histórias criam vida. Descubra agora