UN PASO AL ABISMO 1.2

3.4K 431 134
                                    

«Tomás: te amo. Mirko», leyó junto al bon o bon en su banco. Guardó ambas cosas con presura en la mochila.

—Estoy aburrido —le dijo Mirko cuando entró al aula.

—Gracias por el bon o bon —contestó en un murmullo. Tendría que decirle que no lo hiciera más, pero las palabras no le salían. Le encantaban esos detalles, si la situación fuera otra, se la pasaría fanfarroneando por estar con el mejor chico del mundo.

—De nada. Te amo. —Se sentó sobre la mesa del pupitre mientras esperaban por el docente. Tenían que entregar un trabajo práctico sobre seguridad laboral, subtema: evacuación en emergencia, y ambos estaban confiados en que sacarían buena nota. Mirko lo había impreso y llevado a anillar, se lo pasó a Tomás para que viera cómo había quedado; era mérito de él que estuviera tan prolijo.

—¡Quedó genial! —exclamó.

—Sí. —Mateo y Lucas se acercaron a mirar el trabajo, a ellos les había tocado hacerlo sobre ergonometría—. Si fuera por mí, entregaba todo así nomás, pero Tomás es un genio —les dijo a los chicos que miraban los planos a color—. Seguro que ahora me quieren matar por habérselos robado del grupo —bromeó con el pecho lleno de orgullo.

—¿Qué? ¿Con vos trabaja? —replicó Lucas entre risas—. Con nosotros se la rascaba.

Tomás escuchó la conversación y su rostro varió por todos los tonos de rojos que existían en el universo.

—¡No te permito! —exageró la defensa hacia su novio—. Las mentes creativas necesitan mucho descanso —rio, y Lucas también. Mateo cruzó los brazos y miró a Tomás que deseaba desaparecer.

El profesor los interrumpió y les ordenó que fuera cada uno a su lugar.

—Mirko —lo llamó Tomás en un murmullo—. Los chicos no saben de nosotros todavía y...

—¿No? Pensé que se lo habías dicho a Mateo. —Lo miró desconcertado.

—¿Eh? —Dejó el tono rojo de un par de minutos atrás para pasar al blanco papel.

—Igual no dije nada —siguió Mirko, más calmado—. Así que lo podés hablar vos con ellos cuando quieras.

—Allá, en el fondo —reprendió el profesor—, dejen de conversar.

La clase continuó, aunque la cabeza de Tomás Méndez no estuvo atenta a ella. Mirko lo observó durante toda la hora, lo vio apagarse, perder el brillo habitual.

M.V.: Te amo

Tomás leyó el mensaje y lo buscó con la mirada, la tristeza la empañaba.

—Yo también —susurró tan bajito que Mirko tuvo que leer los labios.

Cuando fueron al recreo, se sentaron juntos en el banco. Sus amigos estaban contra la columna y comentaban los detalles de la fiesta de fin de año.

—Tomás —dijo Mirko y le pasó un brazo por encima de los hombros. Eso lo empujó a ponerse de pie de inmediato y buscar distancia; no quiso voltearse, no soportaría ver el daño que esa evasiva había provocado. Sin embargo, las palabras del Ruso lo hirieron a él con mucha más precisión—: publiqué un anuncio de clases particulares de matemática y física.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque te amo, obvio. No me esquives así, sé que tenés problemas, cosas que yo ni entiendo, pero si me las explicás...

—Tomás ¿estás bien? —le preguntó Mateo al ver que estaba por llorar. No había escuchado la conversación, solo podía verle la cara desdibujada por el dolor.

Al otro lado del miedo (Libro 1 Y 2)Where stories live. Discover now