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-Tócate los huevos- exclamó Jack golpeando el mostrador con fuerza. La secretaria había dicho que, en la zona pobre del hospital, incluso los guardas de seguridad eran voluntarios. Aquello venía a significar que los ricos podían mandar a sus guardaespaldas a hacer la ronda allí, o a meter palizas al que intentara escaparse, cualquiera sabe. La señorita sacó de un archivador toda la lista de guardas que habían ido entrando, en los folios, aparecía el nombre del jefe de los susodichos y los días que iban a cumplir, mas no los de el guardaespaldas. Esto provocó su irascible reacción.

-Señor no es nuestra culpa que no encuentre lo que busca- dijo la enfermera con voz melosa en exceso, intentando fingir una sonrisa ante ese hombre desagradable. Jack escupió varios improperios que tenían que ver con la poca honorabilidad de la madre de alguien y defecar sobre ella- ¿Como puede ser policía con esa boca? - estalló por fin la secretaria del hospital- Es una vergüenza.

-¿Y cómo puede ser usted enfermera con esas tetas escurridas y ese culo fondón?- protestó Jack con el mismo tono de voz- No hace falta que conteste- se apartó de golpe del mostrador, dejando a la mujer con la próxima palabra en sus labios.

Natham Foster fumaba en el vestíbulo del hospital mientras miraba caer la lluvia a través de las puertas de cristal. En New York eran típicas aquellas tormentas veraniegas, el cielo oscuro había hecho encender el alumbrado público antes de tiempo. Ahora, las farolas hacían relucir las gotas de agua y las gruesas gotas rebotaban contra el asfalto y los techos de los coches.

-¿Que te ha dicho?- se volvió impaciente hacia Jack. La lluvia siempre le daba malos presentimientos, sobre todo si no estaba en casa.

- ¿La hija de su madre esa? - señaló con el pulgar por encima del hombro, a sus espaldas- Que, si hay un guarda de seguridad, pero no saben su nombre ni dirección, solo quien los contrata.

-¿Te ha dicho quien ha puesto el que debía de estar en la primera planta?-le pasó el cigarro a Phoenix, que lo tomó agradecido.

- El señor Chrysler Junior- aspiró profundamente el humo de tabaco junto a la humedad que entraba por la puerta. Foster asintió lentamente.

-Tengo que llamar a mi mujer- se encogió de hombros- no sé cómo está.

Jack lo disculpó con un gesto cansado de mano, el otro se dirigió a la zona donde estaban los teléfonos. Miró como Foster echaba las monedas por la rendija del teléfono y giraba la manivela. Volvió la vista hacia la calle lluviosa, no debía de distraerse, necesitaba pensar. No habían pasado ni cinco segundos cuando Jack Phoenix cayó de cara contra el suelo, los cristales estallaron en mil pedazos diminutos y el viento cargado de humedad entró a raudales. Una nueva ráfaga de ametralladora cruzó la puerta y las ventanas haciendo también estas añicos e incrustando las balas en las paredes del fondo. Una enfermera que cruzaba con los brazos cargados de informes se llevó las manos a la cara, gritando como una loca. Los papeles cayeron de sus brazos, acabando esparcidos por el suelo, quedando pegados por el agua. La ráfaga de balas acribilló a la mujer, perforándola cuan ancha era y dejándola desangrarse. No fue la única, pero si la que Foster vio morir de más cerca, cuando las balas dejaron de volar, en el suelo había más de media docena de heridos, o quizás muertos. La gente corría de los tiroteos, iban a avisar a la policía, o mejor a sus casas a guarecerse. Unas botas mojadas saltaron por encima del marco de la puerta destrozada, pisando los trozos de cristal bajo el peso del cuerpo. Se dirigió hacia el hombre que seguía tumbado en el suelo, con las manos aplastadas por el peso del cuerpo y rabiando de dolor. Volteó a Jack Phoenix, metiendo la bota derecha debajo del cuerpo y haciendo palanca. El detective quedó mirando boca arriba, los ojos oscuros penetraron al hombre de la ametralladora Thompson, Phoenix sujetaba entre las manos su pistola. Antes de que el tirador pudiera reaccionar, una bala le entró por el mentón, con tal fuerza que el sombrero salió disparado con un chorreón de sangre.

-Foster- un gemido general le contestó a su alrededor, la gente se arrastraba entre los trozos de cristal y cemento- Foster- volvió a gritar hasta que un gruñido surgió desde algún sitio a su izquierda- ¿Estas bien? - recibió una respuesta afirmativa. Foster intentaba levantarse, sujetando el abdomen ensangrentado con una mano mientras con la otra sujetaba la pistola. Jack Phoenix observó el exterior sin ponerse a tiro, la mayoría de la gente había salido corriendo de allí al empezar el tiroteo, otros habían caído muertos o heridos a lo largo de la acera o el asfalto. Un coche estaba parado en medio de la carretera, aparcado de forma transversal, alguien esperaba cubierto tras el capó. Probablemente esperando al compañero muerto. Phoenix vació el cargador de forma inconsciente, más para demostrar que seguía vivo que para acertar en el blanco. La reacción fue una nueva mansalva de tiros que levantó nuevos cascotes en la pared de cemento. Las balas se acabaron, Jack no recordaba haber metido más munición, guardó la pistola en la funda, fastidiado.

-Pásame tu arma- su compañero se levantó de la pared, apoyándose en el cañón de la pistola y seguidamente en la palma de la mano. Deslizó la pistola hacia Jack por el suelo. Ante la falta de munición, esta vez apuntó con precisión hacia las ventanillas del coche, disparó haciendo saltar los cristales en mil pedazos. Solo fue un segundo, pero el tirador levantó la cabeza para mirar de donde provenía el tiro. Phoenix apretó el gatillo de nuevo y el objetivo acabó en el suelo, el conductor, ante la imposibilidad de maniobrar, arrancó el vehículo y apretó el acelerador.

Jack tuvo que reaccionar rápido, se levantó de golpe y con los miembros y oídos entumecidos, salió al exterior a toda prisa. El coche le sacaba varios bloques de ventaja, le dio tiempo a vaciar el cargador, y alguna bala perforó la chapa, sin embargo, no pareció herir al conductor. Estrelló la pistola vacía contra el suelo, con un sonido metálico y apagado. El hombre que había recibido el disparo seguía sin moverse del sitio, solo cuando se acercó lo bastante vio que seguía con vida, gruñendo como un perro apaleado que aún intentaba defenderse. La bala le había atravesado el cuello a la altura de la nuez, reventando el cartílago y haciendo sonar una respiración mecánica y cansada. Jack Phoenix fijó la mirada en el revolver Magnum de cañón largo que descansaba en la carretera de asfalto, casi rozando los dedos del criminal. Todo apuntaba a que la bala había seccionado la columna vertebral, aquel pobre desgraciado ya era solo una máquina de comer y cagar, prácticamente una planta con forma humana y conciencia. Cogió el Magnum, sin dejar de mirar los ojos del paralítico, que aun tenia los cojones de mirarlo con ira; aquel ya no podría contar nada, y tampoco podría escribir, quizás ni siquiera asentiría ante sus preguntas.

-Esto te lo hago como un favor- apuntó con el revolver a su cara y disparó.

-Dos compañeros, Jack- Caldwell se paseaba ante el detective, que estaba sentado en la acera, mirando al vacío- y dos muertos. ¿Como has dado de baja dos compañeros en la última semana?

-Mejor te contesto a lo de los muertos- miró hacia la camilla que llevaba muerto con un balazo en el ojo- cuando te apuntan con una pistola no queda tiempo a las maniobras de persuasión. O matas o te matan- Caldwell inspiró profundamente el humo del cigarro, la respiración fue cortada por un violento ataque de tos- ¿Como está Foster?

- Un hematoma interno en el vientre y un par de cortes superficiales- se limpió la comisura del labio, contempló el pañuelo con una fea mancha rojo oscuro- ha tenido suerte. Tomate ya las putas vacaciones Jack- susurró después de un momento de meditación, expandiendo la mancha de sangre con el pulgar por la superficie del pañuelo.

-Me voy con Stark, a Boston, dentro de dos días.

- Mejor, Foster dice que se ocupará del caso mientras tu no estés. Desde luego dice que lo prefiere al suyo. - el comisario observó el siguiente cadáver que sacaban del interior del edificio, ya iban dos decenas entre los muertos y heridos. -¿Los conocías?

-No- respondió secamente.

-Según los testigos el coche era un Chrysler- Jack recordó los papeles de antes del tiroteo que hasta entonces se habían borrado de su mente.

-Por qué no me sorprende.    

BrooklynWhere stories live. Discover now