Capitulo ocho; Las cosas cambian.

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Una vez más nos encontrábamos acá, en un comienzo de semana. Era lunes, el día parece más bonito de lo normal. Normalmente los lunes siempre son de odiar, por ese tema de que es comienzo de semana y así, pero este no era igual a los demás. Había pasado mucho tiempo, demasiado tiempo a decir verdad. Una o dos semanas exactas, no estoy seguro del todo.

Este lapso de tiempo me había servido para demasiadas cosas, y con demasiadas no espero exagerar nada, de verdad eran así de tantas. Comenzando con la mitad de la semana anterior a esa, ahí es donde podríamos empezar a comentar. Recuerdo bien que estaba en casa de Wendy pasado en día, Willy se había quedado grabando en casa, teníamos casi dos horas exactas de andar jugando NASCAR porque según ella "en alguna partida me iba a tener que ganar." Joeh, no era mi culpa que fuera mala hasta para los sims. Supongo que el punto principal de lo que quiero contar de este día no es el que me lo hubiera tirado casi todo con mi mejor amiga, vamos al punto. Wendy había invitado a Dayanne a casa con nosotros y volvía a verla después de tanto tiempo intentando evitarla.

Quiero terminar, ¿vale? —Ni siquiera estaba seguro de cómo habíamos llegado a ese tema, pero ya había dicho las palabras que tanto necesitaba sacar de mi desde hace mucho tiempo atrás.

Oh my god! ¿No era tan difícil, ves? —Era como esa especie de discusión en la cual no quieres estar ni de coña, aunque de igual manera la ahora castaña (Wendy) parecía ciertamente entretenida con lo que sucedía— En vez de estarme evitando como un completo inmaduro podrías haberme dicho que quería terminar e irte, mierda. ¿Era tan difícil, Samuel? ¿Tú crees que soy idiota o qué? Yo sé que desde que llegaste acá muchas cosas han cambiado. Yo sé que hay alguien más.

No hay nadie más. —Aseguré intentando creerme mis propias palabras. No lograba convencerme ni a mí, mucho menos la iba a lograr convencer a ella de que no existía alguien más.  Soy tonto desde niño.

¿Eres tonto o te haces? —Entendía que estuviera molesta. ¿Saben? Creo que incluso me merecía que me tratara como una mierda en esos momentos— ¿Cómo vas a cambiar de un día a otro tus sentimientos y decirme que no hay alguien más?

Puedes pensar lo que quieras... —Murmuré en voz baja sin saber que contestar. Ese era el problema; mis sentimientos no habían cambiado, pero no habían cambiado por otra persona. Wen tenía razón cuando decía que esta relación que teníamos era totalmente falta.

¡¡Vete al puto infierno!! ¡¡Eres un hijo de puta!! —No escuchaba otra cosa que no fueran sus gritos. Me odiaba, en ese momento sí que me odiaba de verdad. No la quería en el sentido sentimental, pero era alguien a quien valoraba mucho como amiga, era un idiota por haberla usado así. Yo le acababa de hacer daño, seguramente uno irreparable a estas alturas.

Y así fue como una tarde bonita junto a Wendy había terminado de la manera menos esperada en la vida. Acababa de terminar con Dayanne, pero no estaba feliz, aunque tenía tiempo queriendo que fuera así. "Era lo que tenías que hacer, cielo" Ni las palabras de quien consideraba la mujer menos cuerda del mundo lograban hacerme sentir mejor. Esa noche sólo me despedí de ella con un movimiento de mano antes de salir de su casa cagando leches.

En el recorrido del metro pude darme cuenta de que estaba llorando.

Entré al departamento sin decir una sola palabra, pasando derecho a mi cuarto sin siquiera saludar a mi compañero de piso. No tenía ganas de nada, y ni idea el por qué. Vale, vale, hagamos cuentas; acababa de terminar con una relación de medio año de la cual quería hacer hace muchísimo tiempo. Estaba soltero. Estaba solo. Genial.

Hombre, Sam, ¿estás bien? —Su voz al otro lado de la puerta mientras pegaba pequeños golpes sobre esta. ¿Qué le importaba? Macho, hace mucho tiempo que parecía que nada de lo que ocurría conmigo le importaba, ¿entonces qué hacía ahí en esos momentos?

En silencio. { Mini-Fanfic | Wigetta }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora