Treinta y nueve || Un poco de felicidad.

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Capítulo 39 

Un poco de felicidad.

Las vacaciones llegaron y el miedo de Malia aumentó, podía sentir como el temblor en las manos aumentaba cada que el tiempo pasaba, cada día se sentía más cercana al peligro en el que estaba puesto su vida y le aterraba ser la última vez que viera a su familia, que quizá después de esas vacaciones su corazón deje de latir sin poder haber dicho todas las palabras que tuvo que haber dicho.

James era su soporte, como siempre, y Lily cuidaba su espalda como si fuera una hermana mayor. Malia no podía sentirse más afortunada de tenerlos a su lado, no habría podido lograrlo sin ellos. James se encargó de llevarlas al último vagón del tren; donde la gente era demasiado escasa, pero los movimientos brutales.

— Creo que aquí estamos bien, ¿no? — preguntó James observando a su novia, ella asintió. 

— Sí, no creo que venga nadie — contestó, mientras se aferraba a la bufanda que tenía al rededor del cuello y observaba a la pequeña pelirroja —. Deberías ir con Alina.

— Oh no, aquí estoy bien, Lia — dijo, en un tono de voz tan bajo que hizo que el morocho observara a su hermana con una ceja alzada —. Alina no me habla de todos modos, así que no tengo nadie más con quien ir más que ustedes.

— Oh, Lily... lo siento mucho, todo es mi culpa — dijo Malia, sentándose a un lado de su cuñada y abrazandola.

— No lo es Lia, no es algo de lo que hayas tenido elección. Yo sí tuve la elección de quedarme a tu lado, y así será — Malia sonrió y una lagrima resbaló por su mejilla, la limpió con brusquedad.

 — Ugh, odio esta estúpida chica débil en la que me convertí — se quejó con rabia, James terminó de acomodar los baúles para ponerse de cuclillas frente a ella y agarrarle las manos.

— No eres débil, Malia, tampoco te convertiste en alguien más. Eres inclusivamente más fuerte que antes, y sigues siendo esa chica que camina con la frente en alto, que no se deja intimidar, que nadie se atreve a molestar. Eres esa chica que irradia una luz demasiado peculiar, que emana una belleza donde sea que vaya que nadie puede evitar voltear la cara cada que pasas por un lugar, que con solo una mirada te puede hacer congelar. Eres fuerte, inteligente, segura de si misma, astuta, honesta, extrovertida, arriesgada, algo agresiva pero humilde, tenaz, decidida, brillante... y te puedo decir miles de cualidades más, Malia. Eres la misma chica de la que me enamoré y nada cambiará eso, porque te amé ayer, te amo hoy y te seguiré amando mucho más mañana. 

Malia soltó todo el aire que tenía retenido sin darse cuenta y se aventó a James para besarlo, un beso dulce y sincero, del amor más sincero que alguna vez podría existir; porque no hay amor más sincero que aquel que te ama con tus defectos, que siempre está ahí y que daría su vida por ti.

Lily sonrió y salió del compartimiento para darles un poco de privacidad, buscaría a la señora del carrito para hacerse de unos cuantos dulces y así volver con ellos, lo más probable es que la señora estuviera al principio del tren, pero tampoco le haría mal caminar un poco. Tenía mucho que pensar, respecto a Malia, Alina, la escuela, su familia, la vida... 

— ¡Hey, Lils! — escuchó como la llamaban a sus espaldas, Lily cerró los ojos y maldijo por lo bajo.

— No estoy de humor para aguantarte en este momento, Malfoy.

Scorpius sonrió y en cuanto se coloco a su lado pasó su brazo por encima de los hombros de la pelirroja. Lily refunfuño e intentó separarlo de ella con fracaso. 

Juntos por el destino » James Potter. Where stories live. Discover now