Cincuenta y tres || Promesas de amor

4.6K 331 181
                                    

Capítulo 53
Promesas de amor.

CAPÍTULO FINAL.

El final de las clases, era algo que muchos deseaban con ansias, algo que a muchos tal vez les daba igual y algo que muchos sufrían en ese momento.

Los alumnos de séptimo año estaban ansiosos por saber que es lo que el futuro les tenía deparado pero también les inundaba una gran tristeza difícil de borrarse.
Los años que vivieron en Hogwarts no los iban a poder recuperar, ya habían vivido todo lo que tenían que haber vivido entre esas paredes de piedra y eso les dolía.

Ya no se volvería a ver una épica pelea de Malia Malfoy y James Potter, ya no se verían las inigualables bromas de los merodeadores, ya no se vería a Brooklyn Lean y Lysander Scamander pasear de la mano como dos enamorados, ya no se verían esos tan épicos partidos de quidditch donde más de la mitad de los equipos eran alumnos de séptimo, ya no se vería a Malia pasar por los pasillos con la cabeza en alto mandando a la mierda a todo aquel que se acerque, ya no se vería a Dominique brillar con su inigualable luz que hacía que todos quedaran encantados, ya no se vería a los merodeadores y a las Reinas de Hogwarts en el despacho de McGonagall por haber destruido alguna parte del castillo.

Ya no se vería a ninguna de aquellas personas que durante siete largos años marcaron el castillo con sus risas, sus bromas, sus peleas, sus lágrimas, sus amistades, sus platicas y sus gritos.

Malia Malfoy en aquel momento estaba al tanto de eso, sus tiempos en Hogwarts estaban por acabarse y tal vez por eso había decidido levantarse temprano, desayunar con muy pocas personas en el gran comedor y salir con su baúl listo a los terrenos del castillo por última vez, al menos como estudiante.

No tenía pensado regresar a su alcoba ni recorrer ninguna otra parte del castillo, porque sabía que por más que ella era fuerte no iba a poder aguantar las lágrimas. Hogwarts era su hogar, la había marcado de por vida.

Caminó hacia su lugar favorito de todo el castillo: el gran árbol frente al Lago Negro.

Recordó todas las veces que ella estuvo ahí misma sentada a lo largo de los años, fueron millones. Desde su primer día en Hogwarts que Malia se sentó en aquel reluciente césped verde supo que no podría haber lugar más mágico y relajante que ese.

Aspiro con fuerza aquel delicioso olor a naturaleza que siempre se podía respirar ahí y sintió nostalgia, pasó sus dedos por el frío césped y recargó su cabeza en el gran tronco detrás de ella.

Era su último momento y lo quería disfrutar.

El tiempo pasó y ella pareció no darse cuenta, estaba tan sumida en sus pensamientos que se dejó llevar por la emoción y el momento. Supo que ya era hora de partir, que pronto empezarían a salir todos los alumnos para partir a casa así que decidió irse adelantando.

Se levantó del césped; sacudiendo sus pantalones y, agarrando su jaula y su baúl, caminó hacia los carruajes que los llevaban directos a la estación de Hogsmade.

Era un camino corto el cual Malia detuvo con un poco de inseguridad y terror al darse cuenta del inusual animal que estaba atado a cada carruaje.

Los carruajes nunca fueron llevados por animales, se movían solos, con magia.

Se acercó entre temerosa y entre decidida al animal, con la varita en mano preparada para atacar si éste decidía aventarse a ella. Sin embargo, cuando estuve en frente de éste lo único que el animal hizo fue mirarla, mirarla con atención sin mover si quiera un músculo.

Su respiración era un poco agitada y estaba segura que no podía explicar lo confundida que estaba en aquel momento al estar parada únicamente a centímetros de aquel inusual y desconocido animal.

Juntos por el destino » James Potter. Where stories live. Discover now