Capítulo 19. Tocar la luna.

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Los besos y las caricias no se hicieron esperar, como suelen ocurrir ya en las últimas citas donde saboreamos nuestros labios al igual que nuestras hambrientas manos hacen traviesos recorridos sobre nuestros deseados cuerpos, pero me mantuve firme con el castigo a troncón.

En ésta ocasión no estoy dispuesto a perderla, y no por ser un mal perdedor sino por el simple hecho que ahora conozco lo que un amor unilateral puede hacerle a un corazón solitario. Jamás juzgaré a Danna, ella al igual que yo nos entregamos por razones distinta. Danna es y será siempre una amiga valiosa que fue capaz de ir contra su moral con tal de mantener con vida no sólo su amor sino la vida del ser amado y eso es algo simplemente maravilloso. Yo, por mi parte, lo que empecé como una apuesta sin pies ni cabeza llegó hacer la mayor y más dolorosa lección de vida.

Es por ello que mi mundo ya no gira en mi aquí y ahora. He madurado emocional y espiritualmente, pues la parte sexual está como siempre en su máximo esplendor. Mis eternos acompañantes de hazañas pueden ser los protagonistas de mis películas tripleX. Troncón y mis manuelas son como una extensión de mis pensamientos, de hecho, ellos son los protagonistas de mis más alocadas fantasías sexuales.

Salgo de mis pensamientos cuando un bostezo de Talía me anuncia que hora de marcharme. Es alrededor de la una de la mañana, a muy pesar de mis más pecaminosos deseos, me despido de un cuerpo que está a punto de hacerme quedar.

Las siguientes semanas fueron fáciles de llevar entre el trabajo, mis amigos y claro está mi novia, la cual no anuncio todavía con nadie. Es una de esas relaciones donde un sano secreto formaba parte de la magia.

Tres meses después mi relación con Talía ya es conocida por pocos allegados. Luego de lo vivido con Danna necesito estar muy seguro antes de presentarla a mis padres. Para ello es imperioso retomar algunos temitas que hacen fuertes ruidos en las pocas neuronas que sobrevivieron al incendio provocado por las confesiones de la vida amorosa de la familia de Talía.

Acabamos de hacer dormir a Clementine, nos sentamos en el balcón con vista a una luna que se levanta en el oscuro firmamento donde las estrellas titilan dando un marco ideal para entablar una conversación de la cual dependerá el futuro nuestra relación. Troncón me dio un ultimátum hace un par de días cuando manuela intentó hacerlo reaccionar sin lograr el cometido, extrañado busqué en internet páginas de alto contenido sexual, pero troncón no se inmutó, así que entendí que ya es hora de levantar el castigo, que dicho sea de paso ya no recuerdo el porqué lo castigué.

Pensando en mi compañero de fiesta decido con valor enfrentar a Talía. Claro no sin antes buscar una botella de vino, la cual disfrutaremos sin copas, ya se ha hecho costumbre para nosotros cuando alguno quiere hablar de algo importante lo avisa al beber directamente de una botella.

Coloco mis labios en el pico y saboreo el líquido dulce de la vid, un hilo de vino merlot se me escapa de mis labios y mi sensual Talía lo limpia con su, diablos, provocativa lengua. Sonríe y me imita al llevase la botella a su boquita. Troncón me informa que está atento, al notar un ligero movimiento en mi entrepierna, haciéndome sentir hasta cierto grado aliviado de no temer que recurrir a un doctor.

Entrelazo nuestros dedos, permanezco callado en busca de las palabras correctas, pero mi mente decide jugar conmigo, quedando en blanco, odio ese color, pues no me ayuda en nada, así que decido hacer lo que cualquier macho pecho peludo haría en esta situación; Tomar otro trago y dejar que el blanco pase al rojo intenso en cuestión de segundos, antes que el valor se marche lanzándose por el balcón.

—Dime, comidita, así suelo llamarla de cariño, ¿tú también vas a querer un amor por duplicado como tú lo llamas?— suelto a quema ropa sin tan siquiera haber dado una antesala del tema —tienes que responderme sinceramente— sugiero para suavizar un poco luego de soltarle la bomba.

—No, glotón, me encanta mi apodo cuando sale de su boquita. Estoy plenamente segura que no, el unido amor por duplicado que tendré es si llego a tener otro hijo, eso lo tengo muy claro— anunció sosteniendo mi mirada.

—¡Genial, comidita! porque yo tampoco quiero eso, no tengo problemas con aceptar a las relaciones de tus familiares, pero no quiero eso para nosotros, sólo pensarlo se me eriza la piel— busco sus labios y me dejo perder entre morderlos e invitar a bailar a su lengua.

Es la única respuesta que necesito de comitida para dejar que mis emociones salten sobre ella sin más obstáculos, sé bien que mis ansias por demostrarle mi amor y deseo están por explotar en su cara, y eso me excita mucho. Troncón se llena en cuestión de segundos y mis bolas lo apadrinan, las manuelas están prestas a conocer por completo a su cuerpo, así que por mí, ésta noche será inolvidable.

Sin darnos cuenta estamos semidesnudos e incómodos en el mueble de la sala, ya que el balcón no era una buena opción, ya saben por lo del exhibicionismo; tengo fantasías, pero a puertas cerradas. Así que la cargo a horcajadas y trato de encontrar su cuarto mientas nos besarnos como dos inexpertos adolescentes.

Allí termino de retirarle la poca ropa que aún la cubre y ella hice lo mismo, me dejo caer de espalda en la mullida  cama y la coloco sobre mí, no sé quién de los dos está más desesperado. Pero creo qué, me he llegado a conocer la locura sexual cuando mi loco depravado se pierde al ver los senos más perfectos hechos por la naturaleza, ¡Dios!, me llaman a gritos para que los bese, pero no conformé con eso, los muerdo delicadamente en sus pezones hasta que comidita gime buscando mi boca como loca.

Talía me cambia de posición una y otra vez hasta que llega un momento que su cuerpo necesita, implora ser anclado por mí. Troncón cual estaca firme le asegura que jamás caerá, mientras que y mis manuelas son las que llevan el compás del baile donde la sensualidad sobrepasa cualquier melodía conocida. Es más que mágico subir a la luna tomados de las manos mientras nuestros cuerpos llegan al clímax juntos en la primera entrega. La mezcla perfecta de nuestros líquidos corporales producen un aroma que fácilmente lo puedo confundir con el olor de la perfección.

Cansados y sudados caímos riendo casi a carcajadas sobre las sabanas arrugadas mientras tratamos de apaciguar nuestras respiraciones, para luego dejarnos dormir abrazados.

Cuando despierto la veo observando mi tatuaje en el tobillo. Me estremezco rogando que no pregunte qué significa, pero su voz aún medio adormecida realiza la pregunta a la cuál le tengo tanto miedo. trago en seco y dudo entre responder o mentir. 





DOBLEMENTE ENAMORADOWhere stories live. Discover now