10: El cápitan

292 39 11
                                    

Jacob

—Aquí estamos —dijo Charr observando la desviación que lo llevaba a la parte este de la ciudad.

Hubo algo de silencio durante algunos segundos.

—Les agradezco lo que hicieron por mí. Habría muerto sin su ayuda.

—No hay de que —contestó Dorian.

—Supongo que este es un adiós.

—Solo espero que tú y tu gente puedan estar seguros —dijo Érika—. Cada día es más difícil seguir con vida.

—No se preocupen... Estaremos bien —Extendió la mano hacia Dorian—. Hasta pronto.

Dejó de estrecharle la mano, y se dirigió a la desviación por la cual bajaba lentamente al caminar.

Nuestro camino seguía recto, pues debíamos llegar al centro y luego orientarnos para encontrar aquel banco.

Continuamos con nuestra caminata por el paso elevado... Cada vez eran más notorias las cicatrices que había en esta ciudad; los lugares más concentrados de los bombardeos estaban en esta zona, se notaba a simple vista por los cientos de escombros, los terrenos desquebrajados e imperfectos, que asemejaban colinas naturales, salvo que estas se habían levantado por la denotación de las poderosas cargas explosivas e incendiarias.

—¿Que tan desesperados debieron estar en ese momento? —Preguntó Jace al ver las marcas negras en lo que quedaba de algunos edificios.

—Demasiado —dijo Érika—. Ustedes estaban dormidos, y habían pasado 2 días desde que salimos de Houston. Yo observé en internet como bombardeaban nuestra ciudad, y otras más, esperando matar a los infectados. Solo destruyeron las ciudades, y casi ningún infectado murió.

—La única ventaja es que todo lo que no se quemó o explotó, todavía permanece intacto —dijo Dorian con un tono algo inexpresivo.

—Deberíamos conseguir un auto —comenté—, así llegaríamos más rápido.

—Eso no suena mal —secundó Harley—. Ese lugar de ahí nos servirá —señaló a un lote de venta de autos en perfecto estado—, con suerte alguno ha de servir todavía.

—Mas adelante se ve una bajada —indicó Dorian al usar la mira de Nelly—. Son menos de 100 metros, llegaremos rápido y veremos si podemos bajar.

Reanudamos la marcha con más animo que antes. Comenzaba a haber un poco más de señal, pero las interferencias aún eran demasiadas como para dejar que la comunicación se reestableciera.

Abrí mi mochila para sacar mis audífonos inalámbricos de color blanco, enlazándolos al teléfono. La batería estaba a más de la mitad, lo que me duraría por el resto del día. La mayoría de las canciones eran de los años 2020 para atrás, me gustaban las canciones viejas y la música clásica de los años 90 y 80. Cosas que a mis padres les encantaba oír cuando eran jóvenes.

Busqué entre mis carpetas de música hasta escoger la de música instrumental. Eran soundtracks de viejas series, películas, composiciones independientes de cualquiera de los viejos youtubers. El volumen estaba a un nivel moderado, relajante. Suficiente como para no perder la atención que debía brindarle a mi alrededor.

Al no tener alerta mi sentido de la audición, el sentido del olfato y la vista trataban de compensar aquella falta de un sentido; el olor a quemado, y podredumbre predominaban en el aire, el viento era lo único que traía frescura a todo el lugar. Cambiar mi punto de visión hacia otro lugar solo me dejaba ver un nuevo aspecto deprimente, o algo que llegaba a resultarme relajante como lo era ver las plantas crecer en el yermo muerto, o el cielo despejado del humo de los autos.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now