9: Indiferentes.

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Cinco meses

-¡Ya llegó por quien lloraban!

-¡Buuua, buuuua!

-¿Oh? ¿Enserio lloraban? –dijo Kagome cerrando la puerta de la oficina y adentrándose al interior, corriendo hacía la alfombra en donde estaba sentado el pequeño Daichi, llorando con lágrimas en sus ojos mirándola y su padre enfrente de él mirándola también... casi al punto del llanto.

-¡Buuua, buuuua!

-¡Señor Inuyasha, que le ha hecho! – exclamo Kagome arrodillándose a su lado y tratando de calmar al pequeño.

-¡Yo no le he hecho nada! – se defendió dejándose caer de cola en el piso. Estaba cansado, su secretaria se había ido a una conferencia en lugar de él por toda la mañana y él se había quedado al cuidado de su hijo.

-¿Y entonces qué? – Kagome trato de calmarlo, unas de las recientes reglas de ellos, era no alzarlo cada vez que lloraba o se haría muy majadero.

-Quiere mi celular...

-¿Y?

-¡Se lo lleva a la boca! ¡Le quiero dar sus juguetes pero no, él quiere mi celular!

-Leí en internet, que los bebés a esta edad, se llevan todo a la boca ¡Todo! – informo recordando haber leído aquello en un artículo de venida hacía la empresa – Y lo mejor es...- Kagome abrió su bolso y saco una pequeña lonchera y la abrió dejando ver, manzanas cortadas – Puede chupar el jugo de las frutas señor – animada le dijo Kagome.

-¿Es seguro? ¿Y si se ahoga?

-No sea tonto, no se lo tiene que dar para que él lo tenga solo, usted le tiene que dar, mire – Kagome sacó un corte de la fruta y se lo acercó a la boca del pequeño quien con lágrimas miraba curioso la fruta – Solo él tiene que chupar – y el pequeño Daichi empezó a disfrutar de un nuevo sabor en su boca y empezó a chupar y morder con sus encías.

-Sí que le gusta...- murmuro Inuyasha.

-Es un nuevo sabor para él. Ahora siga usted – Kagome le tendió la fruta a su jefe y él, aun con duda lo tomo – No tenga miedo señor – Kagome lo animo, y con aquel animo sus dudas se esfumaron.

-¿Sabes? Creo que ahora si le prestara atención a los dibujos animados ¿Qué piensas? – Inuyasha le sonrió, su secretaria se estaba esforzando en tutearlo.

-Te estás esforzando.

-¿En qué? – confundida le miro.

-En tutearme.

-Ah, vio, dije que lo intentaría – le brindo una sonrisa de dientes blancos.

-Lo haces muy bien.

-Lo sé – con orgullo respondió, ambos eran iguales de orgullosos.

°°°

-¡Cuidado! – grito Inuyasha sosteniéndose su cabeza dramáticamente. Daichi lo miro asustado y empezó a llorar.

-¡Ya lo hizo llorar! – le reprocho Kagome arrodillándose en dirección al bebé, sentándolo en el suelo y tratando de calmarlo – Shuuu, shuuu, cariño...

-¿Que acaso no lo viste? Casi se vuelve a golpear la barbilla – con molestia le reclamo la tranquilidad de la azabache.

-Ya le dije que parte de su infancia es lastimarse señor...

-Ah, entonces tengo que dejar que mi hijo este completamente magullado, para saber que si tuvo infancia ¡Valla, que chiste! – Kagome blanqueo los ojos.

-Ya estás diciendo tonterías. Tienes que calmarte. En un futuro, tú preocupación no será un golpe en la barbilla de Daichi – Kagome lo alzó en sus brazos – Daichi crecerá y tendrás otros problemas serios. Le daré su leche – Kagome con Daichi en brazos se dirigió a la gran cocina de la gran mansión de su jefe. Sacó la mamadera del recipiente con agua fría y ella se sentó en la mesada dándole de beber al pequeño, sentado en sus muslos.

-Tienes razón – levanto su mirada y lo miro, Daichi al escucharlo soltó la tetina y también giro su cabecita en dirección a su padre al reconocer su voz – En un futuro tendré problemas muchos más importantes que una barbilla raspada, pero... es que, me asusta. Es mi primera vez en donde soy responsable de una vida y esa vida es mi hijo. Y no quiero que nada le pase, pero... sí, tengo que aceptar que siempre estará presente una herida superficial o interna, pero que aquellas heridas serán parte de su crecimiento, de su vida – se acercó a ambos, poniendo una mano en el muslo de Kagome y la otra en la cabeza de su hijo – Soy su padre y siempre que sea necesario, lo protegeré.

-Y eres un muy buen padre – Kagome con ojos brillosos le recordó su gran habilidad paterna. Al toque de la mano de Inuyasha se había estremecido pero no se apartó o no lo aparto, ese estremecimiento, había sido deseado.

-Ya lo sé, soy un muy buen padre – alardeó, haciendo presencia de su infaltable orgullo – Y tú, tienes un muy buen potencial de madre – Kagome ensancho su sonrisa y bajo su mirada escondiendo sus mejillas sonrojadas - ¿Te he dicho que me gustas?

-Varias veces señor – respondió Kagome aún sin mirarlo.

-Pero te lo he dicho enserio – e Inuyasha poso su mano en la mano de Kagome, la cual estaba rodeando el cuerpo de Daichi sosteniéndolo.

-Lo sé señor – asintió, ahora si levantando su mirada, su sonrojo casi había desaparecido pero sus ojos aun brillaban como dos grandes estrellas.

-¿Entonces porque no me has dicho nada? – Inuyasha no entendía ¿Acaso su secretaria ya sabía de sus verdaderos sentimientos? O ¿Tendría pareja?

-Porque lo conozco señor, el "me gustas" usted se lo dice a cualquier mujer con figura esbelta. No fui la excepción, claro está – alardeó sobre su cuerpo esbelto con orgullo sacándole una sonrisa al peli plata.

-Pero... lo que...-

-¡Apuuurrr! ¡Ahm, ahm! – los gemidos de protestas de su hijo rompieron la atmosfera del momento, Daichi estiro sus manos en dirección a su padre, quien sin dudarlo lo tomo en brazos.

Kagome agradeció internamente al pequeño Taisho, ya le daría un regalo nuevo por su intromisión. La verdad era que la plática con su jefe ya la estaba poniendo nerviosa... ¡Lo que le había costado serle indiferente!

Pero bueno, así debía de seguir siendo, Kagome conocía a la perfección la reputación de mujeriego que su jefe poseía... aunque, hacía varios meses que él peli plata no salía... bueno, no importaba, Inuyasha Taisho era un mujeriego y un muy buen padre por cierto.

Su amistad de amigos y compañeros de trabajo 13 horas diarias, debía de seguir así, simplemente amigos y compañeros de trabajo, no le gustaría perder al peli plata por un desliz de una noche, aunque si aquello llegará a pasar ella ignoraría lo pasado y haría como si nada hubiera ocurrido, solo para mantenerse cerca del peli plata y de su pequeño clon.

¿Patético cierto?

-¿Me acompañarías a su control de seis meses? Sé que no te gusta los hospitales, pero... dale como regalo a Daichi por su medio año de vida tu presencia ese día, él odia las inyecciones – Inuyasha dijo largos segundos después de silencio, había notado que la azabache estaba pensativa y en una discusión con ella misma por sus cambios de expresiones, no quiso interrumpirla, le gustaba verla sea como sea.

-Está bien, será mi obsequio de medio año para ti Daichi - le habla como un bebé al pequeño, mientras nuevamente le acercaba la mamadera a sus labios.

Indiferente, debía de actuar de manera indiferente. 

°°°

ᴘᴀᴅʀᴇ ꜱᴏʟᴛᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora