Capitulo diez; Quédate conmigo.

8K 568 133
                                    

Ya para este entonces estaba totalmente convencido de que haber llegado a Los Ángeles había sido la mejor elección de mi vida. Sé que está de más renombrarla, o que quizás ni siquiera debería hacerlo, pero ahora reconocía libremente que al momento de aceptar mudarme tan lejos de casa ella nunca había estado en mi mente.

En mis pensamientos solo existía Guillermo.

Y es simplemente que si antes no podía pasar mucho tiempo cerca de él, ahora era menos. Tenía la oportunidad de verlo las veinticuatro horas del día sin importar qué, y era algo que –aunque no lo aceptara así como así aun– me hacía feliz todos los días. Joeh, es que no existía nada más bonito que levantarse y saber que a la primera persona que verías en la mañana sería a aquella que ni siquiera te deja dormir en las noches.

No era como solía decirlo en Apocalipsis en Minecraft, no era como en aquellos momentos en los que comenzábamos a jugar y terminábamos diciendo entre tonterías que soportarnos todo el día era misión imposible. ¿Qué si era difícil? Buah, sí, un poquito. Pero nadie dijo que querer a otra persona era totalmente fácil. Y no era por cosas como creían algunas personas; no era por sus chistes malos, no era por el orden de la casa. Lavar la ropa, los platos o barrer no eran exactamente nuestros principales problemas en ese entonces.

Nuestro único problema era que aun teníamos miedo de aceptar que sentíamos algo más que una amistad.

Todo en casa iba bien o marchaba de maravilla hasta el momento en que alguno de los terminaba haciendo algo que quizás los amigos no harían con otros amigos. Y ninguno decía nada. Pasábamos aquellas situaciones como cosas menores y seguíamos como si nada. Como si nunca nos hubiéramos abrazado al estar viendo TV, o como si nunca hubiéramos terminado durmiendo en la cama del contrario con alguna excusa barata.

Podría hacer un breve reconteo de todas las situaciones incomodas por las que habíamos pasado, pero sería tan larga que necesitaría por lo menos dos libros enteros y mil horas para escribir como un idiota.

Habían cosas tan obvias… ¿cómo era que ninguno de los dos podía hacer algo entonces?

Para el día del Ice Bucket Challenge fue cuando yo mente dio uno de los dos últimos clics que necesitaba para comprender algo que los demás ya tenían claro.

Todos parecían saber, menos nosotros.

Podríamos dividir ese momento del estúpido reto en los partes; en la que me sentía totalmente obligado a no estar cerca de él, para no verlo pues… así. Y en la que tenía unas ganas increíbles de abrazarlo porque lucía como la cosa más adorable de mundo. Adorable para mi, fin.

Tengo un frío…

¿Cómo se puede resistir uno a eso? Además, aunque creo que en parte fue imaginación mía, parecía querer aquel abrazo que yo estaba totalmente dispuesto a darle.

Finalmente apagué la cámara mientras admiraba su mirada de desconcierto. Sonreí de medio lado y estiré los brazos esperando a que él entendiera la indirecta. Indirecta totalmente directa. No tardo nada, absolutamente nada, en correr hacía mi y abrigarse.

¿Se puede morir de ternura o de amor? Si realmente se pudiera… yo habría muerto en ese momento.

De igual manera, aunque estaba más que conmovido con esa escena, no debía olvidar que podría enfermarse. Todo por un tonto reto que, para ser sinceros, no tenía sentido para mí. Sí, que sí, estaba bien la causa y todo, pero yo era una de las personas que prefería donar sin tener que demostrárselo a todo el mundo. Siempre había sido muy reservado en mis cosas.

En silencio. { Mini-Fanfic | Wigetta }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora