Capítulo 12

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Viernes, 20 de noviembre de 1998

18: 28 hs.

La puerta se abrió hacia adentro y Snape trastabilló hacia atrás, manoteando el aire antes de que su espalda se golpeará contra el frío y duro suelo, una piedra que sobresalía se le clavó entre las costillas, y algo pesado y compacto, le azotara en pleno pecho quitándole el aliento. Apenas atinó a encoger las piernas cuando el filo de la puerta le golpeó el tobillo al cerrarse, y él gritó, soltando una grosería.

Con habilidad Harry logró apoyar las manos en el suelo para evitar el impacto, pero su cara igual golpeó contra algo ligeramente duro; sosteniéndose la nariz, levantó la vista y contempló al Jefe de las Serpientes tendido en el suelo con los ojos apretados. Su pecho estaba pegado contra el abdomen del pocionista, y sus ojos tenían una vista bastante apreciable de su cuello y de la casi obscena forma en que sus piernas se abrían y su miembro medio duro se le empujaba contra el pecho antes de que... la puerta se azotará dejándolos en la completa oscuridad.

Joder... De pronto, le hacía tanto calor.

El peso encima de suyo se sacudió con una tos familiar. El Omega abrió los ojos de golpe; todo alrededor seguía girando. Aturdido y mareado como estaba, levantó la mano y palpó la maraña de pelo de Potter, y de un empujón se lo quitó de encima, mandándolo contra la puerta.

El Gryffindor soltó un chillido quebrado, cuando el picaporte de bronce se le clavó en un riñón.

El descendiente feo y sin talento de Liszt Franz, lo empujó con rudeza a un lado y Harry tropezó con sus propios pies. Luego del particular ruido de la cerradura siendo forcejeada, una vela colocada sobre un estante junto a la puerta se encendió.

El Alfa parpadeó habituándose al resplandor amarillento.

—¡¿Qué fue lo que hizo?! —Severus se giró medio cuerpo con el labio tenso; forcejeó otro poco con la manija, pero la puerta continuó sin ceder—. ¡¿Por qué no abre?!

—¡Qué sé yo! —El Niño que Vivió colocó las manos abiertas delante del pecho—. A mí no me culpe; ¡no hice nada! —El pocionista apretó las esquinas de sus ojos y él se apresuró a aclarar: —. Algo, no sé qué, se me arrastró la pierna y luego me la tiró.

Snape intentó varios hechizos simples en lo que el capitán de los leones consideraba qué tan terrible sería pasar la noche ahí, en tan reducido espacio, y ser la burla de la comunidad estudiantil al día siguiente.

—La cena... debe estar por empezar —dijo de pronto, como iluminado por un ser divino.

—Ajá, qué desgracia; ahora cállese y déjeme concentrar.

—Es que debía encontrarme con el direc...

—¿Silencius o Langlock, Potter? ¡Elija! —ladró el Omega con la varita apuntando la cerradura de la puerta, tenía que sacarlos de ahí antes que el mocoso cuatro ojos, o él, comenzarán a sentirse afectados por el Vínculo.

En pocas palabras, el "Vínculo", era el periodo que transitaba una pareja recién acoplada para aclimatarse. Entre otras cosas, el Alfa impregnaba con su olor al Omega, reforzando su unión por medio del contacto físico y el intercambio de magia antes del siguiente celo.

Aún recordaba esa semana de vacaciones que había pasado encerrado con James, y no quería volver a vivir nada ni remotamente parecido.

El mago de ojos negros había advertido los primeros efectos de la abstinencia presentes en Potter. A ciencia cierta, él también debía de estar sufriendo dichos efectos, pero al haberse acostumbrado a soportar los cambios metabólicos de su cuerpo, no se había percatado; se estaba comenzando a sentir mareado por la oleada de feromonas que expedía con violencia el mocoso. 

Odio y Posesión (Snarry/Omegaverse) EDITADO. Where stories live. Discover now