Capitulo tres; Un total pringado.

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“Distráete algo, Guillermo” “Puede que San Francisco las cosas se calmen un poco” “Intenta mantener la mente fría, no digas cosas fuera de lugar” “Intenta volver a ser tú” Claro Luzu, como si todo fuera tan fácil de arreglar después de toda una larga semana de peleas estúpidas y problemas entre nosotros dos. ¡Es que era ridículo siquiera pensar que nos volveríamos a hablar como si nada si nos íbamos de viaje lejos de todos!  Aunque vale, agradecía mucho de que ella ya no estuviera tan metida en su vida. 

La mala suerte me seguía como un perro faldero las veinticuatro horas del día; habíamos perdido el vuelo, no conseguimos un buen hotel con habitaciones separadas así que no veíamos obligados a compartir y finalmente no habían boletos para entrar a la isla de Alcatraz. Fantástica, mi vida era realmente fantástica. Todo el día había sido en definitiva un asco, y no era sólo por esa mala suerte que me pegaba, era porque el mal humor en mi seguía vigente y no me dejaba ni pensar con claridad. No le hable a Samuel en toda la mañana, a veces tenía ganas de golpearme a mí mismo por comportarme de esa manera pero no podía hacer más, no hubo contacto, no existió ni un solo momento de paz aquel día (excepto cuando las cámaras estaban presentes, claro). Era como una batalla constante de orgullo, y yo era el único que estaba jugando. En los momentos que me hablaba lo ignoraba o le miraba de mala manera dándole a entender que lo último que deseaba era tener una conversación con él, me encerraba en una caja invisible al tomar el celular mientras el grababa sus cosas por otro lado. Él dejaba a un lado su orgullo para hablar y yo no podía ignorar el mío por cinco minutos para responderle. Sí, yo era el gilipollas acá por ser tan cabeza dura.

Después de paseo por China Town había logrado ablandarme un poco hasta el punto de por lo menos intercambiar un poco de palabras, pero tampoco lo suficiente como para hacer que muchas cosas cambiasen. Es decir, aun se notaba la típica tensión después de una pelea.

Lo que esperaba realmente era que el Sabado llegara para que con ello AlexBy estuviera con nosotros en la ciudad. ¿Por qué? Pues era simple, Alejandro siempre había sido uno de mis mejores amigos y creo que era el único que podía disipar un poco el ambiente poco agradable que se creaba cuando estábamos Samuel y yo solos en un lugar. En la noche, al llegar al hotel, ninguno de los dos pronunció palabra alguna más que un “buenas noches”. ¡Esto era un jodido infierno, chaval! Que sí, estaba jodido, pero tampoco me gustaba la idea de ir intercambiando estúpidas palabrillas en todo el puto viaje para el E3, no era el mejor plan de mundo. Seguramente yo era el único matando mi mente con esto mientras el dormía cual niño pequeño en la cama vecina.  Tenía que dormir algo. ¿Pero cómo hacerlo? Duré hasta las tres de la mañana ese día rodando en la cama con el celular en las manos, tecleando una y otra vez por Twitter o viendo una que otra cosa que los fans escribían.

“El #Wigetta está en San Francisco, no puedo estar más feliz”. Pues macho, ni yo sabía bien que hacía buscando ese tag en Twitter, pero me estaba divirtiendo con esas mentes voladoras que llegaban a tener algunas de nuestras seguidoras. ¿Y si ellas supieran de Dayanne me dejarían a mí a un lado para comenzar a shippearlos a ellos? Seguramente sí, era cosa de esperar después de todo… ¿no? ¡Puta vida! Fue ahí cuando me dije a mi mismo que el celular no sería un buen compañero para esa noche en definitiva así que lo dejé a un lado intentando calmar mi mente con otras ideas totalmente fuera del tema. Estaba emocionado por el evento al que asistiríamos, pero más cabeza tenía yo para lo otro que para el mismo E3. Por favor, el Sabado debía llegar rápido.

De vuelta a Los Angeles;

Finalmente mi deseo de las últimas veinticuatro horas se hacía real, ya estábamos a Sabado por la noche y no podía estar más ansioso en el aeropuerto esperando a que el avión de Alejandro aterrizara.

— Willy, hombre, calma —Repetía Vegetta como por decima vez mientras se entretenía en el celular. Él podría estar bien con ese aparato pero yo quería al enano ya. ¿Además qué importaba si yo estaba tan feliz de al fin saber que llegaba? Lo ignoré, simplemente lo ignore como lo había estado haciendo estos días.— Guillermo, ¿quieres sentarte?

En silencio. { Mini-Fanfic | Wigetta }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora