Capítulo 17

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Gabriel esperaba impaciente en ese cuartito donde terminan los alumnos que no respetan alguna regla de la institución. O también donde los maestros se reúnen con algún padre, madre o tutor para hablar sobre el adolescente que esta a cargo suyo.

El sonido de las agujas del reloj, ubicado por encima de la puerta, lo ponen nervioso y aumenta la poca paciencia que le sobra.

Se supone que la persona que había citado debería haber llegado hace 10 minutos. Se preguntaba si su hijo es igual de impuntual que él.

Después de que le llegará ese mensaje. No necesitaba pruebas para descubrir de quién se trataba.

A pesar de que Renato llegó a notar su preocupación al recibir ese mensaje, había logrado engañarlo. Diciendole que un familiar de él sufrió un accidente, el menor se quedó más tranquilo y lo dejó ir sin interrogarlo.

Y ahi estaba. Esperando a la persona que quería cagarle la vida. Pero ahora era momento de buscar respuestas.

Una interrupción inesperada, entró por la puerta. Lo que le faltaba a Gabriel para que su humor sea cada vez peor.

-Estoy esperando a alguien Antonella - le dijo lo menos seco posible. Lo que menos quería era verla ni hablar con ella.

-Si venía a avisarte sobre eso. Me contaron que la última vez que te cruzaste con él no terminó muy bien. ¿Estas seguro que querés que lo haga pasar? - le preguntó preocupada.

Gabriel rodó los ojos. Le parecía estúpido que le recomiende algo cuando ni siquiera son amigos.

-Esta bien Anto. Decile que pase. Yo sé lo que hago - no iba a gastarse en darle explicaciones.

La señorita sin preguntar más, salió del lugar para cumplir con lo pedido. Su plan de acercarse a Gabriel había fallado, una vez más.

El golpe de la puerta le dio el indicio de que el momento había llegado.

Con la aprobación de Gabriel, Antonella abrió la puerta e invitó al hombre a pasar. Este le agradeció y la chica salió u cerró la puerta tras él.

Nuevamente era solo ellos dos.

-Siéntese por favor - le señaló la silla que estaba enfrentada a la suya.

Juan accedió y se sentó.

-Supongo que no debe tener idea porque lo cité hoy - Juan niega con la cabeza.

-¿Tato hizo algo? ¿Desaprobo otro examen?

Gabriel se sorprendió con la calma con la que el hombre le hablaba. No parecía para nada al mismo que casi lo caga a trompadas la vez pasada

-No, no. Con Tato no pasó nada - Juan arqueo las cejas, claramente no comprendía a que se debía su citación. - Quiero que me respinda si este mensaje le resulta familiar. - extendió su mano con la pantalla de su celular mostrando la famosa foto que le habían enviado.

Juan se quedó observandola varios segundos. Gabriel trataba de interpretar cada mueca que hacía. Pero el hombre de pedo parpadeaba, era una piedra.

-Lindo saco - contestó finalmente.

Una especie de ardor, comenzó a recorrer por el cuerpo de Gabriel. Lo estaba boludeando. Y no iba a permitirselo.

-Me parece que estamos bastante grandes como para jugar a las escondidas.

-No tengo idea de lo que esta hablando.

-Mire. No estoy para que me boludeen. Y ya me canse de estos jueguitos de stañker como si fuera una serie yankee. Ya sé que usted me estuvo mandando mensajes amenzandome.

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