Capítulo 12.

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Sarah.

En ese cuarto solo se sentía nuestras respiraciones. Ninguno de los dos nos atrevíamos a decir algo, para él fue una sorpresa que saliera en ropa interior.

Era muy obvio que no se lo esperaba así como yo tampoco esperaba hacer algo así.

Mi secuestrador se encontraba prácticamente rígido en frente de mí. En sus manos traía una bandeja de comida pero eso era lo que menos me importaba.

Trato de analizarlo con profundidad sin levantar sospechas y, en el bolsillo del lado derecho de sus jeans negros visualicé un pequeño bulto, supongo que ahí se encuentra el objeto que me sacará de este infierno.

—¿Sorprendido?— pregunto levantando una ceja ocultando las náuseas que me produce. Mi secuestrador proporciona la bandeja a un lado de la cama sin apartar la vista de mí.

—Vístete— Dice esa simple palabra tan frívolo y calculador. Se dá la vuelta dispuesto irse.

Oh no, señor.

Me acerco a él tan rápido como puedo halando con fuerza su muñeca encima de la tela del suéter para detenerlo, se zafa fácilmente pero se detiene en seco y se voltea quedando a pocos centímetros de mí, se me había olvidado lo alto e intimidador que era así que, por instinto, retrocedo.

—Espera un momento— hablo no tan segura y comienzo a sentirme nerviosa. Por un momento me quedo en blanco y se me olvida cuál era mi objetivo.

Flaqueo.

Mi respiración comienza agitarse y cierro los ojos en busca de mi autocontrol.

—No tienes que hacer esto— Vuelvo a abrir los ojos perpleja ante sus palabras—. No eres esa clase de mujer— se acerca y se me forma un nudo en la garganta.

—¿Te conozco?— mi voz sale apagada y confusa.

El bicho raro vuelve a alejarse.

—No.

—Yo creo que sí, dijiste «No eres esa clase de mujer» como si me conocieras.

—Porque es obvio.

Trato de recordar si su voz la había escuchado anteriormente pero es inútil. Ya lo hubiera reconocido debido a que son muy pocas las personas con las que socializo.

—¿Por qué no me dices de una vez lo que quieres de mí?

—Lo sabrás, pero aún no.

—¿Por qué?

—Es muy pronto.

«Es muy pronto» ¿Qué quiere decir con eso?

Pero cuando estoy apunto de hacerle otra pregunta, un portazo me interrumpe.

¡Se fué!

Y me dejó mucho más confusa y aturdida que antes.








Mamá de Sarah.

Un mes..

Un mes ha pasado desde que no veo a Sarah.

Succiono nuevamente la botella de ron y se me salen las lágrimas. ¿Por qué a mí? Siento que en ningún momento de mi vida podría llegar a ser feliz. No sé a quién llamar, siempre hemos sido solo Sarah y yo. Así que me hundo en la depresión y en la soledad.

Primero fué el amor de mi vida. Ahora es mi hija.

Vuelvo a succionar la botella haciendo que el líquido recorra mi garganta y arrugo el rostro.

El Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora