Capítulo 36

275 8 0
                                    

Capítulo 36

— ¿Es posible que tengas anemia y no quieres seguir hablando de esto? Todo está alterado en tu cuerpo, si sigues... morirás.

—Eres un idiota –dije negando ante sus palabras –en primer lugar aun no llevo los exámenes al doctor.

—Los has tirado a la basura ¿eso indica que has pensado en llevarlos? Ni siquiera habías abierto el sobre porque estabas en tu cama.

—Maximiliano... este no es tu problema, es algo mío... que arreglaré a su debido tiempo, toda decisión que tome la pensaré tranquilamente, tú no tienes nada que ver –él frunció su ceño al escucharme.

— ¿Te das cuenta de lo estúpida que suenas? Sé que he sido paciente contigo, que he sido más flexible, pero eso no te dará el derecho de tomar una decisión como esta... sola.

—Mira, para tu tranquilidad iré al médico durante estos días, veré que sucede y luego te informo ¿sí? Quizás te has equivocado, quizás en el laboratorio se han equivocado y estoy sana como una lechuga.

—Estas siendo terca y muy poco inteligente, Elizabeth –rodee los ojos –no irás sola al médico, yo te acompañaré, es extraño que un hombre tenga que revisarte, quizás puedas ir donde una doctora.

—No puedes volverte celoso en un momento como este, además... —me senté en el sofá porque mi corazón estaba latiendo demasiado rápido por el mal momento que me estaba haciendo pasar el vampiro –te pedí que no habláramos de esto hoy.

—Hoy, mañana o pasado, no habrá diferencia.

—Sí la habrá, hoy no tenía ánimos de seguir soportando problemas, solo quería... —llevé mis manos a la cabeza –solo quería pasar un tiempo contigo, tranquila... pero por lo visto es imposible.

—Hasta que no se averigüe más sobre tu situación, no beberé de ti... es muy peligroso –lo miré sorprendida por sus palabras.

—Maximiliano, no puedes.

—Si lo haré, tu cuerpo ha comenzado a colapsar por la falta de ponzoña... es por ello que tanto tus glóbulos rojos como blancos hacen falta en tu sangre, se siente en mi paladar Elizabeth.

— ¿Estás diciendo que dejarás de beber de mi sangre porque no sabe bien? –él negó, muy serio.

—Estoy diciendo que el cambio se siente hasta en mi paladar, lo que significa que no estás bien, como dije he colapsado tu cuerpo.

—Ya basta –dije poniéndome de pie –no seguiré hablando de esto, quiero descansar... pensar en algo que no me traiga malas sensaciones.

—Elizabeth...

—Elizabeth nada, simplemente haremos otra cosa, no quiero hablar de esto y espero que no se lo digas a nadie, será nuestro secreto ¿sí?

—Eres demasiado terca –dijo negando, mirándome reprobatoriamente.

—Quien lo dice –apoyé mi espalda en el sofá, estas discusiones me cansaban.

— ¿Te sientes mal? –negué, ahora lo único que me faltaba era que el vampiro se volviera un neurótico sobre mi estado de salud.

—Si me quieres ayudar en algo, no me hables de esto ¿sí? –mis ojos se llenaron de lágrimas. Pude sentir como el vampiro se sentaba a mi lado, cansada me apoyé en su hombro. Me sorprendió que él me rodeara con su brazo — ¿Cuándo se acabarán los problemas, Maximiliano?

—No tengo la menor idea... —sin más puse un cojín sobre sus piernas y me acomodé, dejando mi cabeza sobre este.

No era sorpresa que el vampiro se tensara ante aquel movimiento, pero lo único que deseaba era estar tranquila, aunque fueran unos minutos. Tuvieron que pasar varios segundos para sentir la mano de Maximiliano en mi hombro.

Obstáculos MortalesWhere stories live. Discover now