Capitulo 20

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He dormido de ratos, el amanecer me toma despierta y me siento como la primera vez que desperté en aquél cuarto extraño. No tengo ánimos ni de levantarme a lavarme los dientes, me siento decaída.

Ignoro cuando tocan la puerta y, minutos después, vuelven a aparecer abriendo con llave.

Mi piel se eriza haciéndome estremecer, y es que aún sin verlo mi cuerpo reacciona ante su presencia cuando el enmascarado entra con pasos precisos. Hoy más que nunca odio lo que causa en mí.

No me atrevo a voltear ni cuando siento que se aproxima para dejar algo en la mesita de noche. Siento su mirada clavada en la espalda y me mantengo en la misma posición. Sabe que estoy despierta pero no se atreve a decirme nada y sale de la habitación.

Visualizo la bandeja que contiene mi desayuno y, justo al lado, reposa la cámara que había olvidado traerme ayer.

Pasan las horas y sigo sin tener la más mínima intención de salir de la habitación. Sigo revisando las fotos por milésima vez durante el día y es lo único que puedo hacer.

Ruedo los ojos al escuchar nuevamente que tocan la puerta. Ésta vez me levanto arrastrando mis pies,.toco la manilla pero no abro.

-¿Qué quieres?- escucho mi voz rara, puesto que es la primera vez que hablo durante el día.

-Hablar contigo- dice el enmascarado al otro lado, escéptico- ¿Se puede?- pregunta cuando no respondo.

Silencio.

No soy capaz de responderle, ¿Eso quiero? ¿Hablar con él? Pero lo que dice a continuación me deja sin habla.

-Lo lamento.

Abro la puerta y al fin lo veo. Se apresura a enderezarse y me parece gracioso pero no me río.

-¿Qué lamentas exactamente?

-Lo de ayer. No quise realmente decir lo que dije, estaba furioso porque creí que..

-Bien-. Digo interrumpiéndolo.

-¿Bien? ¿Eso es todo?- sonaba realmente confuso- ¿Eso quiere decir que ya no estás enojada conmigo?

-Más conmigo misma-. Es lo último que estoy dispuesta a responde. La verdad, agradezco que nos hayamos detenido ayer, pero eso eso no se lo pienso decir.

Él parece entender lo que quise decir, puesto que se queda en silencio por un momento y sólo me mira.

-Déjame entrar- pide, firme.

-No-. Espeto.

Dejarlo pasar es rodear una soga alrededor de mi cuello y no pienso volver a caer.

-Ahora soy yo quien quiere besarte- dice con determinación y aprovechó mi espasmo para adentrarse a la habitación cerrando la puerta con pestillo.

-¿Q-qué?- tartamudeo reaccionando al fin pegando mi espalda a la puerta sintiéndome intimidada ante su cercanía, él lleva una mano justo al lado de mi cabeza para luego inclinarse más hacia mí.

-¿Toda esta pataleta es por no dejarte quitar la máscara para besarme?- pregunta directamente.

-Eres un idiota, claro que no- golpeo su pecho para apartarlo en vano, porque no se mueve ni un centímetro.

-No puedo dejarte ver mi rostro, Sarah- dice tomando con su otra mano.

-¿Tan feo eres?- y es que hacerme la chistosa es parte de mi nerviosismo.

Busca algo en su bolsillo trasero y me quedo viendo con determinación lo que ahora posee sus manos. Es una cinta. Y me quedo en silencio entendiéndolo todo.

El Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora