13: Esmeralda

Magsimula sa umpisa
                                    

—¿Marina tiene permitido estar con su amiga a esta hora? —No necesitaba preocuparse por su prima malcriada, tenían una niñera a cargo de las dos, sin embargo, no pudo detener esa pregunta.

—Sí —respondió Kayce. La respuesta real era «no». Pero había un trato detrás del permiso que le otorgó a Marina. Nada fuera de lo común, solo dinero que se contaba por cada hora que estaba fuera de casa.

—No te cambies de ropa —pidió Aqua.

Emma cogió aire por su boca.

—¿Juras que me veo bien?

—No tengo problema en herir tus sentimientos diciéndote que no, pero la respuesta es sí —aseguró.

—De acuerdo —colocó una mano sobre su pecho y suspiró con sus ojos cerrados.

Solo le faltaba ponerse el brazalete dorado que eligió.

—Colin te está escribiendo —informó Aqua, sosteniendo el teléfono de Emma.

Emma abrió sus ojos de manera exagerada y se lanzó sobre la cama para quitárselo.

El teléfono tenía clave, sí. Pero ¿qué? Los mensajes seguían apareciendo en la pantalla.

—Bien. Tú sola te delatas, está claro que se mandan nudes —rió.

Kayce también rió.

—Nunca tomes el teléfono de una chica con novio, Aqua —le educó ésta.

Emma se ruborizó, levantándose de la cama.

Se encerró en el baño sin decir nada.

Los mensajes de Colin no hacían más que informarle que saldría a buscarla en cinco minutos, que estaba esperando al chofer. Emma se miró al espejo, y colocó la cámara enfrente. No, no se trataba de nudes. Lamento la ilusión. Le mandó la fotografía de su atuendo, luego, se recostó contra la mesada del lavabo.

De inmediato, una llamada entrante.

—Hola —contestó.

—Me calenté... terrible.

Emma rió, viendo el techo.

—Necesitaba escucharte antes de tomar una decisión final —comentó.

—Mi cerebro te da un diez de diez, mi corazón un once, y mi pene no está disponible en este momento, es que le dio fiebre.

—Cole —cubrió su cara con una mano, riéndose.

—Pero cámbiate si no te sientes cómoda —sugirió.

Emma giró para verse de nuevo, y respondió:

—Me gusta. —Se balanceó para mover los flecos.

—Haz lo que te haga sentir mejor, yo ya tengo la foto.

—Gracias —sonrió.

Le encantaba que él fuera esa primera persona a quien podía recurrir ante cualquier circunstancia, incluso ante una emergencia de inseguridad sobre su atuendo. Podía recurrir a él por lo que sea, y siempre tenía la mejor respuesta para ella.

—Revisa el mensaje —pidió Colin.

Emma verificó la conversación.

Había una fotografía de él, en la que se encontraba parado frente a un espejo alto, con un atuendo negro de arriba abajo, tenía las mangas de su camisa dobladas debajo de sus codos, y los tres primeros botones desprendidos en su pecho, era posible verle un poco de su vello.

El Novio De Emma© #2Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon