veintinueve

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Una vez más ChangBin no había asistido a clases. Mierda, Felix, deja de pensar en él. Cada vez que el pelinegro llegaba a sus pensamientos, su voz interna le reprendía. Pero le era completamente imposible sacarlo de su mente.

—Felix —le llamó MinHo, el rubio cerró la puerta de su casillero para poder ver al castaño.

—¿Qué quieres? —preguntó tratando de controlarse, ganas de partirle la cara le sobraban.

—Es ChangBin —respondió agitado, seguramente había ido corriendo.

—MinHo —dijo con fastidio, no estoy de humor y mucho menos si se trata de él —se dió la vuelta.

—Se irá... —escuchó a lo lejos.

—Que le vaya bien —contestó, sin detenerse.

—Tú no entiendes, ¿cierto? Él te necesita -se detuvo y regresó hacia MinHo.

—¿Para qué? ¿Apostaron de nuevo? —pasó su mano por su cabello con desespero—. No me interesa nada relacionado con él, me da lo mismo si me necesita o no, le dejé muy en claro que no lo quería cerca de mí —ambos se miraban con rabia.

—Perfecto, en dos horas se va del país —rebuscó en su mochila y sacó un sobre blanco, se lo lanzó y por reflejo el alto lo atrapó—. Yo me alejé de ChangBin cuando más me necesitaba y tú fuiste el único que estuvo ahí con y para él, créeme que él no jugó contigo —finalizó. Se dió la vuelta y desapareció de la vista de Felix.

El chico miró el sobre y al ver la letra del pelinegro el coraje le inundó y con ambas manos lo arrugó haciéndola una bola de papel, iba a tirarlo en el primer basurero que encontrara. Claro que lo haría.

Se acercó a un bote y miró una vez más la bola de papel. ChangBin se iba del país, tal vez eso sería lo último que sabría de él.

No pudo hacerlo.

Guardó la bola de papel en un bolsillo de su chaqueta, regresó a su casillero y dejó todos los libros, no tenía ganas de entrar a clases.

[...]

Llegó a casa, estaba vacía. Últimamente parecía que nadie vivía allí. YangMi seguía un poco resentida con Felix ya que un par de veces más les había alzado la voz a los niños por constantemente preguntarle sobre ChangBin. Nunca les había hablado de ese modo, pero nunca se había sentido así de destrozado, así de dolido.

Y eso era cosa que los pequeños no podrían entender por más que quisieran.

Se dejó caer en el sillón central del living mirando hacia la televisión apagada. Echó la cabeza hacia atrás viendo el techo tratando de organizar sus pensamientos. Metió sus manos a los bolsillos de su chaqueta y nuevamente sintió la bola de papel. La sacó, extendió y nuevamente leyó el "Felix".

La observó por varios minutos más hasta que se animó a leerla, no perdería nada, ¿verdad?

Felix:

Sé que me detestas y lo siento mucho. No sé si leerás esto, tal vez no lo hagas y esto termine en el bote de la basura pero no pierdo nada con intentarlo.

Fuí un estúpido, lo sé, jamás debí haber jugado con algo así. Sé que estuve mal y es algo que jamás me podré perdonar y tú tampoco, estoy consciente de eso... pero quiero que sepas que todas las cosas que te dije nunca fueron falsas. Todo lo que te decía salía de mi corazón.

Al principio lo ví como un reto, me decían que era completamente imposible que tú te fijaras en mí. Que era imposible que siquiera me dijeras tu nombre y vaya que lo fue. Pero valió la pena, las últimas semanas que estuvimos juntos fueron increíbles y te lo agradezco.

Ahora me doy cuenta de que a TaeYang nunca lo amé, solo fue un capricho que me negaba a perder. Supe que no lo amaba cuando conocí al verdadero Felix. Y ahí fue cuando me enamoré de verdad y por primera vez. Te amo demasiado Lixie y entiendo que no quieras verme, ni saber nada de mí. Pero tenías que saber esto, tenía que hacerte saber que te amo y lo seguiré haciendo.

También quería decirte que me iré... nadie (tú, mi madre y MinHo) sabe a donde iré, solo les avisé que saldría del país. Después de todo aquí no hay nada que me retenga. Tenías razón, estaba solo. Estoy solo. Excepto el tiempo que estuve contigo la palabra soledad desaparecía de mi vocabulario. Cuando estaba con ustedes, contigo, YangMi y TaeMin me sentía tan querido. Me sentía importante y es algo que les agradezco de sobremanera.

Por favor diles a los niños que me perdonen por haberme ido sin despedirme, seguro estarán molestos conmigo. Pero no se olviden que ustedes tres fueron lo más importante que tuve.

Te amo Felix y una vez más perdóname.

Seo ChangBin.

Dobló nuevamente la carta en tres para luego desintegrarla, rompiéndola en cientos de pedazos. Se puso de pie con una rabia incontenible. No sabía qué hacer, no sabía si gritar, no sabía si creerle o enojarse consigo mismo.

Pateó la mesa del centro con furia y solo se escuchó el cristal romperse.

Respiró profundamente tratando de controlarse, no tenía por qué ponerse así. ChangBin se lo había ganado. ChangBin había jugado con él y no se lo perdonaría.

[...]

Seo llegó al aeropuerto con una sola maleta, caminó hacia el mostrador y colocó sus pertenencias en la báscula. Entregó su pasaporte y boleto.

—Puerta A-3 —indicó el joven frente al mostrador.

—Gracias

Caminó rápidamente, siendo inútil ya que aún faltaba más de media hora para comenzar a abordar.

Se sentó mirando hacia el gran ventanal y no pudo evitarlo... comenzó a llorar. Puso su mochila en sus piernas y ocultó su rostro en ésta.

¿Por qué lo había arruinado así? ¿Por qué había jugado con Felix?

No solo se sentía la peor persona del universo, era la peor persona. Felix jamás se lo perdonaría. Seguramente aquella carta había terminado en el basurero.

Pero se iría lejos, tanto Felix como ChangBin empezarían sus vidas desde cero.

[...]

Se formó ya que estaban abordando. La fila avanzaba más lento ya que revisaban pasaporte y el pase. Quería subir ya, solo quería alejarse. No tenía el valor de ver a Felix a la cara.

Solo quedaban cuatro personas delante suyo. Inhaló profundamente.

Avanzó un paso ya que uno de los de adelante había cruzado la valla.

—¿Te vas a ir? ¿Así de simple? —escuchó detras suyo y su pulso comenzó a acelerarse. Era Felix, estaba seguro. Se dió la vuelta y ahí estaba.

—F-Felix —titubeó antes de explotar en lágrimas.

—¿Así solucionarás las cosas? —cuestionó, el pelinegro bajó la mirada—. Por lo menos me hubieras dicho donde ibas —sonrió—. Llevo treinta minutos corriendo de un lado a otro tratando de encontrarte —continuó. El coreano dejó caer su mochila al piso para correr hasta Felix quien le recibió entre sus brazos.

—Lo siento, lo siento. De verdad lo siento tanto —repetía mientras lágrimas adornaban su rostro.

El rubió tomó su barbilla y le sonrió para después unir sus labios en un perfecto beso.

[The Game]

Hi helloo

Lo pidieron y lo tienen ahre.

Este capítulo fue una mezcla de
sentimientos enorme :c

Oficialmente quedan 11 capítulo más para que la historia finalice :>

The Game [ChangLix] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora