24: El final (II)

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                                                                                                 Jacob

Un sujeto trató de golpear a Rassmusen con una llave de tuercas del tamaño de mi espada, no logró hacer mucho puesto que él lo esquivo, Rassmusen soltó un puñetazo a la cabeza del tipo, antes de tomar uno de sus cuchillos en su cinturón, aquel bastardo no se rindió con aquel golpe, puesto que intentó usar de nuevo aquella llave, antes de que lograse hacer algo, su garganta fue atravesada por el cuchillo que cortó tan profundamente que se pudo escuchar la piel, el cartílago, e incluso como se raspaba el hueso, antes de que los chorros de sangre comenzaran a brotar dejando al tipo retorciéndose en el suelo.

—¡Cuidado atrás! —exclamó.

Inmediatamente me di vuelta con la espada en mano, bloqueando un tajo de machete de uno de los sujetos enmascarados, lo repelí con una patada al pecho cual espartano, antes de cortarle el brazo en el que sostenía su machete, la sangre brotó junto con un grito desgarrador por el abundante dolor que lo hizo arrodillarse, no dejé que pasara un segundo más, clavé la punta de la hoja de la espada en su garganta hasta que salió por atrás, lo dejé ahogándose en su sangre a merced de los bíter que empezaron a hacer presencia, se abalanzaron contra del sujeto agonizante, arrancando grandes trozos de carne al mismo tiempo que abrían su torso con las mano.

Volví al lado de Rassmusen, me ayudó a subir con un empujón el camión volcado para poder llegar rápido al segundo piso de la construcción, ya que el primero estaba a reventar por la actividad de los infectados. Saltamos al borde del segundo piso los tiradores ya estaban por recibirnos a tiros cuando unas flechas atravesaron el pecho y cráneo de los dos más cercanos a ambos, al volver la vista pudimos observar a Swatson y a Raquel usando sus arcos para cubrirnos del fuego enemigo, mientras el polvo ya estaba asentándose casi por completo de vuelta en su sitio.

Nos dirigimos hacía las escaleras sin perder más tiempo, estaban sin barandales, o algo que nos impidiera caer por varios metros hasta el duro suelo hecho de concreto.

—Esta va a ser una subida muy peligrosa —dijo Rassmusen al correr por los escalones.

—Tú solo cuida donde pisas —contesté cargando mi arco al seguirle el paso.

Por el ruido de pisadas intuimos que nos estaban siguiendo, aunque estábamos equivocados, un par de hombres estaban bajando a toda velocidad, no les arrojé flechas pues no quería desperdiciarlas con ellos, y, el lugar tampoco me permitirá recuperarlas si me daba el lujo de lanzarla. Desenfundé mi espada encendiéndola hasta el rojo vivo, mientras ellos se acercaban, uno de ellos fue tan osado que salto de una de las escaleras más arriba impactando contra Rassmusen, quien golpeó la pared y empezó a rodar junto con aquel sujeto escaleras abajo. Salté por encima de ambos evitando que me arrastraran con ellos, recibiendo a otro quien lanzó una patada frontal contra mí, tomé su pierna con ambas manos, y con un pequeño corte en u otra rodilla con la espada, logré hacer que perdiera el equilibrio así que lo arrojé por el hueco de las escaleras con fuerza, al caer el tipo golpeó con su cabeza el filo de los escalones rompiendo su cráneo, dejando una mancha de sangre, en ese momento Rassmusen dejó de forcejear con el otro sujeto al clavarle su cuchillo en el ojo, antes de empujarlo al vacío.

Otro de los infelices me golpeó el rosto en mi descuido casi perdí el equilibrio con ese golpe, planté bien los pies, con el impulso de la mano izquierda corté el vientre, dejando caer sus vísceras calientes por los escalones, mientras su grito producía un fuerte eco en el lugar cerrado, sus gritos me hartaron, corté su cabeza para acabar su miseria, la sangre hervía en la hoja ardiente de mi espada.

—Ya no hay más de estos cabrones —dijo Rassmusen alcanzándome.

—Aquí tal vez no, pero los disparos de afuera dicen lo contrario —contesté limpiando la hoja con un movimiento.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now