Capítulo 23

384 33 6
                                    

Narra Gustavo:

Sábado, 05 de junio.

Un sonido fuerte, constante y perturbador me despierta. Me sobresalto para buscar la manera de apagarlo y continuar durmiendo, pero cuando encuentro el origen del sonido, me doy cuenta que debo de levantarme para irme.

La alarma fue lo que me despertó. Estoy algo aturdido e irritado por despabilar, porque aún tengo ganas de seguir en mis sueños. Bostezo y me estiro en mi cama, luego decido colocar mis piernas fuera de la misma y me levanto.

Son las 8:01 a. m. Hoy, finalmente, es sábado e iré a jugar beisbol con Lucas y con los demás. Estoy muy emocionado y ese es el único motivo por la cual me levanto tan temprano.

Me adentro en el cuarto de baño para darme un ducha. Abro el grifo, me quito la ropa y entro. Después, al salir con la piel y el cabello húmedo, me lavo los dientes. Me peino el cabello y me echo perfume antes de volver para mi habitación.

Han pasado diez minutos desde que me levanté, y todavía me falta vestirme y desayunar. Tengo que estar a las 9: 00 a. m. allá.

El miércoles pasado hablé con Lucas sobre iniciar las prácticas de béisbol con su equipo. Cuando le mencioné las ganas que tengo de comenzar, enseguida aceptó con emoción. Según él, desde siempre me ha estado esperando, y ello para mí fue un alivio. Reconozco que, a pesar de estar emocionado, me da terror comenzar, porque no quiero cometer un error y fomentar a que tengamos más conflictos mis padres y yo. Todavía así, con muchas dudas y temor, quiero intentarlo y conocer las consecuencias de mi iniciativa. Los únicos que conocen sobre las prácticas es Margo, Lucas y yo, por los momentos, y me da alivio saber que ellos no van a decirle nada a mis padres.

Ya estoy listo para bajar a desayunar, pero antes decido mandarle un mensaje a Margo. Busco mi teléfono y abro el chat de ella; la última vez que hablamos fue ayer, a las 8: 12 p. m. sobre el estado de su madre.

Gustavo: Buenos días, mi amor. ¿Cómo amaneces? ¿Cómo sigue tu mamá? Ya casi me voy para la práctica. Te quiero.

Espero un momento antes de mandarle el mensaje. Me quedo pensando si debo o no decirle «te quiero». Pienso en si realmente la quiero, y obvio que sí; porque siempre me preocupo, la cuido y quiero lo mejor para ella. Por supuesto que la quiero. Lo único que me genera duda antes de mandarle el mensaje, es no saber si es el momento oportuno para decírselo. No sé si es la ocasión indicada, pero aún así me arriesgo y le mando el mensaje. Deseo no cometer un error y que ella se lo tome para bien.

Me da mucha pena por Margo, porque está pasando por una situación difícil y sólo deseo ayudarla; su madre tuvo un intento de suicidio, está hospitalizada, la muerte de Bárbara y Margo se encuentra realmente mal. Me preocupa mucho su situación, pero no sé cómo ayudarla.

Desde el martes en la noche la madre de Margo está hospitalizada, recuperándose de un intento de suicidio. El miércoles me enteré por la llamada que me hizo Margo. Ella me llamó desesperada, porque estaba en el hospital. Esos mismo día llegaron sus abuelos para cuidar de ambas, más aún que Margo por si sola no podía con los gastos y con los cuidados que solicitaba su madre. Desde aquel día Margo cada vez está peor emocionalmente, y ya no sé qué hacer para protegerla.

Miércoles, 02 de junio.

8:11 a. m.

Mientras me alisto para irme para la escuela, mi teléfono suena para notificarme que una llamada está entrando. Lo busco sobre la mesa de noche y me percato que la llamada es de Margo.

—Margo —digo con calma, esperando su respuesta.

—¡Gustavo! —dice ella, desesperada. Su llanto se mezcla con su respiración alterada.

Fuego entre mis venasWhere stories live. Discover now