Capítulo 7. Comerla a besos es otro mundo.

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—¡Dios! ¿Qué es esto?— rezongo sin control —¿dónde está la lencería que te mandé con el vestido?, ¿sabes cómo me siento con este boxees que se supone hace juego con esa lencería?— protesto como un desquiciado —esto es la situación más humillante que he tenido que vivir sexualmente hablando— le reprocho casi a gritos, moviéndome de un lado a otro por la habitación mientras ella se tapa tímidamente la boca para no demostrar que está a punto de soltar una carcajada.

—¡Santos cielos! Para de moverte, Daniel— logra decir intentando no mirar mi supuesto sexy atuendo, cada vez que sus ojos viajan a mis caderas desvía la vista para cualquier otro lado.

—Dios mío, esto es humillante— repetía una y otra vez —explícame, ¿por qué carajo tú no estás usando la lencería que te mandé?— por fin pude preguntar mientras cometía el error de pararme delante de Danna, con mis manos puestas en mi cintura. A lo que ella no le quedó más que soltar de una vez por todas las carcajadas que tenía retenida en su garganta.

—Perdóname— intenta disculparse sonrojada, camina hacia la cama, sentándose al borde de la misma, coloca sus rodillas a la altura de su barbilla y procede a abrazar sus piernas. —No me la puse por la sencilla razón que aún yo no he tenido la oportunidad de lucir algo así a mi prometido, por lo tanto no me hace ninguna ilusión hacerlo con otro hombre— dice mientras encoge sus hombros.

Y claro, yo allí de frente a ella parado como un tonto sexyboy dejando a nivel de sus ojos a troncón escasamente cubierto con esa tela rojo traslucidas. Diablos, diablos y más diablos.

—¿Qué?, ¿ustedes nunca....?— intento internalizar su reciente explicación— mi lista de preguntas se ve interrumpidas por ella cuando de su boca sale un hilo de voz que parecía un susurro.

—Las pocas veces que me he entregado ha sido naturalmente sin programar nada, solo porque así lo hemos querido— dice para luego perderse en sus recuerdos.

—¿Cuántos tiempo tienen de novios? — pregunto aún parado como el tonto que me sentía.

—Tres años, pero nos comprometimos hace un año y sólo entonces empezamos con las..., con las..., bueno tu sabes...— ella titubea.

—Danna, se llama sexo eso es normal y natural no es un tabú sexo— pronuncio letra por letras cual experto en la materia pero, claro, aún parado con mí sexy atuendo delante de ella.

—Repite Danna, sexo, no vas a morir por decirlo, créeme–. Ella suavemente abre los labios y dice.

—Hacer el amor, suena mejor, al menos eso fue lo que hice con mi prometido, creo que el sexo lo haré contigo, pero el amor con él— dice mientras busca mi mirada y los dedos de sus pies jugaban entre ellos, ese gesto me vuelve loco, así que simplemente me lanzo sobre ella dispuesto a comérmela completa, tantas veces con la noche me lo permita.

—Prepárate, mi Danna, hoy sabrás lo que es tener el mejor sexo de tu vida— le susurro sensualmente al oído.

La recuesto suavemente de espalda sobre la cama, me coloco a horcajadas sobre sus caderas sin legar reposar mi peso en ella, lleno de besos toda su cara y labios. Casi por instinto rodea mi cuello con sus manos ligeramente temblorosas eso me hizo desesperar, todavía más, era como tener a alguien sin experiencia entre mis brazos, ¡diablos troncón que mangar! agradecí a Dios. Dejo deslizar mis dedos sobre sus senos, ¡Dios!, son suaves y cien por ciento naturales eran como tocar nubes o algodones de azúcar, yo diría a punto de ser reestrenados. Sus pezones rosados se tensan casi de inmediato. Arquea su espalda como respuesta a mis caricias y gime tan sutilmente que me recordó a una adolescente. Retomo sus labios intensificando el beso para llevarlo a un nivel de excitación mayor. Suelto su boca para empezar a bajar y disfrutar de experimentar por primera vez el sabor y textura de esos pezones que piden a gritos ser besados, sus gemidos se hacen más fuertes y seguidos. Bajo a nivel de su vientre ella, juego con su ombligo, lamo, muerdo y soplo con locura una marca de nacimiento cerca de sus costillas. Danna se apodera de mis labios para iniciar un beso desesperado, posesivo y demandante como si fuera el fin del mundo. Minutos después la dueña y señora de mi cuevita logra calmarse un poco, busca mirarme con sus mejillas color carmesí y pasando endemoniadamente lento su lengua sobre sus labios tratando de retirar el exceso de humedad en ellos, ríe ante tal gesto. Continúo con mi deliciosa tarea, cubro cada centímetro de su muslo con besos y lamidas hasta llegar a su pie —¡Dios mío!— digo admirándolos, por primera vez en mi experimentada vida sexual, yo, estoy más que dispuesto a besar, saborear y comerme los dedos de una mujer, eso me excita tanto que troncón ya no entraba en la pequeña y traslucida tela que intenta sin éxito cubrirlo. Juego con mi lengua entre sus dedos para luego pasar al otro pie y repetir tan exquisito mangar, recorro su otra pierna hasta detenerme en su entrepierna, veo con asombro que ella está parcialmente depilada, intento recordar en fracciones de segundo cuándo fue la última vez que tuve sexo así. Con algo de fuerza pero delicadamente le abro las piernas, cierro los ojos para activar al máximo todos mis sentidos y disfrutar el tan deseado sabor intimo de la cuevita de Danna, pero cuando ella siente mi agitada respiración en su intimidad se apoya en sus codos y sorprendida trata de alejarse preguntando apenada —Dios mío, ¿qué haces, Daniel?— mientras su respiración refleja una excitación total. En respuesta paso lentamente mi lengua sobre sus labios íntimos, uso la punta de para abrirme paso profundizando mi penetración sin dejar de pellizcar traviesamente sus pezones, ella no le queda más remedio que apoyar nuevamente su cabeza sobre la almohada mientras sus gemidos salen atropelladamente de su garganta, confirmándome que voy por muy buen camino. Sin embargo no pienso permitirle que un orgasmo aún, me niego que esta tanda sexual sea un cortometraje, no señor, ésto será una saga de múltiples orgasmos.

Necesito calmar un poco las ansias de Danna, así que, intento buscar su boca, pero para mí asombró ella esquiva mis labios en varias ocasiones, tomo su cara entre mis manos mirándola a los ojos le digo —tranquila todo está bien sólo que ahora mis labios saben a ti— eso la deja sin habla y yo arremeto contra su boca, uso mi lengua para abrirla e iniciar un beso sensual y prolongado. Ella se deja hipnotizar por los movimientos de mis dedos que se acercaban a la entrada de cuevita, allí adentro el jugueteo de ellos hacen que Danna tome la iniciativa de cambiar de posición y colocarse a horcajadas sobre mis caderas eso me impulsa a buscar su boca apoyándome en mis codos. Luego le acaricio su cuello y bajo a sus pezones ya hinchados y rojos. A partir de allí nuestros cuerpos se mueven de manera natural como si siempre hubiesen bailados desnudos en busca del mayor placer jamás experimentado por ambos. Disfrutamos de hacerlo cada vez que sus pies tocaban mi piel, hasta caer exhausto, sedientos, sudados y extasiados lo que nos llevó a dormir en fracciones de segundos casi en el amanecer.

La claridad de los rayos del sol nos despiertan al igual que el bullicio de los otros invitados. Danna corre rápidamente al baño empieza a vomitar casi descontroladamente, me asusto —¿te encontraba bien?— pregunto desnudo mientras la ayudo con su cabellera.

—Sí, tranquilo, creo que fue mucho vino para mí— dice, vestida con su traje de Eva, mientras se enjuaga la boca.

Nos bañamos juntos disfrutando de otra tanda sexual para luego salir a desayunar. En la mesa ya están ubicados varios invitados, Paula se nos acerca a saludar.

—¡Wow! Danna tienes un semblante distinto hoy, creo que pasaste una muy buena noche— al rostro de la dueña de mi cuevita se le incrementan el color, provocando la risa entre los invitados. Para que ella se sintiera apoyada me le acerco por detrás para abrazarla y darle un par de besos en la mejilla.

Desayunamos para luego disfrutar del área de la piscina, allí puede ver a Danna con cara de preocupación, intento acercarme, pero Paula se me adelanta, me relajo cuando veo que ambas se alejan tranquilamente hablando.

—¿Te sucede algo? te veo algo incomoda, ¿no te molestaste por mi comentario en el desayuno verdad?— Pregunta Paula mientras la abrazaba.

—No, no me ha molestado de hecho es eso lo que me tiene algo preocupada— Reconoce Danna bajando la mirada.

—Dime amiga ambas somos mujeres y estamos para ayudarnos— Caminan hacia un lugar con mayor privacidad.

Yo no tenía planeado tener relaciones anoche con Daniel así que no tomé las previsiones para cuidarme, no sé que nos pasó ayer que no nos controlamos y temo que eso me pone en desventaja, porque lo último que necesito es embarazarme de él— Reconoció algo molesta y desilusionada.

—¿Eso es todo? que linda eres, ven yo tengo la solución— Dijo la mayor arrastrándola hacía una habitación y sacando un cajetín de medicinas.

—Ten tesoro toma esta pastilla y en doce horas más tomas la última dosis, ten por seguro que no te vas a embarazar— Expresó seria.

—¿Estás segura ?— De verdad estoy aterrada.

—¡Claro! que estoy segura, te lo puedo garantizar ya que tengo veintidós años de experiencia como ginecóloga y te espero en mi consultorio el día lunes a primera hora, ten toma mi tarjeta, ahora a disfrutar del resto del fin de semana— Afirmó confiada.


Al poco tiempo pude sentir como troncón ubicó, como si de un radar se tratase, a su cuevita. Suspiro relajado al ver a Danna disfrutar divertida del ambiente, supongo que la crisis ha pasado pienso para mis adentro. 





DOBLEMENTE ENAMORADOWhere stories live. Discover now