Capítulo 11 - Dolor.

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No se por qué, pero el día de hoy me sentía realmente mal; ayer inicié una relación con quien es mi mejor amigo pero hoy me siento destruida. Me dolía el estómago, la cabeza y me sentía débil; desde que me desperté me sentía así. Perla me pasó por debajo de mesa un papel y lo leí. "Estamos tres paginas después. Qué te pasa?" a lo que respondí con un "no me siento bien" y se lo pasé. Me miró preocupada pero no podíamos hablar, están haciendo lectura pero ni siquiera puedo seguir el ritmo.

El timbre sonó, la profesora dio la clase por terminada y apoyé mi cabeza contra la mesa, con mis brazos rodeándome el estómago.

-Oye, ¿qué pasa?- me preguntó Perla, sentada a mi lado.

-No estoy bien- mencioné.

-¿De qué me perdí?- Víctor se giró a vernos-. ¿Comiste algo raro?

-Lo normal; una taza grande de leche con azúcar y ocho rebanadas de pan- mencioné-. Incluso tomé mi dosis diaria de sangre.

-¿No será que algo te cayó mal?- preguntó Víctor.

-Si algo me cae mal, tan solo vomito y listo. Mi cuerpo es inteligente, más que mi cabeza- sonreí bromista a lo último.

-¿Es por la luna llena o algo así?- preguntó mi amiga.

-Será pronto, pero nunca pasó esto- respondí.

-¿Quieres de mi sangre? Quizás eso te ayude- mencionó Víctor, en voz bajita.

-Nunca mordí a nadie- confesé-. A menos de ser obligatoriamente necesario, nunca lo he hecho. Espero no tener que hacerlo hasta tener veintidós años por lo menos.

-¿Por qué esperar tanto?- preguntó Perla.

-La primera mordida de un vampiro de nacimiento es un momento realmente inolvidable, por lo que siempre se elije a la pareja, a un tutor o a la relación más cercana para hacer esto. La primera mordida de mi papá fue a mi mamá y ella como alfa también le marcó- respondí.

-Podemos pedir que llamen a tus padres- habló Perla-. No te vi concentrada en la anterior clase ni en la primera hora y si estás mal no te servirá de nada estar aquí una clase más.

-Tienes razón- suspiré.

Tomé mi celular y le mandé un mensaje a mamá, pidiéndole que me retire, contándole que me siento mal.

El timbre sonó indicando que debemos volver a los salones, Víctor acarició mi cabello un segundo y se giró al entrar el profesor.

-Alumna Isabella, siéntese de forma correcta- pidió el profesor y lo hice, aumentando el dolor de cabeza.

-Permiso- la preceptora del curso ingresó-. Isabella, te retiran.

-Que rápido- sonrió Perla.

Me ayudó a guardar mis objetos y me levanté, saliendo de allí. Mamá está saliendo de la oficina del director tras haber firmado que me van a retirar.

-Mi hijita- sonrió apenada ella, agarrando mi mochila-. Vamos a casa, ¿si?

Asentí y salimos del colegio, nos subimos al auto personal suyo que trae los vidrios polarizados ya que papá conduce. Nos subimos y fuimos a casa.

Ni bien llegué, fui a mi habitación, recostándome en mi cama con la luz apagada, con cansancio y dolor corporal. Cerré los ojos, intentando dormir.

-Tómate esto- mamá me acercó un vaso con un popote.

-¿Qué es?- pregunté, llevando el popote a mi boca, bebiendo el líquido oscuro.

-Una mezcla de siete hiervas curativas con sangre de tu papá y de tu mamá- mencionó-. Se supone que debe ayudarte.

La HíbridaWhere stories live. Discover now