7: En el hospital.

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-Felices cuatro meses Daichi ¡Achis! – estaban haciendo un video llamado a Kagome la cual no venía a trabajar hace ya tres días. Se notaba a través del video que su secretaria estaba completamente mal, su nariz y sus ojos rojos, aparte de que también estaban cansados.

-Míralo, reconoce tú voz – Kagome sonrió al mirarlo alegórico -¿Cómo estás? – con notable preocupación Inuyasha le pregunto.

-Nada, nada bien señor. Fui al médico y me pusieron dos inyectables en la cola pero nada – Kagome ni se inmuto en lo que le contaba – Ya lo extraño a Daichi y también... a usted señor Inuyasha – murmuro, Kagome empezaba a delirar por la fiebre.

-¿Me... me extrañas a mí? – tartamudeo Inuyasha auto señalándose.

-Sí, lo extraño – Kagome cerró sus ojos y se quedó dormida frente a la llamada.

-¿Kagome? ¡Kagome!

-Señor tengo sueño...- se escuchó el murmuro de Kagome para después cortar la llamada con un movimiento brusco de ella en la cama.

-Oh hijo Mío ¡Ella dijo que me extraña! ¡Me extraña! – lo alzo con sus brazos por arriba de su cabeza – Bueno, a ti también te extraña ¡Pero a mí me extraña más! – exclamo con alegría.

Inuyasha se retiró de la empresa en la hora del almuerzo, hoy visitaría a sus padres y almorzarían y muy probablemente cenarían en familia.

-¡Daichi, nieto mío! – exclamo Izayoi apenas habían entrado a la mansión de sus padres. Siendo retirado de los brazos de su padre para pasar a los de su abuela – Hola hijo – dijo con poco interés Izayoi a Inuyasha, el cual no protesto y solo se encamino a saludar a su hermano y padre.

-Hola hijo ¿Cómo estás? – pregunto Inu No, mientras Inuyasha se echaba en el sofá pesadamente.

-Estoy algo cansado papá – le confesó, a Inu No le podía decir la verdad, él no era como su madre de molestosa.

-Me imagino hijo, ser padre no es tarea fácil – Inuyasha asintió de acuerdo con lo dicho de su padre – Y ahora lo ves más pesado ya que Kagome se enfermó – Inu No sabía que su hijo era ayudado con la crianza de su nieto por la secretaria de la empresa.

-Sí...- suspiro Inuyasha, ya la extrañaba, tres días sin verla y ahora agregándole el fin de semana, no creía soportar hasta el lunes a verla, que esperaba ya estuviera mejor.

-Valla hermano, no pensé que dependieras de una mujer – burlesco Sesshomaru le dijo mientras se sentaba a su lado.

-Al menos todavía no me casé – no lo negó, solo dejo pasar el comentario de su hermano.

-Pero lo harás – Sesshomaru se empezó a reír.

-¡Que grande está! ¡Sesshomaru mira! – la voz de la esposa de Sesshomaru, los hizo voltear a los tres Taisho. Rin tenía a Daichi en brazos, enseñándole a Sesshomaru.

-Valla, al parecer te está tirando una indirecta hermano – con burla Inuyasha le murmuro.

-No, no creo que sea tiempo...- con terror el peli plata mayor dijo.

-Tienes treinta años, anciano ¿Cuándo crees que sea tiempo?

-No lo sé, pero no ahora... ah, no, no – Sesshomaru empezó a sudar de nerviosismo. Inu No e Inuyasha se carcajearon de la situación que el mayor llevaba.

°°°

Miraba como su hijo era mimado por su madre, por su cuñada y por su padre, Sesshomaru se mantenía a la distancia pero observaba todo al igual que él. Miro su celular y observo el fondo de pantalla, era la foto que Kagome le había enviado por WhatsApp, su hermano tenía razón estaba empezando a depender también de una mujer y aquella mujer era la hermosa secretaria suya, Kagome.

Salió al patio, y decidió llamarla con el pretexto que Daichi necesitaba escuchar su voz, los tonos sonaron hasta cuatro veces pero, la llamada fue recibida.

-¿Hola? – la voz agotada de su secretaria se escuchó.

-¿Kagome?

-¡Oh, señor! – exclamo sorprendida, pero aún con aquel tono de agotamiento.

-¿Cómo sigues?

-Pues...- se quedó en silencio e Inuyasha también, entonces allí el peli plata empezó a escuchar algunos zumbidos y sonidos de algunas máquinas.

-¿Estás en un hospital? – exaltado pregunto el peli plata.

-Sí, mi fiebre ha subido y me han internado – después se escuchó como ella moqueaba y se sonaba la nariz.

-¿En qué hospital estas?

-En el Shikon, pero no es nada alarmante señor, seguramente ya estaré el lunes nueva, nuevecilla – aún enferma a Kagome no se le quitaba el buen humor que ella poseía.

-Voy para allá – anunció, mientras se volvía hacía la sala.

-¡Oiga! ¡Ni le ocurra traer a Daichi! Lo mataré cuando me recuperé si así lo hace – amenazó sin rastro de sonar graciosa.

-No lo haré, ahora él está siendo mimado por mi familia. Bueno, enseguida llego – pero Kagome ya había cortado la llamada hace rato – Que mujer...- masculló con una sonrisa.

-¡Oye hijo, la comida estará enseguida!

-Mamá, ahora tengo que ir a un lugar, pero regresaré, no te preocupes...- agarró su chamarra y se despidió de besos de su hijo.

-¡No, no, no! Me dices ahora mismo a donde es que te vas – con una cuchará de madera su madre se le acercó en pose amenazante.

-Me voy a visitar a alguien al hospital – respondió e Izayoi elevo sus manos dejándolo libre de más interrogatorios – Nos vemos hijo mío – le dio un último beso a Daichi en su frente y se salió de la gran casa de sus padres en camino hacía el hospital.

°°°

Aquí les dejo otro capítulo de Padre Soltero mis queridos ¡Disfrútenlo!  

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ᴘᴀᴅʀᴇ ꜱᴏʟᴛᴇʀᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora