veintisiete

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—¿Por qué no, Felix? —cuestionó con tristeza.

—ChangBin, a mí no me gustan ese tipo de cosas —respondió con fastidio.

—Pero...

—Si deseas ir, ve. Pero lo siento, no te acompañaré —pasó su brazo sobre los hombros del menor mas éste se hizo a un lado.

—Yo sí entré a jugar cuando me lo pediste, Felix —le recordó aquella vez que habían ido a jugar gotcha. El rubio rodó los ojos—. Eres injusto —se puso de pie y caminó hacia la cocina, donde estaban los hermanitos del australiano.

—Vamos... ChangBin, es diferente —habló el mayor una vez había llegado a la cocina, siendo ignorado por el pelinegro.

—¿En qué es diferente? —cuestionó TaeMin.

—¿Están enojados? —continuó YangMi a las preguntas de su hermano.

—No, no. Claro que no, niños. Solo... estoy triste —contestó sentándose junto a los menores.

—¿Por qué estás triste? —preguntaron ambos preocupados.

Lee dirigió su mirada a Seo; "No lo lograrás" decía ésta. El más bajo rió internamente, oh, claro que lo lograría

—Bueno... habrá una fiesta y yo tengo un bonito traje, pero Felix no quiere acompañarme —miró hacia abajo, curvando su labio inferior hacia afuera—. Él dice que vaya solo y yo quiero ir con él —continuó. El alto soltó una carcajada.

—Eres un dramático, Bin —reclamó el rubió con una ligera sonrisa. Ambos niños miraron a su hermano mayor; "¡vayan!", exclamaban.

—No sabes cuánto esperé este baile, Lixie. Pero sin tí no iría —habló antes de dejar un pequeño beso sobre los labios de Lee, ir hasta su habitación y lanzarse sobre la cama

No estaba enojado, para nada. Estaba triste. ChangBin de verdad ansiaba aquella fiesta que se llevaría a cabo en dos días. Incluso desde antes de su ruptura con TaeYang tenía todo absolutamente preparado.

Dos suaves golpes se escucharon detrás de la puerta, lo cual sacó a Seo de sus pensamientos.

—ChangBin

—¡No hay nadie! —respondió, sonriendo. La puerta se abrió dejándole ver a Felix recargado sobre el marco de la puerta, le sonrió.

—No estés enojado —habló, rompiendo aquel silencio. Se sentó a su lado y comenzó a darle suaves caricias a su cabello.

—No lo estoy —respondió el menor.

—¿Seguro? —cuestionó deteniendo las caricias para acostarse a su lado.

—Seguro —afirmó y le abrazó.

—Perfecto —dió un beso en la mejilla de Seo y se puso de pie—. Oh, lo olvidaba, ¿dónde puedo conseguir un traje para dentro de dos días? —el rostro del menor se iluminó, mostrando una enorme sonrisa.

—¡Gracias Lixie! —gritó poniéndose de pie y corriendo a sus brazos.

—Solo dos condiciones...

—¿Cuáles?

—No bailo —le miró fijamente y el menor soltó una carcajada.

—De acuerdo, ¿y la segunda...?

—Si vienes a dormir conmigo —su estómago se retorció al igual que su corazón. Lo anhelaba más que nada en el mundo.

—¿Pero tus hermanos?

—Ya están en sus habitaciones, además solo dormiremos —le tomó por la cintura—, también podemos platicar. O te puedo abrazar... te puedo besar —su respiración vagaba por su cuello, erizándole la piel por completo. Y al sentir sus húmedos besos por su cuello, un leve gemido se escapó de sus labios—. Te encanta la idea... no me mientas, no te resistas

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