Capítulo 3

811 82 31
                                    

Dos semanas habían pasado de aquella charla en el bar. Dos semanas en las que Gabriel había esquivado lo máximo posible a Renato. Desde salir primero del aula al tocar la campana, hasta ignorar su presencia cuando el menor levantaba la mano para responder algo.

Renato obviamente había notado su distancia, cosa que lo irritaba aun más, lo que menos soportaba en el mundo, además de a Julián, era que lo ignoren.

Gabriel no dejó de pensar en aquel mensaje durante esos 14 días, lo asustaba la idea de que su secreto saliera a la luz, pero más que nada le intrigada la persona detrás de todo esto. Claramente era alguien dentro de la escuela, pero no tenía idea quien podía ser, el era prácticamente nuevo.

Ignorar a Renato no había sido tarea fácil, pero cansado de que el pendejo no deje de buscarlo, solo encontró una manera para que lo odie, y cortar con todo el tema de raíz.

-Corregí las evaluaciones. Quiero felicitarlos porque para mi sorpresa, la mayoría estan correctas. Y lamento a los que no y les recomiendo que se pongan las pilas - habló mirando detenidamente a Renato.

Pasó pupitre por pupitre al entregar los exámenes, totalmente nervioso, sabía que el menor se lo tomaría mal, pero era la única alternativa que encontró.

-Esfuercese más la próxima - le dijo casi en un susurro a causa del nerviosismo, mantener la calma no le estaba funcionando. Siguió su camino sin siquiera mirarlo.

"¡¿SEIS?!" Gritó internamente Renato, jamás en su vida había sacado tan baja nota en una prueba de Filosofía. Siendo su asignatura preferida, conocía todos los temas a a la perfección. Tenía que ser un error.

-Profesor. Tiene que haber un error - trató de sonar lo más calmado posible, no quería armar un alboroto frente a sus compañeros, y que después lo cascoteen a preguntas.

-Cualquier duda o quejas que tengan sobre sus notas, serán recibidas al finalizar la clase - contestó lo más secamente posible, frustrando cada vez más a Renato.

El recreo entre hora y hora era el momento perfecto para que Renato reclamara por su nota, pero Gabriel fue más rápido que el y sin siquiera esperar a que toda la manada de alumnos desapareciera del salón, ya había salido hacia el cuarto de maestros.

-¿Boludo que onda que el profe nuevo te desaprobó? Vos siempre fuiste el chico 10. - le susurró Fausto al oido, su mejor amigo.

-No sé. Y me da bronca porque yo sé muy bien que todo estaba bien hecho. - se desahogó con su amigo.

-Habla con él, capaz se confundió. Es imposible que la hayas hecho mal. - solo él sabía lo mucho que le gustaba la filosofía, y entendía que era casi imposible que eso sucediera.

Tras aquella charla, Renato se la pasó el resto del descanso, y de la hora, pensando. No iba a dejar pasar por alto esto, debía sacarse las dudas a toda costa.

Al terminar la hora, ya con el salón vacío, lo detuvo en la puerta. No iba a dejar que siga escapando de el.

-¿Se puede saber por qué mierda me desaprobó cuando ambos sabemos perfectamente que el examen estaba perfecto? - lo interrogó posando una mano sobre la puerta, evitando que escapara.

-No se de que me habla Quattordio - se hizo el desentendido, mirando hacia otro lado. - Abrime.

-¿Ahora me dice por mi apellido? - contestó ignorando el pedido del mayor- En ningún momento lo nombró el otro día cuando me pidió que nos encontremos en el bar.

-Mira pendejo, yo ya te dejé las cosas bien claras a vos. Estoy en mi lugar de trabajo, así que no te pases de vivo, o me vas a conocer enojado. - le contestó al mismo tiempo que forcejeaba para así abrir la puerta, inútilmente ya que la fuerza que Renato estaba aplicando era más alta.

-Uy si que miedo. No te olvides que yo sé su secretito, y me chupa un huevo que sea mi profesor. Si se me canta las pelotas, puedo ir y contárselo a todo el colegio. ¿Eso quiere? - su mirada era desafiante, realmente no entendía que ganaba con todo esto.

-Atrévete y...

-¿Y qué? ¿Que me vas a desaprobar otra prueba? Vamos, que profesional que es profe. - lo interrogó con tono burlón.

-¿Que mierda querés Renato? - se estaba cansando, toda la semana esquivándolo, para que le haga esto.

-Quiero saber por qué me desaprobó -

-Habrá estado mal, hay que tener autocrítica a veces. ¿Pensaste que ibas a ser el chico 10 toda tu vida? - odiaba admitirlo, pero amaba el juego de provocación que se había forma entre los dos, aunque tampoco podía decirle la verdadera razón.

-Usted sabe perfectamente que esa prueba esta bien, mínimo un 7 merezco.

-La nota ya está puesta. Dejame salir si no querés que grite y venga algún directivo, total a quien van a creerle ¿no? - le advirtió mirándolo fijamente a los ojos, ya no sabía de que manera alejarlo de él.

Renato suspiró rendido, no lo haría cambiar de opinión, pero no se quedaría de brazos cruzados.

-Esta bien, dejame esa notita de mierda. No me importa, soy el mejor en su materia, y la próxima le va a re mil caber. Pero no se olvide lo que yo sé - y sin más, abrió la puerta y se fue de ahí dando un portazo.

Gabriel respiró profundo, aliviado y a la vez asustado. No tenía idea de lo que era capaz de hacer el pendejo, si eso haría que cuente lo que sabe o no. Aunque otra cosa era lo que más lo aterraba.

*Gabriel*

12:35
Esta hecho. Hice lo que me pediste.

*Número desconocido*

12:36
Muy bien Gallicchio, te felicito. Pero acordate que te estoy vigilando.

~

Un muy furioso Renato llegó a su casa. Estaba exhausto y muy confundido por las actitudes de Gabriel. Entendía que lo esquivara porque no era correcto lo que estaba haciendo. ¿Pero desaprobarlo sin razón? No lo entendía, y no pararía hasta descubrir la verdad.

El cansancio estaba ganándole la batalla, hoy había tenido un entrenamiento de fútbol. Para ser sincero, no lo apasionaba jugar tanto como lo hacia la filosofía o dibujar, pero si le gustaba. Más disfrutaba de la cara de orgullo de su padre cuando gana algún partido, y más si sale como goleador estrella.

Sus pensamientos se iban desvaneciendo a medida que sus ojos se iban cerrando. Cuando ya parecía que había caído en un profundo sueño, la puerta de la puerta abriéndose de golpe, junto con un grito, hicieron que se sobresaltara.

-¿SE PUEDE SABER DESDE CUANDO MIERDA VOS DESAPROBAS EXÁMENES EN EL COLEGIO? - la voz masculina de la persona con la que vivía, gritándole, lo asustó.

Su padre nunca era de enojarse, pero cuando lo hacia no había nada que pueda calmarlo, se cegaba y no se sabia de lo que era capaz de hacer. Este era uno de esos momentos.

CONOCERTEWhere stories live. Discover now