IV pt.8

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-¿Vas mucho a la taberna? -me preguntó. 

-Pues si -contesté con desgana-; ¿qué va uno a hacer? En fin de cuentas, es lo más 
divertido. 

-¿Tú crees? Puede ser. Desde luego, la embriaguez, lo báquico, tienen su misterio.
Pero me parece que la mayoría de la gente que anda sentada en las tabernas no tiene
idea de eso. Me da la impresión que precisamente el meterse en las tabernas es algo
muy adocenado. ¡ Lo bueno sería pasar la noche entera con antorchas encendidas, en
una verdadera orgía desenfrenada! Pero eso de tomar un vasito tras otro no creo que
sea muy interesante, ¿no? ¿O acaso puedes imaginarte a Fausto sentado noche tras
noche en la taberna? 

Yo bebí y le miré con hostilidad. 

-Bueno, no todos somos Fausto -respondí secamente. 

Me miró un poco sorprendido.
Luego se echó a reír con la frescura y la superioridad de siempre. ¡Bah! ¿Para qué discutir?
En todo caso, es probable que la vida de un borracho y libertino sea más
animada que la del ciudadano intachable; y además -he leído una vez- el libertinaje es la
mejor preparación para el misticismo. Siempre son hombres como San Agustín los que
se convierten en profetas. También él fue antes un disoluto y un hombre de mundo.
Yo sentía desconfianza y no quería dejarme dominar por él. Así contesté muy
indiferente: 

-¡Sí, cada cual según su gusto! A mí, si quieres que te sea sincero, no me interesa ser
profeta o algo parecido. 

Demian me lanzó una mirada inteligente con ojos ligeramente entornados. 

-Querido Sinclair -dijo lentamente-, no tenía intención de molestarte. Además,
ninguno de los dos sabemos con qué fin vacías ahora tu vaso. Pero aquello que tienes en
tu interior, aquello que conforma tu vida, silo sabe; y es bueno tener conciencia de que
en nosotros hay algo que lo sabe todo, lo quiere todo y lo hace todo mejor que nosotros.
Pero, perdona, tengo que irme a casa.
Nos despedimos brevemente. Yo me quedé muy malhumorado, vacié aún la botella y,
al marcharme, me encontré con que Demian había pagado. Aquello me molestó aún
más. 

Mis pensamientos se concentraron en este pequeño suceso; y Demian los ocupaba
todos. Las palabras que pronunció en aquella taberna de las afueras de la ciudad me
volvieron a la memoria, frescas e indelebles. «Y es bueno tener conciencia de que en
nosotros hay algo que lo sabe todo.»
¡Qué ganas tenía de ver a Demian! No sabía nada de él ni estaba a mi alcance. Sólo
sabía que probablemente estaría estudiando en la Universidad y que su madre había
abandonado nuestra ciudad al terminar él sus estudios en el colegio.
Evoqué todos mis recuerdos de Max Demian, remontándome hasta mi aventura con
Kromer. ¡Cuántas cosas, de las que había dicho entonces, volvieron a surgir! Y todas
tenían aún sentido, eran actuales, me concernían. También lo que me había dicho, en
nuestro último y poco grato encuentro, sobre el libertinaje y la santidad, surgió con toda
claridad en mi alma. ¿No era exactamente lo que me había pasado a mí? ¿No había
vivido yo en la embriaguez y en el lodo, aturdido y perdido hasta que un nuevo instinto
vital había despertado en mí precisamente lo contrario: el ansia de pureza, la nostalgia
de la santidad?
Fui siguiendo mis recuerdos mientras caía la noche. Fuera llovía. También en mis
recuerdos oía caer la lluvia, bajo los castaños, el día que Demian me preguntó qué me
pasaba con Franz Kromer y acertó mi secreto. Una a una fueron saliendo las
conversaciones camino del colegio y durante las clases de religión. Al final recordé mi
primera entrevista con Max Demian. ¿De qué había tratado?
Aunque no me acordaba bien, tenía tiempo y me sumí totalmente en mis
pensamientos. Volví a precisar mis recuerdos. Habíamos estado parados delante de
nuestra casa, después de que él me había comunicado su opinión sobre Caín. Había
hablado del viejo y borroso escudo que campeaba sobre nuestro portal; y me había
dicho que el escudo le interesaba, que había que fijarse bien en estas cosas. Por la
noche soñé con Demian y con el escudo, que cambiaba de forma constantemente.

Demian  | Hermann Hesse | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora