Capítulo 5. Vino blanco.

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Entramos al club, ya la reunión había comenzado, posé mi mano en su cintura y pude sentir como se estremeció, no sé si fue un gesto de sorpresa o de desagrado, pero no se quejó, así que la mantuve allí hasta llegar a la enorme, pero bien decorada mesa. Ubiqué nuestros puestos asignados y me dispuse a disfrutar de la buena compañía.

La presenté como una amiga y colega muy especial. Para mi sorpresa fue increíble la facilidad con que se logró incorporar al grupo, enseguida entabló conversación con la señora Paula esposa de uno de los mayores accionistas de la empresa. Yo me dediqué a finiquitar varios acuerdos comerciales, pero constantemente volteaba a verla, ella hablaba y sonreía como si de una rutina se tratase, en un par de ocasiones buscó mi mirada.

Llegado el momento de la cena no dudé en aproximarme a ella, la tomé firme, pero respetuoso de la cintura haciendo que Danna sintiera mi control o dominio, como quieran llamarlo, recorrí su espalda hasta llegar a la nuca robándole un fugaz beso. La comida exquisitamente presentada casualmente fue servida con vino tinto como acompañamiento, mi chica miró con algo de nostalgia la copa, en ese momento recordé el comentario que hizo en la primera cita, y solicité una botella de vino blanco, gesto que ella me agradeció con una cálida mirada.

—Danna, querida, veo que no tomas vino tinto— intervino la señora Paula en nuestra conversación visual.

—No, lo lamento, no lo tomo— respondió algo tímida.

—Y ¿por qué, si se puede saber?— indagó Paula, cosa que agradecí internamente.

—Es algo simple, pero muy importante para mí, es una promesa que hice hace más o menos seis meses— medio explicó encogiendo sus hombros y llevándome la copa a sus labios pintados de coral.

Si no fuera por la cochina curiosidad que me dio la conversación entre ellas, me hubiese perdido en la continuación de mi película triple X que se activó nuevamente en mi mente cuando desee que ese líquido producto de la vid fuera una descarga de mi troncón.

—¡Ah! ¿Pero entonces si lo tomabas?— pregunté algo intrigado.

Como respuesta Danna movió repetidamente su cabeza en forma de afirmación. Haciéndonos soltar subes carcajadas. Sólo le tomó fracciones de segundos a la esposa de mi socio apoyarla.

—Genial, entonces, tu, mi querida amiga y yo tomaremos vino blanco— afirmó Paula señalándole a su esposo para que le sirviera del translúcido líquido en su copa.

Terminada la cena la música señaló el momento del baile. Danna y yo danzamos torpemente la primera pieza, sin embargo, luego nos acoplamos para las siguientes. Ella aceptó la invitación a bailar de un par de socios y yo tuve que hacer lo mismo, pero ésta vez no sé porque no fue de mi agrado el hecho que ella no intentara impedir que varias mujeres me retuvieran la pista por más tiempo del deseado, así que cuando tuve oportunidad de intercambiar pareja, no lo pensé, y la acaparé entre mis brazos.

—¿Qué crees que estás haciendo?, ¿es qué no piensas ponerles límites a esas mujeres?, me quejé, no me han dejado descansar ni un momento y, tú como si nada, ¿te has dado cuenta que ellas están esperando el momento indicado para saltar sobre mí?, estoy a punto de ser devorado y, tu tan tranquila, se supone que eres mi chica al menos eso cría yo— reproché algo molesto, aún bailando, ya que yo esperaba el típico comportamiento celoso y posesivo de mis otras citas, y no, ésta indiferencia a lo cual no estaba acostumbrado.

—Lo siento señor, perdón Daniel corrigió en seguida, pensé que era normal en su círculo social— justificó algo avergonzada, pero casi entre risas, no sé si fue por las copas de vino o por lo gracioso que me veía pidiéndome un ataque de celo, el cual, yo sabía que Danna no sentía.

DOBLEMENTE ENAMORADOWhere stories live. Discover now