Juan no contestó. Pasados unos segundos simplemente se río.

-¿Puedo saber por qué se ríe? - le preguntó con furia. Ya veía de donde sacado el sentido del humor Renato.

-Es que me parece gracioso que me acuses de esto sin pruebas. - le respondió aún entre risas. - Gabriel no tengo tiempo para acusaciones falsas. Tengo que trabajar porque tengo un hijo que mantener - al pararse para irse, Gabriel le dice algo que logra hacerlo retroceder.

-Sé que es usted porque ese saco me lo olvidé en su casa. Y por lo que yo tengo entendido Renato y usted viven solos - la cara de Gabriel era de triunfo, creyendo que había ganado.

Juan se giró lentamente, formando una sonrisa macabra en su rostro.

-Entonces respondame una pregunta profesor - paso que daba paso que intimidaba más a Gabriel. No tenía idea que le iba a preguntar - ¿Que hacía usted en mi casa como para olvidarse el saco ahí?

Gabriel abrió los ojos como platos. Se había olvidado de ese pequeño detalle.

-¡Renato no podes salir del salón! - se escucharon gritos por el patio seguido de la puerta de la dirección abriendose. Claramente era Renato quién había ingresado tan inesperadamente.

Gabriel se paró rápidamente de su silla. La cara de desconcierto de Renato lo estaba destrozando.

-¿Que hacés acá papa? - le preguntó entrando por completo al lugar y acercándose a su padre.

-Hijo... Gabriel me citó por... - al rizado le aterraba lo que pudiera decirle. Prefería encargarse el mismo de la situacion.

-Para remendar las cosas entre los dos - respondió ganandose miradas sorprendidas tanto del padre como del hijo.

-¿Es en serio papá? -

Juan giró a ver a Gabriel, encontrándo el pedido de suplica en los ojos de Gabriel para que le siguiera el juego.

-Si. Fue por eso hijo. Tranquilo. - se acerca a su hijo apoyando una mano en su hombro. - Ya esta todo bien. ¿No Gabi?

Renato levantó la mirada para encontrarse por primera vez en el dia con esos ojos verdes, esperando respuesta. Gabriel asintió y aunque su cara no termino de convencerlo, no quería interrogarlo estando su papa presente.

-¿Querés ir a casa?

Algo dentro de Renato le pedía que se quedara, que hablara con Gabriel para que le diga la verdad. Pero otra parte de él, le decía que no iba a decírselo, e iba a ser en vano quedarse

-Deja que me despido de los chicos y vamos ¿si?
- Juan abrazo a su hijo aceptando su pedido.

-Yo te espero afuera. - Renato asintió y Juan salió automáticamente por la puerta.

Ninguno se animaba a decir nada.

Gabriel odiaba mentirle, y Renato que le oculte cosas. Parecían dos completos desconocidos.

Gabriel no aguantaba más esa tensión. Lo conocía y si se quedaba dos segundos más, le preguntaría algo y él como un tonto se lo diría.

-Me tengo que ir a clase. Que termines bien tu día - habló pasandole por adelante. Ni a mirarlo se había animado.

Renato cada vez entendía menos que sucedía.

~

Estaba siendo un viernes en la noche muy particular para los Quattordio. Ese momento siempre suele ser uno de charla padre e hijo, antes de que Renato lo deje para irse de joda con sus amigos.

Pero el clima de hoy era totalmente diferentes a todos los viernes. Ahora era silencio puro, desfe que esta había arrancado, miradas inquietantes y con muchas dudas por parte del menor de por medio.

-¿No me vas a responder por qué te citó Gabriel en el colegio? - rompió finalmente el silencio Renato.

Cuando Fausto le dijo que su papa estaba en el colegio, y hablando con Gabriel, solo pudo reirsele en la cara. Pero rápidamente entendió que Fausto no lo estaba jodiendo, y no tuvo otra opción que ir a comprobarlo con sus propios ojos.

Él esperaba encontrarse con la típica escena de acción, de ambos cagandose a piñas. Tal vez por eso se sorprendió el doble al encontrarlos a uno a cada lado del escritorio, aunque el clima irradiaba tensión. Pero lo que más le hacía ruido de toda la situación era que Gabriel no le dijera nada. Y solo le haya puesto de excusa que queria remendar las cosas con su padre. No tenía dos años para creerse eso.

Aunque no paro de interrogar a su papa por una respuesta, este no se la había dado, lo dejó varado en la calle y se marchó en su auto sin decirle absolutamente. Eso enfureció más a Renato. Algo le estaba ocultando.

La cena familiar, aunque solo eran ellos dos, era el momento perfecto para seguir insistiendo. No tendría escapatoria.

-¿Y? ¿Me vas a responder o vas a hacerme creer que te llamó para hacer las pases como me dijo Gabriel? No soy boludo papa - no le gustaba que le pasaran por encima.

-Es que fue eso hijo. ¿Por qué otra cosa sería? - se defendió.

-Y no sé... Decime vos.

-¿Hola? Si, si. Disculpame hijo - Renato frunció el ceño. Su papa nunca se levantaba de la mesa para hacer una llamada. Siempre eran laborales y charlaba frente a él sin ningún problema.

Algo le estaba ocultando.

No sé iba a quedar como un nene a esperar que vuelva. Si quería averiguar que pasaba tenia que investigar.

Se paró para seguirlo. Por suerte su padre no había sido tan listo y dejó la puerta de la pieza abierta. Podía escucharlo sin siquiera acercarse mucho.

-Si, si... Ya sé que yo mandé la foto... Pero...

¿Con quién habla? ¿Qué foto? No entendia nada.

-Ya sé que fue mi idea. Pero ya se salió de control. - su papa sonaba furioso, pero no tanto como la otra persona detras del teléfono - Creo que Renato esta empezando a sospechar.

¿Sospechar de qué? ¿En qué estaba metido?

-¿Con quién hablás papa? - la voz de Renato sonó rota, dolida y sus ojos amenazaban con escaparse lágrimas.

No entendía nada e igual le hacía mal.

Juan automáticamente giró a ver su hijo. Los ojos de Renato detonaban confusión, miedo y duda.

Necesita saber que mierda esta pasando.

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