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Capítulo 10: Incluso yo.

— Ash, ya puedes entrar —exclamé, e inmediatamente escuché la puerta abrirse. Entró en silencio, con la mirada fija en la perilla de la puerta y la cerró detrás de él.

Luke no pronunció palabra alguna luego de aquello. El ambiente pasó de agradable a incómodo y tenso, y noté la desesperación de Ashton para alivianar el asunto. Jugaba con sus nudillos, pensando en algo que decir. Balbuceaba palabras en una voz casi inaudible, y podía notar a Luke algo nervioso y descolocado.

— ¡Entonces! —Exclamó Ashton por fin. —Hace dos semanas, tiempo en el que estuve ausente, y me extrañaron mucho, por cierto; no nos hemos visto y no hemos salido. ¿Qué les parece...?

— ¿Qué nos parece que? ¿Adónde quieres ir? —Preguntó Luke, aun algo nervioso.

— No lo sé, yo ya hice la invitación. ¡Aporten un poco! —Exageró él. Rodé los ojos divertida, mientras una pequeña sonrisa se formaba en mis labios.

— ¿McDonald's, como siempre? —Preguntó, de nuevo, Luke.

— Por mí, perfecto, —Ashton sonrió— ¿qué piensas tú, Cass?

— McDonald's estaría bien —contesté, encogiéndome de hombros y tratando no sentirme intimidada por los dos pares de ojos que se dirigieron hacia mí.

— McDonald's entonces, mañana a las... 7—afirmó Ashton, relamiendo sus labios inferior y superior; para luego comenzar a murmurar y susurrar «comida...» múltiples veces.

— Vaya, a veces quisiera entrar en tu cerebro a ver qué tantas cosas pasan allí dentro —reí.

— Pues comida, comida, comida y... ¡oh! Más comida —contestó, sonriendo divertido.

A su comentario, me limité a rodar los ojos y sonreír un poco.

— Bien rubios, no he ido al baño previamente ya que 1, no había papel y 2, tu madre casi me viola —contó, y no pude contener una pequeña risita, al igual que Luke. —Hablo en serio, esa mujer está loca.

— Lo sabemos, Ash, lo sabemos —dijimos Luke y yo al unísono.

— Convivo con ella todos los días... —agregué.

— Me pegó con la sartén unas cuantas veces... —Ashton y yo le miramos. — ¿Uh? ¿Qué? ¿No va? —Reímos.

— Bueno, si me río un poco más me haré pipí en los pantalones, literal, adiós, no me extrañen tanto —dijo y, antes de salir, nos lanzó un beso a ambos, causando que negáramos con la cabeza.

El silencio incómodo que tanto temía volvió a encerrarnos a ambos en burbujas que no hacían más que separarse cada vez más. No tenía idea de qué hacer ni decir, mas que mirar ya sea al suelo o al techo. Le eché una ojeada a Luke por el rabillo de mi ojo, y resulta que se encontraba mirándome, así que junté ambas miradas.

Al momento en el que decidí dejar de ser patética y decir algo, el móvil de Luke comenzó a emitir sonido, cosa que se estaba volviendo costumbre. Se levantó y, sin disculparse, contestó el móvil dentro del baño. Bufé y me quejé mentalmente, de seguro se trataba de Grace. Solía pensar que eso de que el amor era ciego no tenía sentido, pero estaba empezando a cambiar de parecer. Es decir, ¿quién en su sano juicio saldría con una arpía tal y como lo era Grace? Bueno, de todos los chicos del mundo, tenía que ser Luke.

Odiaba que me espiasen, pero eso no me detuvo y agudicé mis oídos para escuchar con más claridad lo que Luke decía. Escuché algo sobre mañana a las 8, y luego muchos asentimientos por su parte. El eco del baño producía que sus palabras se mezclaran, así que me levanté y me paré al costado de la puerta del baño. Se pusieron de acuerdo y, finalmente, finalizó la llamada. No me moví y no me importó la mirada de reproche que me dedicó cuando se dio cuenta de que había estado fisgoneando entre sus conversaciones privadas.

— Me estabas espiando —afirmó.

— Nuevos planes, ¿huh? —solté con el enojo y disgusto impregnado en mi voz y me senté en la cama de brazos cruzados. Podía ser dramática, pero estaba molesta. Conocía a Luke lo suficiente como para saber que se dejaría llevar, y comenzaría a alejarse de mí y de Ashton, y me frustraba pensar que tal vez tenía razón.

— Cass... voy a ir, solo que saldré un poco más temprano y...

— ¡No! ¿Entiendes? ¡No!

— Cass...

— Déjame.

— ¿Estás... celosa, o algo así? —Luke me miró, alzando una ceja y yo carcajeé con ironía.

— Claro, claro.

— ¡Estás celosa!

— ¡Que no!

— ¡Que sí!

— No.

— ¡Sí!

— No.

— ¡Sí!

— ¡No!

— ¡Que sí, he dicho!

— Bueno... ¡tal vez! Me molesta el hecho de que le des prioridad a ella, y que pongas antes sus salidas, sus encuentros antes que los nuestros. Me molesta que no te des cuenta de lo desagradable que ella es. ¡Y sé que puedo estar exagerando, pero me conoces en demasía! ¡Pero lo que me molesta más es la impotencia que siento al saber que prometiste que nunca una chica se interpondría entre nosotros y acabas de comenzar a hacerlo!

— ¡Estás siendo una total egoísta! ¿Se te ha ocurrido alguna vez pensar en mí? ¡No todo se trata de ti, Cassie!

— ¡Oh, claro que pienso en ti! ¿Por qué crees que trato de alejarte de ella? ¡Porque va a hacerte daño, Luke, y te celo porque no quiero que lo haga!

No respondió y, en vez de eso, desvió la mirada.

— Y, ¿no serás tú el egoísta? —Agregué. — ¡Eres mi mejor amigo desde que tengo memoria! ¡Adoro estar contigo y de la nada matas la ilusión para estar con ella!

— ¡Pff, por favor! ¡¿No será que estás celosa porque ningún chico te hace caso?! Pero claro, ¡los espantas con tu actitud!

Entendía el hecho de que estuviera alterado y que yo había comenzado a levantar la voz, mas no evitaba que aquel comentario hubiese caído sobre mí como un balde de agua helada. Luke jamás me había dicho algo así.

— Por si no te has dado cuenta, ¡no es suficiente con mi actitud, tampoco es como si tuviese algo para ofrecer, ¿no, señor perfecto?!

Me limité a desviar la mirada y posteriormente entretenerme mirando mis pies descalzos. Mi vista comenzó a volverse borrosa y me maldije por ser sensible ante él, mientras una lágrima comenzaba a descender por mi mejilla izquierda. Las burbujas nos envolvieron una vez más, separándonos cada vez más rápido.

— Cassie, lo siento, yo...

— Ya déjalo ir, Luke —no me atreví a mirarlo a los ojos. Como me encontraba sentada y me rehusaba a levantar la mirada, se acuclilló frente a mí y levantó mi barbilla.

— Lo siento, soy un idiota, yo... —murmuró con voz apagada, casi susurrando. Limpió la única lágrima que me había permitido derramar. —En verdad lo siento, sabes que no me gusta verte llorar.

— No, tienes razón, quizá...

— No me escuches, estaba molesto y... —suspiró y besó mi mejilla, cerca de la comisura de mis labios. Acortó un poco más nuestra distancia y me tomó de las manos. —Tan solo mírate, eres preciosa. Cualquiera estaría detrás de ti, incluso...

— ¿Incluso qué? —Murmuré.

—Incluso yo.