Capítulo LIX.

14 0 0
                                    

La siguiente vez que abrí mis ojos, el sol estaba comenzando a salir en el horizonte. Al parecer nos despertó a todos y cada quien estaba más afectado que el otro; yo recuperé todo mi control por lo que fui la mejor parada.

Preparamos nuestros desayunos y desayunamos metidos en la cueva, estando dentro del agua; sus cuerpos absorbieron el agua mágica y lograron recuperarse por completo.

-Creo que ya entendí por qué no debemos tomar- mencionó Juan, quien es el que peor la pasó-. Lo que me parecía una linda y tímida dama, resultó ser un árbol que me recordó que estoy soltero y no tengo ningún amorcito.

-Si llegamos a los cincuenta años y seguimos soltero, nos casamos. ¿Qué dices?- le propuso Thomas, en broma.

-¿Y que me den el doble de regalos por ser una boda gay? No es mala idea- rió-. Pero paso; esas cosas siempre terminan pasando y no quiero comprometerme con alguien a quien no amo.

-Como quieras, me buscaré a alguien más para tener regalos dobles de boda gay- Thomas le quitó importancia y le dio un trago a su bebida.

Escuché a mi teléfono sonar pero ahora estoy mojada como para ir a buscarlo.

(...)

Tras terminar de almorzar y finalizar la reunión, cada quien tomó sus cosas y se fue. Tomé el camino por dentro del agua, haciendo que el agua rodee al bolso para evitar que se me moje el interior.

Ya en casa, limpié los tuppers y el único plato que seguro usó mamá.

Estando libre, busqué mi celular para ponerme al día. Encontré un mensaje de Perla; es una dirección.

Busqué la dirección en un mapa virtual, encontrando el lugar marcado a tres horas de aquí. Si voy corriendo puede que tarde algo así de una hora, pero llegaré; le avisé a mis padres que saldría de la zona para ir a ver a Perla y eso mismo hice.

Antes de salir le robé uno de las bolsas de comida a papá para estar bien alimentada antes de salir corriendo.

(...)

Al final me demoré una hora y media, pero logré llegar a la dirección; parece ser un conjunto de departamentos. Me acerqué al portón, encontrando el nombre de mi amiga entre los botones de porteros. Toqué y ella respondió.

-¿Quién es?- preguntó, a través del parlantito.

-Bella- hablé y se escuchó una pequeña vibración.

-Pasa; departamento dos, planta baja- informó.

Entré al edificio y seguí la indicación. Toqué la puerta y mi amiga asomó su cabeza para ver a ambos lados antes de tomar mi brazo y tirarme hacia el interior del lugar, cerrando la puerta de golpe.

-Hey, tranquila. ¿Qué pasa?- pregunté.

Ella me miró a la cara unos segundos.

-Dime algo que solo tu sabes de nosotras- mencionó.

-Tenías un lunar en forma de estrella de cuatro puntas en tu axila- recordé el lunar que se hizo sacar.

Sonreí alegremente y la abracé. Eso pareció darle la seguridad de que era yo, porque al instante me devolvió el abrazo.

-¿Qué sucedió?- pregunté, notándola más nerviosa que nunca.

-Es sobre papá- mencionó y tiró de mi para sentarnos en el pequeño sillón de la sala que no llegué a ver a detalle.

-¿Qué pasó con tu papá?- pregunté.

-Hizo un pacto con un demonio- bajó la voz-. Papá se disculpó conmigo pero dice que no está económicamente estable y que para tener un aumento salarial, el demonio iría tras el alma del ser más importante para él, es decir, yo.

La HíbridaWhere stories live. Discover now