Capítulo 29 - Nueva misión.

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Cayó el sol, me vestí con ropa casual tirando hacia deportivo, le avisé a mis padre, salí y crucé la calle, toqué la puerta y Damián abrió.

-¿Cómo estás?- le pregunté por amabilidad.

-Bien- dijo, en un tono neutro, sentándose en el sillón-. Víctor fue al baño, pero ve a su habitación si quieres, están sus amigos.

Subí las escaleras con rapidez para ir a la habitación.

Antes de que pasara por la puerta, Emilia me disparó con una bala que me quemó suavemente la piel del brazo. Agarré mi brazo por detrás y entré.

Juan le quitó el arma a la chica y me pidió disculpas.

-Lo siento, pensamos que eras Víctor- mencionó ella y buscó la bala que terminó en el piso.

-Está bien.

Thomas y Manuela estaban sentados en el suelo, con un mapa de las calles de la ciudad. Juan se sentó y Emilia se sentó en la cama.

-La próxima dispara al corazón- le recomendé, a pesar de que eso podría costarme la vida.

Al llegar Víctor, me abrazó por detrás, obteniendo una sonrisa de mi parte. Le di un beso en la mejilla y nos sentamos con los demás.

-Ella vendrá con nosotros, tu te quedas- dijo Juan, decidido, levantándose de golpe, vestido de colores militar-. No quiero que me hagan tío a esta edad.

Reí ante el comentario.

-¿Y si mejor usamos ropa normal en vez de la de combate?- propuse-. Quizás sea mejor para eso de espiar, sin parecer terroristas o algo así de llamativo.

En este momento estoy con una remera roja y una calza negra, no es tan vistoso como las ropas de color militar que llevan los demás.

A todos le gustó la idea y lo tenían a mano. Tomaron sus ropas y allí mismo empezaron a descambiarse. Giré y miré la pared, con gran vergüenza, ya que casi no los conozco.

-Oh vamos, como si nunca hubieras visto cuerpos masculinos y femeninos- reclamó Emilia.

-Lo se, pero son ustedes, es algo distinto- expliqué, con los ojos cerrados-. Ni si quiera a Víctor lo que visto solo en ropa interior, no me apetece verlos a ustedes también.

-Que inocencia la de la niña- bromeó Juan.

-Ya estamos cambiados- me avisó Manuela y giré, viéndoles con ropa casual.

Emilia usaba un cros-top y falda, con sus armas enganchadas en ligas especiales en su pierna. Manuela optó por usar un pantalón ajustado y una remera suelta, con sus armas enganchadas en una liga especial que cuelga de su sostén. Los chicos, visten con ropas más sencillas, por lo que ocultan sus armas en los bolsillos de sus pantalones, o pegadas a su torso. Aproveché mientras se equipaban para sacarle foto al plano marcado a dónde iremos y se los mandé a mis padres para que adviertan.

-Ten- Víctor me dio unos guantes y colocó sobre mis hombros una campera suya; me queda algo grande pero no lo suficiente como para que se vea mal-. Por dentro tiene armas, pero están protegidas, no te lastimarás por error.

Revisé las armas verificando que están ahí. Agradezco tener guantes o esto será doloroso. Me coloqué la mochila que me traje, metiendo un kit de emergencias y más munición.

-¿Listos?- preguntó Víctor, acomodándose sus auriculares y sonreí.

Me engancharon un equipo especial de audio, que no se notaba, pero transmite todo lo que digo y escucho.

-Yo me quedaré en la base- me dijo Víctor y Manuela, para darme un beso-. Buena suerte.

Sonreí y salimos todos juntos a la calle, para ir a la zona marcada dentro del mapa.

-Estén atentos a todo. Ya estamos dentro del juego y no hay segundas oportunidades- dijo Juan, en un tono de voz serio, con el aparato rastreador en mano.

Por suerte, me había tomado mis pastillas por lo que era poco probable que rastreen mi aura por error.

-Que inicie mi plan- murmuré para mi misma, en voz baja-. Chicos, creo que vi algo por allí, iré a ver- dije, en voz alta, yendo hacia un parque, desapareciendo antes de que puedan seguirme.

Fui detrás de un árbol ancho y abrí mi pequeña mochila, para quitarme la campera, colocándome la campera ancha que usé antes y la máscara con la cual se iniciaron las teorías.

Salté y subí a los techos de las casas, saltando por encima de estos, casi que volando. Empecé a saltar sobre los tejados de al rededor de donde están los tres amigos, confundiéndolos.

Volví a reproducir desde mi móvil el ruido de la licuadora, pero en un volumen aún más alto, para que parezca que estoy gritando, o algo así.

Reí y luego me fui, desapareciendo de su rastro, aún escuchando a Víctor y a Manuela en el auricular diciendo que debería de estar en la zona. Volví al parque, me coloqué la campera y la mochila, guardando la máscara. Corrí hacia el grupo de amigos, tropezándome con una raíz que sobresale del suelo, cayéndome al suelo, raspándome un poco.

-¡¿Qué te pasó?!- gritó Juan, muy alterado, con miedo en su mirada.

Emilia y Manuela me ayudaron a levantarme.

-Estoy bien... Solo me caí- dije, limpiándome las rodillas.

-¿Has visto a la criatura?- dijo Thomas, preocupado.

-¿Qué criatura?- dije, fingiendo no entender-. No vi a nadie.

-¿Le habrán borrado la memoria?- se preguntó Manuela a si misma, en voz alta.

-No- afirmé-. Escuché un ruido raro cerca del parque y me dirigí hacia allí. Como no vi nada, volví para aquí corriendo, se habían alejado mucho... Y sin querer tropecé recién- dije, algo apenada por lo último.

-Volvamos a casa- dijo Juan-. Cuando volvamos a la casa de Víctor, revisaremos que no tengas heridas...

Volvimos caminando con precaución, todos rodeándome como si estuviera en peligro.

En cuanto llegamos, Víctor se lanzó sobre mi, abrazándome con pequeñas lágrimas en sus ojos.

-En un momento desapareciste de mi rango de vista y oídos y me preocupé mucho- dijo él, abrazándome-. Me alegra que estés bien.

-Ya dije que no es nada- volví a afirmar.

-Víctor... ¿Podrías revisar si tiene alguna herida o algo?- pidió Juan-. No creo que nos deje ver su cuerpo desnudo.

-Está bien- dijo Víctor, con una pequeña risa.

-No hagan nada más, que te conozco- le dijo Manuela a mi novio, en un tono amenazante.

Reí por el cambio de actitudes y se fueron a la habitación de Víctor mientras que junto a mi pareja fuimos al baño.

-Confío en lo que me digas... ¿Tienes alguna herida?- me preguntó, abrazándome.

-En el momento que me caí me raspé las rodillas, pero ya conoces mi organismo- dije y sonreí, abrazándolo-. Aunque me cayera de un quinto piso, estaré bien.

Le di un beso pequeñito y fuimos con el resto del grupo, quienes nos miraron atentos.

-Está sana, solo tiene un pequeño raspón en las rodillas, pero más allá de eso, no tiene marcas ni heridas de ningún tipo- dijo Víctor y sonreí.

-Entonces puede ser que la criatura le haya borrado la memoria- dijo Emilia.

Empezamos a hacer teorías, hasta que salió el sol y cada cual se fue a su hogar.

Al llegar a casa, me encontré con mi padre, quien estaba comiendo algo antes de irse a dormir.

-Hijita, toma tu dosis diaria, por favor- me dijo y sonreí, asintiendo con la cabeza.

No quería morirme ni pasar hambre, por lo que obedecí sin rechistar, a pesar de que tomé la sangre junto a un pequeño bocadillo, para evitar que me caiga pesado.

Aún así, tenía más sed de lo normal, por lo que tomé un poco más, ante la mirada de mi padre quien estaba tranquilo.


(Continuará...)

La HíbridaWhere stories live. Discover now