Capitulo 2

1.6K 164 59
                                    

—¡Sarah!— mi pecho se desinfla y la respiración vuelve a su normalidad con tan sólo oír la voz preocupada de Boris. Empiezo a sollozar de la felicidad y me deslizo de espaldas en la puerta— ¡Sarah! ¿Te encuentras bien? ¿Por qué lloras?

—No estoy llorando— la voz me sale quebrada y maldigo internamente.

—Abre la puerta por favor— suplica dejando de tocar.

Me levanto y coloco el cuchillo en su lugar, verifico que todo esté en orden y abro la puerta. Boris se lanza de inmediato a abrazarme.

—Sabía que te pasaba algo Sarah, no me vuelvas a mentir por favor, ¿Por qué estabas llorando?—pregunta sujetando mi rostro analizándome— todo es mi culpa por haberte dejado sóla, sabes que me tienes contigo, pitufa. Te...

—Estoy bien, tranquilo— me aparto cuidadosamente y le sonrío.

—Lo mismo me dijiste en el auto y ahora te escuché sollozando. Dime qué te sucede, Sarah— habla serio y trago saliva nerviosamente. No lo quiero meter en ésto, es mí problema y lo tengo que solucionar yo. Al darse cuenta que no tengo intensiones de responder, prosigue:— ¿Es sobre tu mamá?

Lo abrazo de inmediato escondiendo mi rostro al lado de su cuello. Ésa será la excusa perfecta.

»—¿Volvió a beber?— asiento frenéticamente—, lo siento mucho— me abraza más fuerte. Odio tener que mentirle, pero no quiero preocuparlo y mucho menos arriesgarlo.

—Quiero dormir— digo en voz baja y me carga entre sus brazos para llevarme a mi habitación, me acuesta en la cama y me arropa con la cobija.

—¿Estarás bien?

Me le quedo mirando varios segundos y niego.

—Duerme conmigo.

***


Abro los ojos y me volteo encontrándome a Boris durmiendo esplácidamente, recuerdo su preocupación hacia mí ayer y sonrío.

Aprecio mucho a mi amigo.

me levanto con cuidado sin hacer ruido, al llegar a la cocina empiezo a preparar el desayuno. Quince minutos después; Boris aparece en mi campo de visión luciendo la misma ropa de ayer.

—Buenos días, pitufa ¿Cómo te sientes?

—Buenos días, tonto. Mucho mejor gracias a ti— le respondo mientras cojo los platos servidos y los proporciono en el pequeño comedor.

—Me alegra escuchar eso— se sienta y comenzamos a devorar los huevos con tocino. Durante el desayuno no hablamos nada sobre lo sucedido de ayer, bromeamos y nos burlamos diciéndonos sobrenombres estúpidos.

Llega la hora de irse y ahora estamos fuera de casa.

—Te dejaré otra vez sóla y me preo..— comienza a decir pero lo interrumpo.

—No me pasará nada— eso espero— vé tranquilo.

—Bien— se da la vuelta y camina hacia su auto.

—Oye— lo llamo— gracias, amigo— le doy una leve sonrisa y me la devuelve antes de irse.

Veo su auto alejarse y justo se acerca un auto muy familiar a casa.

Es mamá.

Al bajarse me doy cuenta que trae consigo una botella en la mano.

—Lo siento, yo..

—No quiero escuchar tus misma excusas de siempre, devuélveme las llave del coche— digo malhumorada por su atrevimiento.

—Si me entendieras.

El Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora