Capítulo LXXVII.

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Desperté al escuchar unos ruidos fuera de la casa, como si tratasen de entrar. Salí de la cama, estando vestida con tan solo una remera de Víctor. Bajé las escaleras y miré por la mirilla, encontrando a los dos hijos varones de una manada cercana, desesperados tocando la puerta.

Miré el reloj; no llegan a ser las 7AM, aunque ya está saliendo el sol.

Abrí, sin permitir que pasen.

-¿Qué sucede?- hablé, cruzándome de brazos.

Todos ellos desviaron la mirada, inquietos. Ahí recordé mi manera de vestir y que todos ellos son hombres hormonales que piensan en cosas de hombres hormonales. Suspiré.

-¿Qué diablos necesitan para despertarme a esta hora?- pregunté, cansada.

Ninguno se atrevió a hablar.

-Ya entendí por qué vuestra hermana menor será la próxima líder incluso sin pelear por el poder- suspiré y bajaron la mirada, avergonzados-. ¿Y?

-Lo siento, es intimidante verte con colmillos- indicó el mayor.

-Con remerón y orejitas a mi me pareces linda- habló el menor y el otro le dio un golpe en la nuca-. Lo siento.

-Última oportunidad; me dicen por qué vienen a molestar en la madrugada o les cierro la puerta en la cara- mencioné.

-Su madre dijo que estás en la ciudad y queríamos invitarte a desayunar- mencionó el menor-. Nos dijeron que vivías por esta zona, pero de esta casa es de donde viene tu olor; nos alegra haber acertado.

-¿Bella? ¿Qué sucede?- Víctor bastante dormido se acercó a mí, abrazándome por detrás-. ¿Sucedió algo?

-Ni voy a preguntar si son pareja- musitó el menor-. Ambos huelen similar. ¿Fue una buena noche de pasión?- le dieron otro golpe-. ¿Y ahora qué? El tipo está en bóxer y ella solo con la remera, ¿qué querían que pensara?

Víctor suspiró. Y me giré a verle; la verdad que si está guapo vestido tan solo con ropa interior azul con rayas celestes.

-¿Qué carajo pasa aquí que hacen tanto ruido?- Emilia y Manuela bajaron también, ambas vestidas solo con sus ropas interiores a conjunto.

Los restantes dos se sumaron, vestidos en bóxer solamente y la cara de los hermanos fue de sorpresa.

-Vaya orgía- mencionó el menor y el mayor le volvió a golpear-. ¡Pero si todos huelen similar!

Manuela se acercó y cerró la puerta.

-¿Alguno sabe si nuestra ropa ya terminó de lavarse?- preguntó Emilia.

-Tras el enchastre que hicimos con la harina y los huevos, no se si todo esté limpio ya- habló Thomas.

-¿Por qué Bella es la única que lleva una remera puesta?- preguntó Juan, aún adormilado.

-Porque una bala rasgó mi ropa interior sin querer- respondí-. ¿Podemos ir a seguir durmiendo? Aún tengo sueño.

Todos asintieron, estando de acuerdo. Volvimos a subir, acostándonos en las tres camas que preparamos.

(...)

-¡Oye! ¿Por qué ustedes si pueden pasar?- ese grito me despertó, haciendo que me ponga alerta.

Al parecer despertó al resto también. Frente a la puerta de la habitación están los médicos científicos locos de mis amigos, seguidos de los hermanos.

Gruñí, molesta.

-Traduzcan, rápido. ¡Escapen, yo los distraigo! A mi casa, ¡ya!- ladré.

-¿Quién tiene que escapar, que tú los distraes? ¿Nosotros también podemos ir a tu casa?- tradujo el menor.

La HíbridaWhere stories live. Discover now