Capitulo uno; Eres mi paz.

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El sol comenzaba a salir a buena hora en la nueva ciudad. Era un día nuevo, pero el calor que venía haciendo desde que llegamos no daba tregua alguna. Debían ser más o menos las diez de la mañana sino estaba del todo mal con mi reloj biológico, además de que no se escuchaba nada en casa. Seguramente Samuel había salido desde bien temprano… a saber a quién sabe dónde, o con quien. Omitid ese tema, por favor. Me levantaba normalmente de malas pulgas cuando era consciente de que estaba sólo en casa.

“Vivirán juntos, Guille, podrán compartir más tiempo.” Me reía mentalmente en la cara de Frank al recordar sus palabras. ¿Más tiempo? Por favor, cuando vivíamos en España en casas separadas tenía más oportunidades de verlo que ahora. Y, yo sabía bien, que no era por las simples obligaciones de grabar juntos videos para los suscriptores, no. Pero entonces recordaba las palabras que una vez Rubén había soltado medio borracho, o quizá completamente borracho; “Nunca me hizo falta hasta que se fue a vivir con Cheeto.” Era obvio que ese día Rubén estaba hablando de Miguel Ángel. Quería suponer de alguna manera que algo así nos estaba pasando a Samuel y a mi, pero había que darle crédito extra a la chiquilla que tenía como pareja él. Vamos, ¿le vais a dar más tiempo a tu mejor amigo que vive contigo que a tú pareja que no ves desde hace… no sé, unos largos meses? Sed sinceros, muchos podrían tirar directamente a la segunda, era más importante. Puta friendzone.

Con desgano terminé caminando hasta la cocina sólo para preparar cereal, ¡qué gran cocinero soy!  No, la verdad es que ni ganas tenía de comer y era lo más rápido que había en la casa en esos momentos. Aunque ya habíamos hecho mercado y teníamos suficientes cosas para mí era lo único comestible en ese momento.  Me senté en el sofá, prendí el televisor y me quedé como siempre mirando la pantalla con miles de otras cosas en la mente. Vale, vale, que en la tarde tenía que ponerme a grabar o algo así, pero esta era mi mañana y la perdería como yo quisiera.

Fue sólo hasta que el silbido típico de un mensaje en Whatsapp resonó por toda la casa que me desperté del ensueño. Admito haber caminado en busca del celular murmurando palabrotas. ¿Pero qué podía hacer yo? No, no iba a matar a la persona que me enviaba mensajes, era simplemente Dayanne. Sí, pues… era su novia, pero no por eso me caía. Y es que si la hubiera conocido en otras circunstancias o algo similar hasta diría que era algo cercano a las chicas que normalmente me gustaban.

 

❝¡Willy, deja de dormir ahora mismo! He he, buenos días♡. ¿Samuél está contigo?  ❞ Que costumbre tenía esta chica por llamarme así en vez de hacerlo por mi nombre común, pero bueno… supongo que prácticamente ya todos estamos adaptados a los que son nuestros nicks. Me llené de sorpresa al saber que no estaban juntos, es decir, era lo primero que había pensado al notar que no estaba en casa. Caminé otra vez hasta la sala por mi comida mientras tecleaba un mensaje.

❝ No estaba dormido igual ¬¬ ¿Cómo? ¿No está contigo?  ¡Se nos perdió!❞ Mi risa al terminar de escribir el texto no se hizo esperar. Anda, que me gustaba bastante molestarla, era divertido puesto que era una paranoica de primera.

❝Ha ha ha, eres tan divertido. Supongamos que simplemente está entrenando, o con Luzu… no tengo el número de Luzu y Lana sigue durmiendo. ❞ Pues sí, era lo más lógico de pensar. Es decír, desde que llegamos siempre había tenido la idea  de buscar un GYM.

❝¡Lo sé! Ya, se pierde un minuto y haces un drama, chica. Si quieres ven en la tarde, podrás verlo y de paso me haces visita… recuerda que me debes comida.❞ ¿La había invitado a casa? ¿en serio? ¿qué demonios?  Realmente estaba mal de la cabeza al haber enviando ese mensaje. Ah… me cago en todo, tío. Dayanne no me caía mal, pero tampoco era para andar de subnormal invitándola a casa para verla todo el día pegada como un chicle a Vegetta. Oh sí, me había vuelto idiota. El último mensaje de Dayanne fue corto, se disculpó porque ya había quedado con Lana para ver películas, y en cambio me invitaba ella a mí, o más bien a todos, a ver películas. ¿Una tarde de películas todos? ¿me estaban tocando las narices, verdad? Ah, sí… todos de pareja y Guillermo con su tortuga. ¡Qué os quede claro que mi tortuga es mejor! A la mierda todo, tampoco pensaba quedarme en casa aburrido sin hacer nada más que sentarme en la PC o en la TV. Acepté.

En silencio. { Mini-Fanfic | Wigetta }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora