Capítulo 13. Arrodillada a mis pies.

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Los militares que reguardan la entrada principal del camuflado edificio miran con pesar a mi Danna, ambos bajan la mirada ante la presencia de ella y presentan sus respetos. Estos gestos hacen preguntarme quién carajo es Danna o peor aún que tanto poder tiene el dueño de ramita, realmente me importa muy poco así tenga que arrebatársela de las manos, no la dejaré ir, sentencio para mis adentros, mientras ella corre como loca aún sin soltarme el dedo.

Por fin se detiene al frente de una puerta de color verde oliva, con desesperación abre sin tan siquiera tocar, y allí estaba él, su prometido, rodeado y conectado a un sinfín de aparatos que lo mantienen con vida. Siento estremecer todo mi cuerpo, me paralizo al asimilar tan cruel y abrumadora escena  impidiendo que tanto Morgan como su esposa y yo lográramos reaccionar, pero me permito dejar rodar lágrimas por mis mejillas.

Danna se le acerca llorando y suplicándole que resista; porque ella lo está esperando para casarse. Soy arrastrado por ella ya que aún no me suelta del dedo, lamentablemente puedo comparar en fracciones de segundos las imágenes de las fotos con éste carabélico rostro, sin duda sólo queda la esencia del hombre fornido que fue. Dios mío, ten piedad son las únicas palabras que retumban en mi mente.

—Amor, mi amor aguanta por favor te necesito y quiero ser tu esposa— le ruega una y otra vez al cuerpo casi inerte postrado en la cama.

Siento un vacío inmenso en mi alma cuando ella suelta el pequeño agarre que nos une para colocar con toda la delicadeza del mundo sus manos a cada lado de la cara de él, quien no responde a las suplicas de ella. Entro en razón cuando asimilo que el que yo consideraba mi rival es lo que queda de un valiente soldado gravemente herido en combate. Busco con desesperación enfocarme en los aparatos de soporte vital los cuales a muy pesar de mi amada indican, lamentablemente, ausencia de estímulo alguno, inclusive necesita respiración asistida.

Un silencio arropa la habitación con fuerte olor a alcohol y medicina, Danna, mi amor, mi mujer busca mi apoyo cuando ve que su prometido no responde. Estoy tan impactado que retrocedo dos pasos, pero ella me alcanza pidiéndome ayuda para que lo convenza de reaccionar a sus suplicas.

Clavo en su pupilas por fracciones de segundos una miraba que se pierde fácil en su dolor, pero no logro conexión entre mis pensamientos y mi boca, así que ella empieza a explicarle —Amor, mi vida, luz de mi alma estoy haciendo todo lo posible para pagar los costos del hospital fíjate que desde hace cinco meses ya no estamos en mora— dice fingiendo una felicidad que no siente. —Amor, sabes que cuentas conmigo así tenga que vender cada fibra de mi cuerpo por el tiempo que sea necesario— a pesar de esas palabras llenas de suplicas y desesperación, él no reacciona, al contrario los indicadores disminuyen en función a los signos vitales.

—Dile, Daniel, que yo he sido buena chica, que nunca he dejado que ningún hombre entrelace los dedos conmigo— ¡Dios mío!, no por favor no me hagas esto Danna esa era la razón por la cual jamás me permitiste entrelazar nuestros dedos, Dios mío, no puede haber razón más cruel que ésta, me gritaba mi despechada alma. Mientras ella corre nuevamente para estar al lado de él.

—Dile, Daniel por favor, que no he vuelto a tomar vino tino porque sé que es su preferido y estoy esperando que se recupere para que disfrutemos a la luz de la luna de un excelente Merlot—. ¡Oh por Dios! no me tortures más Danna y con pensar que una vez casi te obligo a tomarlo, perdóname mi amor no lo volveré a hacer, lo juro, esto me parte el corazón, fueron palabras que guardé para mi atormentada conciencia.

Ella corre nuevamente hacia mí intentando lograr que yo la secunde —Dile, Daniel, que siempre usé una tobillera como señal de respeto hacia él, que yo sólo era una esclava de la situación que estaba viviendo—. ¡Dios mío!, no Dios mío, Danna no me desgarres el corazón imploré, Dios mío, por todo lo que has pasado para mantenerlo con vida guardando la espereza de ser su esposa. Esto jamás lo podré superar me dije a gritos para mis adentro. A ésta altura mi robótico cuerpo logra llevar una de mis manos para taparme la boca y evitar gritar, trato de controlar sin éxito mi respiración la cual sale hiperventilando tanto de mi boca como de mi nariz.

—Dile, Daniel, que volvería a estar con otro hombre con tal de poder costear sus tratamientos para que él pueda vivir— dijo sin sentir vergüenza por sus entregas a mí, —dile que no vomitaré después de despertar junto a otro cuerpo—. Esto es mi muerte, sólo grito el nombre de Danna suplicándole que pare mientras halo mis cabellos frenéticamente. Caigo en un abismo sin fin al entender que la mujer a la cual amo tan intensa y puramente vomitaba cada vez hacíamos el amor por no ser yo a quien ella ama, fue igual que perder parte de mi alma.

—Dile, Daniel, que soy la mujer más feliz cada vez que tengo la oportunidad de venir a verlo, que puedo dejar de hacer lo que sea con tal de estar juntos en ésta cama. Amor, quiero ser tu esposa, mi vida, no me dejes— llora y grita desesperada buscando cualquier escusa para hacerlo reaccionar. Ahora entiendo cuando me dijo que en sus brazos ella estaba segura, claro es lógico, él ha esta inconsciente casi un año y ella se limita a acostarse a su lado. Yo empiezo a morder mis manos para tratar de controlar aunque sea un poco ésta tormenta de emociones que fácilmente sobrepasan mis límites.

Danna corre otra vez hacia mí y me mira a los ojos, me recordó cuando le dije que yo tenía la capacidad de obligar a las personas de hacer lo que yo quiera. —Dale la orden, Daniel, que se quede conmigo, que él debe ser mi esposo, ordénaselo, Daniel, has eso por mí— me suplica mientras se aferra a mi camisa.

En ese momento los aparatos empiezan a pitar uno tras otro y mi derribada y desconsolada Danna se arrodilla a mis pies, coloca fuertemente sus pequeñas manos alrededor de mis tobillos y me ruega llorando que lo obligue a quedase con ella porque prefiere morir que estar sin él. Allí me derrumbo por completo mi hombría desaparece en un segundo. Bajo a su nivel, me aferro a ella mientras él se muere delante de nosotros en medio de un espectáculo tan doloroso que no se puede describir. La abrazo lo más fuerte que puede clavando su rostro en mi pecho mientras le susurro— Amor estoy aquí para ti amor, estoy aquí para ti— elevé mi tono de voz para evitar que mi Danna escuche las alarmas de los aparatos.

En ese instante ella dice —¡Ah! ya sé, Daniel, dile que tengo mucho conjuntos sexys que lucirle, dile eso Daniel para ver si reacciona— suplica ya casi sin fuerza, pero llena de esperanza. Dios mío que dolor tan grande que egoísta fui, pero lo peor estaba por pasar cuando ella se da cuenta que están apagando los aparatos para declarar la hora de defunción. Ella mi Danna, mi gran amor, la mujer que yo amo con toda mi alma me toma el rostro con sus temblorosas manos pronunciando con una voz sumergida en el más profundo terror; miedo, miedo. En ese preciso momento Danna cae desmayada en mis brazos allí tomo conciencia de lo importante que son esas palabras para ella. Sin dudarlo me levanto con ella en brazos sacándola de la habitación dejando a Morgan y a su esposa petrificados ante tan inhumana escena.

—Dios dame fuerzas para ser su pilar por el tiempo que sea necesario, guíame señor para que mi fortaleza sea la suya. Dios no nos abandones, yo seré su sustento, su aire, su calma, su saco de pelea yo seré todo y nada para ella por el tiempo que mi amada así lo necesite—. Éstas son mis más sinceras palabras mientras doy gigantescas zancadas para salir de la habitación. Sin importarme haberlas dicho en voz alta. 




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