EXTRA

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Estaba sentada en el sofá, a la misma hora de siempre mirando hacia la puerta entusiasmada, ésta se abre mostrando a un hombre trajeado de semblante cansado, sus ojeras se veían muy pronunciadas y la palidez de su rostro hacía creer que estaba enfermo. Pero realmente no lo estaba, al menos no físicamente.

Ese día de trabajo no salió como esperaba, y ocultó la angustia al ver a su hija acercarse con los brazos bien abiertos. Cualquier rastro de preocupación se esfumaba al tener a la pequeña Sarah entre sus brazos.

La madre de la niña admira a su pequeña familia con una pequeña sonrisa desde el marco de la cocina, estaba muy cambiada, se veía limpia e incluso mucho más hermosa.

—¿Trajiste los helados?— la pequeña daba saltos de felicidad, nunca se quedaba quieta estando contenta, y es que su padre lo es todo para ella.

—Claro, mi niña.

Tiempo después de haber cenado todos juntos en la pequeña mesa redonda, ya era hora de comer el postre.

—Dame el de chocolate, yo quiero ese— discutía la niña por el pequeño pote que contenía el helado.

—Pero si nada más compré uno de ese sabor y es mi favorito, es el mío— replicó el padre.

—Oigan, ¿Y yo qué?

Sarah miró a su mamá con el ceño levemente fruncido por la discusión que mantenía con su progenitor.

—Ahí tienes el de fresa ¿O también me quieres quitar el mío?

—Pero a mí me gusta el de vainilla, ni siquiera trajiste mi favorito, Harry— ahora las dos lo miraban fijamente y claramente molestas.

—¿Ya ves? No son ideas mías. Eres un tramposo.

—¿Y quién los compró? ¿Ustedes? Pues no, así que cómanse esos y dejen de quejarse, malagradecidas— Harry agarró el pote de chocolate, ignorándolas.

—¡Pero yo soy tu hija!

—¡Y yo tu padre!

—¡Pues yo no pedí nacer! ¡Ahora me soportas!— Sarah trataba de quitarle el helado a toda costa, pero Harry no se dejaba de su hija y alzaba los brazos para mantenerlo lejos de su boquita imprudente.

—¡Eres muy pequeña para decir esas cosas!

—¡Y tú muy egoísta para no comprarle un helado de chocolate a tu única hija! ¡Ni siquiera le compraste el de vainilla a mamá!

La madre negaba con la cabeza viendo la escena que montaban casi siempre su marido y su hija, empezando a comer el helado de fresa.

—¡Mocosa!

—¡Mal padre!

—¡Pesada!

—¡Mal padre!

—¿No tienes otra ofensa?— le pregunta, divertido.

—Pues sí, pero si las digo me castigan de por vida— cruza los brazos refunfuñando.

Al final, es Sarah quien se queda con su dichoso helado de chocolate.

—Tenemos que hablar— la mujer es la primera en romper el silencio que se había formado luego de que su hija cayera en un sueño profundo entres sus brazos. Su marido solo asintió desganado y luego de acostar a la pequeña en su respectiva habitación, ellos se fueron a la suya.

—Me despidieron— y al fin lo soltó caminando de un lado a otro con una mano en la cintura y la otro sujetándose el cabello— ¿Y ahora cómo hacemos para pagar la hipoteca y los servicios de la casa, Anna? El colegio de la niña...

Anna, todavía impactada por la noticia, se acercó a su marido para darle un abrazo.

—Yo también voy a buscar trabajo, saldremos de ésta.

—¿Y quién cuida de Sarah? No podemos pagar una niñera, y de aquí a que consiga otro trabajo nos quitan la casa— cerró los ojos por unos segundo— tu madre tenía razón, te casaste con un fracasado.

—Fracasado quedarás pero del golpe que te voy a dar por lo que acabas de decir, Harry. Ya basta, deja de ser tan pesimista que saldremos de ésta.

Harry se quedó mirando un punto en específico. Pareciera que estuviese divagando entre sus pensamientos, en su rostro se reflejaba cierta dubitatividad, y Anna se dió cuenta.

«—¿En qué piensas?

Eso pareció hacerlo reaccionar, porque parpadeó varias veces antes de mirar a su mujer.

—En lo que dijiste, tienes razón, saldremos de ésta— la envuelve entre sus brazos y Anna parece creerlo porque no le pregunta nada más.

***

Sí, es súper corto, pero era necesario. Mañana subo el capítulo siguiente.

Gracias por la paciencia,

Gil❤️

El Enmascarado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora