UN PASO AL ABISMO 1.2

Start from the beginning
                                    

—Sí, sí —contestó, y se fue hacia el baño. Mirko le hizo señas a Mateo de que iría tras él.

—Tomás. —En el baño estaban ellos dos. Un chico entró, uso el mingitorio y volvió a dejarlos solos.

—¡Mirko, dejá de hacer lo que estás haciendo! —alzó la voz—. Por favor, basta.

—¿Qué parte?

—La de ser tan bueno —suplicó. Mirko le sonrió con ternura.

—No. Ey, estamos juntos ahora —le respondió y buscó abrazarlo. Tomás se escabulló e infringió una nueva herida en el corazón de Mirko—. ¿Por qué no me dejás ayudarte? Es todo lo que quiero. Ya sé que es muy poco, pero... estuve tratando de ver cómo ser más demostrativo con mis sentimientos, sé que vos sos de abrazar y eso, y yo no sé —Se pasó las manos por el pelo—, no sé por qué conmigo no sos así siempre. A veces sí, y me gusta mucho, creo que nunca te dije lo mucho que me gusta ¿ves? A eso me refiero. Bueno, el caso es que —balbuceó— quiero que sepas que te amo mucho y que contás conmigo siempre.

—Mirko... —A Tomás le dolía el cuerpo por el intento de contener las emociones. Supo que, si así le dolía a él, cuando sus palabras se convirtieran en dardos venenosos, serían mortales para El Ruso.

—Yo no sé, hay cosas que no las entiendo, posta. O sea, te puedo regalar mil chocolates, pero para mí amarte pasa por otro lado. Quedate tranquilo —sonrió— voy a seguir regalando bon o bones, pero ya me entendés ¿no? —Se acercó a él y le acarició la mejilla—. Para mí lo importante es estar con vos, y ahora tenés este problema con la plata y quiero ayudarte a solucionarlo. Tomás —tomó aire y valor—, desde Mar del Plata que salimos, pero desde el sábado, desde el sábado para mí todo cambió...

—Por favor —rogó Tomás.

—Desde el sábado estamos, no sé, más juntos, más unidos. Cuando vos tenés un problema, o te pasa algo, lo que sea, también me pasa a mí, porque te amo, y por eso quiero que cuentes conmigo para enfrentarlo. Lo que gane dando clases es para vos, para que puedas seguir estudiando o para lo que necesites.

El timbre cortó la charla, pero Mirko no estaba dispuesto a dejarlo ir todavía.

—No quiero que lo hagas —respondió Tomás. Sonó frío y buscó poner muros y barreras entre Mirko y él—. No quiero que sacrifiques tus horas libres por mí, ni quiero que cambies tu forma de ser por mí, ni nada. Así que, terminala. —Se marchó y lo dejó solo en el baño.

Mirko permaneció quieto por varios minutos. La profesora lo reprendió cuando reapareció en el aula más de cuarto de hora después del toque de timbre. No contestó y ocupó su lugar. No prestó atención durante el resto del día, se lo pasó trabajando en algunos ejercicios que le había dado Orión en la semana. Dejó de hablar y no salió al siguiente recreo. Necesitaba apagar la mente, las emociones, quitarse la frustración de encima. Los ejercicios de matemática eran fáciles, eran lógicos, si seguías ciertos pasos, conseguías ciertos resultados. ¿Por qué la vida no era tan sencilla? A Tomás le gustaban los chocolates, pero si le regalaba uno en clases, no recibía la misma respuesta que en su habitación.

Habían hecho el amor, para Mirko eso significaba estar juntos, ser novios, pero, al parecer, se había equivocado. Necesitaba aclararlo, necesitaba su lógica, necesitaba su orden o se iba a morir ahí mismo.

—Mirko —lo llamó Tomás—, ya es la hora de salida.

Tomás miró las hojas escritas, los números desprolijos, las anotaciones al margen. Bianca, Loli y María Pía miraron hacia el fondo del aula e hicieron comentarios en murmullos.

—Mejor nos apuramos antes de que saque un arma y nos mate a todos —bromeó una de ellas. Tomás miró al Ruso, se notaba que tenía su mente perdida y su aspecto asustaba. Todos hablaban de los casos de adolescentes que asesinaban a sus compañeros; en ese momento, tenía más posibilidades de ser él quien exterminara a media escuela ¿Acaso no veían que al único que lastimaba era a sí mismo?

Al otro lado del miedo (Libro 1 Y 2)Where stories live. Discover now